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lunes, 19 de octubre de 2015

Cortar en serio

La semana de seguridad vial comenzó con una franqueza brutal que intenta dar en el blanco de una sociedad que conduce muy mal, que desahoga parte de sus frustraciones y su violencia en las calles y rutas uruguayas. No alcanza con que sean noticia una y otra vez; allí -aunque también resultan duras- las imágenes de fierros retorcidos no alcanzan a impactar a un colectivo que contempla con ajenidad esos contenidos... Hasta que les toca de cerca, a veces tan cerca que no da tiempo a reacción alguna. Cortemos Esto es mucho más que una campaña publicitaria contra los accidentes de tránsito, es un llamado a la reflexión y a la conciencia de levantar el pie del pedal y hacerlo antes que la vuelta haya finalizado... para siempre.


Una boda que no fue

El padre ensayaba los pasos del vals; un día sí y otro también se animaba a tirar los pasos que daría junto a su hija en la fiesta. Solo se esperaba el día; el vals, los anillos, la organización, todo estaba previsto. El tiempo no pasaba más y la ansiedad iba ganando el corazón del hombre. 

En la oficina acompañábamos el sentimiento de alegría que invadía a aquel padre orgulloso que adelantaba el protocolo previsto. Ya se veía ingresando a la parroquia mientras los acordes de la marcha nupcial le irían marcando el paso. La sonrisa no tendría límites y en el cortejo hasta el altar el orgullo no tendría contención. Todo estaba preparado, todo debidamente organizado.

La feliz pareja cumplía el ritual previo de visitar a los familiares del novio que vivían en el interior. Las invitaciones entregadas en mano, desde esas manos que ya lucían los anillos de esponsales. Las mismas manos de una novia que tomó el volante de regreso a la capital mientras el novio aprovecharía a dormir durante el viaje. 

Todo fue muy rápido e imprevisto. La curva que no pudo dominar, el coche que dio varias vueltas y aquel sueño de boda que se frustró en pocos segundos. El teléfono sonó para dar la peor noticia. La novia, aquella hija única que entregaría en el altar, era la única víctima.

El 8 del Parque Rodó

En el viejo Parque Rodó (que sigue siendo el mismo), estaba “El 8”, una pista de autos en las que nos sentíamos un piloto de F1, a una velocidad que hoy daría risa a cualquiera. Sin embargo era para nosotros una odisea competir con el rival ocasional que nos tocara en la vuelta. Y también era toda una deshonra sentir las críticas del relator del juego que dejaba en evidencia a quienes desobedecían las reglas de circulación. Sentirnos identificados por el altoparlante o esperar el auxilio de los asistentes que concurrían a destrabar el coche en infracción era de las peores sanciones que podíamos recibir. Los rezongos del locutor como “Acelere” o “Quite el pedal del acelerador” eran una constante, sin embargo también eran una forma de educar a nóveles conductores que sabían que debían respetar la circulación para poder acceder a ese juego. A todos nos dejaba insatisfecho cuando el mismo locutor sentenciaba “Retire el pie del acelerador, la vuelta ha finalizado”. Una vuelta más y ya teníamos dominado el juego pero el tiempo decía que no, que sería la próxima...
Ambos hechos son reales y me atreví a relatarlos en momentos que se desarrolla otra semana por la seguridad vial. Especialmente cuando desde la UNASEV se difundieron dos spots con imágenes reales de las cámaras de seguridad que tiene instaladas el Ministerio del Interior en las que se aprecian accidentes reales ocurridos en las calles de Montevideo.

Editados con sonido ambiente (recreado), la espectacularidad de los mismos incrementa la dureza de las imágenes, y las reacciones no se hicieron esperar. A poco de haber compartido en mi muro y twitter los videos, llegaron impresiones relativas a la dureza de las mismas. Una bofetada de realidad que nos merecemos los uruguayos para tomar conciencia que nos va la vida en levantar el pedal, en respetar las normas de tránsito, en respetar al otro y bajar un cambio antes que la vuelta finalice para siempre.

Bienvenida esta realidad -dura, durísima, sí- pero necesaria para decir basta y cortar con esto que nos está robando uruguayos que pierden la vida o quedan con una secuela para el resto de su fragmentada vida de ahí en más.

Cortemos Esto, como sea, pero cortemos ya... 


el hombre levantó el pie del pedal,
 el perro ladró el final de la vuelta...

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