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jueves, 6 de agosto de 2015

El relato no tiene quien lo escriba

El Peruano - Diario Oficial de Perú
A pesar que hay quienes se atreven a hablar de una década perdida, la realidad es diametralmente diferente a esa afirmación y existen datos que lo avalan claramente. Las brechas que se acortaron de pobreza son un indicador que bastaría para derribar ese falso relato, sin embargo el mismo tiene pantalla, tiene micrófonos y -por consecuencia lógica- tiene un público que se nutre de esa falsa afirmación. Este solo ejemplo basta para preguntarnos sobre la carencia de un relato que transmita los resultados de una “década ganada”, (veraz y objetivo), que permita reconstruir la realidad que transcurre  durante un gobierno, sea cual sea su color. Nos merecemos contar con un espacio, un medio que reúna y difunda sus logros, no para promoción de su trabajo (que bien podría), sino para justificarlo y demostrar el cumplimiento de sus promesas de campaña. Su no existencia permite que otros le escriban el relato y lo hagan pecando de un subjetivismo propio de quienes tienen otros intereses, incluso, intereses políticos partidarios. 


Noticias cantadas o contadas

En seguridad existe un relato que se construye cada día con la prédica pertinaz de quienes alimentan la crónica roja en grandes caracteres de molde. Espacios asignados que antes no existían, dan lugar a interpretaciones como la mía, que entienden que hay intencionalidad política detrás de ese relato, casi siempre.

Mientras los partidos tradicionales fueron gobierno, el espacio policial no ocupaba los minutos de aire ni los titulares de diario que hoy ocupan. Es fácilmente comprobable que han instalado el tema en el primer lugar de la agenda. A partir de allí, el relato que queda en el imaginario colectivo es el de una realidad deteriorada al extremo por la inseguridad. Si nos guiamos por lo que recoge la prensa algunos días, Uruguay está al mismo nivel de los países más violentos del continente, sin embargo la verdad objetiva (la que arrojan los indicadores internacionalmente reconocidos), nos ubican como uno de los países más seguros de la región. Y así lo perciben quienes nos visitan, elogiando la tranquilidad y seguridad con que contamos.

Pero lo que le importa a los uruguayos es lo que sentimos los uruguayos, y en ese sentido si bien se ha padecido -y padecemos aún- un deterioro, el mismo no es determinante de la realidad que vivimos a diario. No andamos por la calle mirando para los costados para cuidarnos, la sociedad uruguaya en su gran mayoría vive una normal y tranquila vida en sociedad sin que ello implique la inexistencia absoluta de casos que a todos nos indignan y que todos repudiamos y algunos sufren o sufrimos. Nadie está libre. No existe el delito cero. Pero la realidad tampoco es como la que se escribe en ese relato exageradamente contado en color rojo.

Basta con repasar los diarios de época (principalmente desde la reinstauración democrática), para comprobar que pocas veces las portadas dedicaban su espacio para una nota referida a la seguridad. La crónica policial era casi como un aviso clasificado que se perdía en medio del formato sábana de los diarios de entonces. Sin desmedro de la existencia de medios con sesgo sensacionalista como el extinto Diario de la Noche, (editado hasta el año 2000), en su tradicional impreso en blanco y negro,  que regaba su sensacionalismo en las primeras horas de la tarde-noche uruguaya, nutrido por noticias deportivas y policiales casi que exclusivamente.

Llegó a ser el de mayor tiraje nacional durante las décadas del 50 y 60. Quién no lo recuerda por el tinte negro que dejaba a los lectores en sus manos, muestra indeleble que hasta nos manchaba la ropa si nos descuidábamos. A pesar de su sensacionalismo expreso, no reportaba a ningún partido político y eso le daba un valor superlativo que el público supo apreciar.

Aquel ejemplo vale hoy para comparar los relatos por cuanto queda de manifiesto que la violencia no es exclusividad de esta década de gobiernos frenteamplistas sino que ya existía de antes. Lo que no existió durante aquel tiempo hasta hoy fueron cambios en las estructuras dedicadas al combate del delito, cambios que sí llegaron con el Frente Amplio en el gobierno y hacen parte del caudal ganado, a pesar de los críticos.

Viene siendo tiempo de que exista un medio de prensa oficial que recoja la obra de gobierno y la difunda. Que sea testimonial de la obra de los gobiernos de turno, que sea de emisión diaria, que compita con los titulares a la hora de los informativos, que deje su huella escrita para que haya un “relato oficial de los hechos”.

Existen ejemplos internacionales de esto. Sin ir más lejos en Perú, el Diario Oficial tiene un suplemento diario de noticias que se distribuye con su ejemplar de avisos y legislación oficial. Es un buen ejemplo de información noticiosa, son noticias de obra del gobierno nacional que hacen parte de lo que le importa a la ciudadanía. Titulares que se incorporan al circuito de prensa nacional y abren un espacio de información pública que de otro modo no tendría cobertura. Es información que debe conocer el ciudadano y que hace parte de la obra de un gobierno, es la prueba de lo hecho que documenta su trabajo. Es el cumplimiento de lo que prometió o -por lo menos- de lo que hizo durante su gestión.

Pero el diferencial que lo hace atractivo es que el formato es de noticia de interés social, en lenguaje periodístico, amigable y de fácil lectura. Ese material informativo compite en igualdad de condiciones con la prensa no oficial e incorpora otra grilla informativa que democratiza mucho más la información.

Nada inhabilita a que exista. No estoy hablando de un medio que sustituya la realidad en letras de molde, simplemente que la retrate y la escriba para que la historia no sea un espejo que refleje el relato crítico y sesgado de quien tiene un interés opositor detrás.

Pero eso sí, quien la escriba debe tener un interés por describir los hechos de forma documentada y cierta. Sólo así el relato tendrá quien le escriba bien su historia...


el hombre acudió a la biblioteca,
 el perro le ladraba una noticias...

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