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martes, 5 de mayo de 2015

El quinto elemento

Hay cuatro elementos básicos que forman parte de la cadena de respuesta a la acción delictiva. Cuatro elementos que componen una estructura elemental y básica que la sociedad organizada ha dispuesto para la contención y respuesta ante la conducta criminal: prevención, disuasión, represión y sanción. Los mismos responden a una secuencia lógica (que puede ver alterado el orden en los dos primeros según se interpreten los mismos), pero que conforman un sistema secuencial del antes, el durante y el después del evento criminoso. Nadie discute que la prevención es una barrera de contención que busca evitar el hecho contrario a lo que busca anticipar, la disuasión es una herramienta de convencimiento -por vías indirectas- de una posible acción dañosa; la represión no es otra cosa que la respuesta misma de la autoridad ante el hecho consumado y la sanción es la respuesta -socialmente admitida y jurídicamente consagrada- de la pena que se impone a quien infringe la ley. Estas cuatro patas de la mesa se complementan -en el mundo moderno, sin discusión- con un quinto elemento que los concentra a todos y que permite mejorar la eficacia pública en la materia: la participación ciudadana. 


Eneida, la inquisodra

La hoy Ministra de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Arq. Eneida De León, formó parte de la delegación que acompañó a Bonomi a conocer experiencias internacionales exitosas en cárceles, ni bien comenzaba la administración Mujica de gobierno. En esa gira -que los llevó a la ciudad de Orlando- la actual ministra le inquirió al Jefe de Policía de la ciudad cuáles eran los cuatro o cinco principios básicos de la seguridad y este le contestó: “Los principios se concentran en uno solo: o participa la gente o no hay seguridad”. Orlando, una ciudad inteligente, con la última tecnología disponible al servicio de la seguridad, resumía el éxito de sus políticas en el tema a la participación ciudadana. Ese era el Quinto Elemento, la Piedra Filosofal de la seguridad pública para quienes son considerados como un ejemplo exitoso por parte de la oposición de nuestro país.

Sin embargo, hoy parece ser un pecado reconocer esa participación ciudadana. Un artículo de prensa basó su análisis en una nota de la cartera en que se reconocía la detención de un violador gracias a la rápida respuesta de los vecinos. Un merecido reconocimiento para quienes solidariamente acudieron al auxilio de una víctima y dieron rápida noticia a las autoridades evitando -al mismo tiempo- la fuga del autor. Una reacción socialmente positiva, es puesta como ejemplo negativo para quienes pretenden hacer del hecho un caso arriesgado, (como si hubieran estado allí), restando importancia a la valoración que seguramente hicieron los propios vecinos que detuvieron al victimario.

Porque -seguramente- quienes participaron, valoraron la peligrosidad de su intervención y, midiendo el riesgo, asumieron su conducta procediendo a la detención e inmediata información a la autoridad competente. Nadie está promoviendo la participación en casos de riesgo, nadie pregona la sustitución de la autoridad pública ni que se asuman las funciones que corresponden a la Policía. Pero -es necesario aclararlo aunque parezca una obviedad- la Policía no es omnipresente, así lo reconoció aquel Jefe de Policía de Orlando, donde aún contando con la más sofisticada tecnología, hacía de la participación ciudadana el elemento principal de su gestión en seguridad.

Hasta el hartazgo, una y otra vez, Bonomi hizo punta en ese elemento como forma de sumar un ingrediente principal en la mejora de la seguridad pública. “No hay salida a los problemas de la inseguridad si no hay participación de los ciudadanos” - forma parte de su discurso recurrentemente y los hechos comienzan a darle la razón.

Mientras otros actores políticos mutan su arenga y hoy apuestan al desarme civil, (cuando en tiempos de elaborarse el proyecto de ley de armas -hoy ley vigente- alentaban su uso), el Ministro mantiene intacta sus convicciones y la sociedad aumenta paulatinamente su participación, instalándose como parte de la solución.

Aumento de las denuncias y mejora de la confianza en la Policía, son elementos que pautan el inicio de un nuevo período de gobierno que repite el equipo encargado de liderar el combate al delito. Y es -precisamente- esa mayor participación ciudadana la que permite aventurar resultados en el mediano plazo, a medida que se incrementa la confianza y mejora la respuesta ante el delito.

Pero la participación no se limita a intervenir directamente en arrestos ciudadanos, sino que va más allá de estos casos puntuales tan mediatizados. La participación implica también la aceptación social de quien cometió un delito y pagó su pena, dando oportunidades para que se le incluya en el entramado social y lo contenga, para evitar que reincida. Esa participación también influirá positivamente en el cambio.

Abandonar los tiempos del “hacé la tuya” y pujar por un cambio inclusivo que restañe el tejido social roto, es un camino posible y real que empieza a dar sus primeros pasos. Esa participación -menos estridente pero tanto o más efectiva- no tiene titulares de prensa, pero merece apoyo. 

Asimismo, la sociedad participa activamente en el combate al delito no solo cuando detiene a un delincuente, sino cuando rompe la cadena delictiva promovida por acciones como la compra de objetos robados, la venta de alcohol a menores o el facilitar el lavado de dinero. 

Ninguna autoridad promueve que la sociedad sustituya a la Policía en el combate del delito, pero no existe la Policía omnipresente, ni siquiera en sociedades como la de la ciudad de Orlando, donde aquel Jefe de Policía le dijo a una arquitecta que la seguridad pública, sin participación ciudadana, no es posible.





al hombre lo tentó el precio,
el perro gruñó una advertencia... 

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