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miércoles, 11 de marzo de 2015

¡Hay que avisarle, Yanuzzi!


José Mujica tildó al partido de la Concertación como “un boniato impresentable”, y sus afirmaciones prendieron fuego la apacible pradera política de una elección que no aparece como competitiva entre partidos sino entre candidatos de un mismo partido. Semejante atrevimiento del ex Presidente sirvió de base para que accedieran a espacios gratis de pantalla los que pujan por hacer algo en una contienda electoral de escaso o nulo interés competitivo. Una elección casi cantada para Montevideo que tuvo en Pepe un actor de lujo que volvió a marcar la cancha, como siempre. Lo de boniato, fue tomado tan literal que hay que avisarles el verdadero sentido del término, a quienes hacen de su campaña y su mensaje, honor literal del término y no, precisamente, en alusión al tubérculo...


Son otros "boniatos"

Para los “emepepistas” es común la expresión, estamos familiarizados con el término al punto que me olvido de aquellos asados al horno de la vieja donde me peleaba con mi hermana por arrebatarle la más sabrosa pieza de aquellas asaderas familiares. El botín eran los crocantes y apetitosos boniatos que compartían lugar entre el costillar de carne dorada que hacían parte del festín en los almuerzos. 

Ni hablar de aquellos tubérculos grandiosos envueltos en papel aluminio y abandonados al fuego amigo del horno de leña, mientras se cocinaba algún pan casero, un pollo o algún lechón, según fuera la ocasión y/o el menú elegido para la misma.

Claro, eran otros boniatos, los posta, posta.

Boniatos más gustosos seguramente que estos de que tratamos en esta columna, aunque algunos de estos se merecen nuestro reconocimiento y otros, ni eso. Precisamente a estos últimos “boniatos” es que se refirió Pepe, a ese acuerdo, (boniato), que tildó de “impresentable” por cuanto nació herido de muerte, sin apoyo popular ni nada que se le aproxime, a tal punto que ni candidatos tuvo por un buen tiempo. Salvo algunos que se tomaron lo de boniato de forma tan literal que hasta se llevaron uno, (de esos que tanto extraño de los asados al horno), a su acto de lanzamiento.

Un boniato -en el sentido emepepista del término- es algo elaborado, pensado, estudiado. Comúnmente se refiere a documentos que se elaboran para activar la materia gris, esa que algunos tienen ralentizada al punto de no entender de lo que se habla. “Armate un boniatito”, “Vamos a discutir el boniato que hicieron fulano y mengano”, expresiones harto comunes entre quienes hacen del verbo su acción fermental y dialéctica para generar insumos que se conviertan en políticas. Algunos, con tal destreza y acierto que se convierten en políticas de Estado.

Es difícil que, quienes abrevan permanentemente de lo que diga o deje de decir un formador de opinión calificado como Mujica, entiendan el término. Menos aún si se trata de personas que viven un constante proceso de transformación para instalarse un día como candidato a Ministro del Interior y otro día como candidato a Intendente de Montevideo. Semejante trasvestismo lleva a confundir expresiones tan caras para algunos y tan incomprensibles para otros.

A esta altura es imposible discernir si lo ofendió la comparación tubércula o el adjetivo de impresentable, ya que a estar por la incorporación lineal y absoluta de una “unidad boniata” en pleno discurso, todo parece indicar que le ganó la referencia hortícola, aunque el riesgo de ser un lanzamiento “impresentable” quedara de manifiesto.





el hombre mostró un boniato, 
el perro no paraba de ladreirse...

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