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viernes, 27 de febrero de 2015

Un gesto merecido

Viernes 27 de febrero. Llegó el gran día para un Presidente que se ganó el corazón de propios y extraños (más la envidia de opositores). Hoy viernes, el último acto del mandatario será recibir el Pabellón Nacional cuando sea arriado por última vez durante su mandato. El pueblo, autoconvocado para ir a expresar agradecimiento “al Presidente de todos”, rendirá homenaje a quien supo posicionar a Uruguay en el mundo nuevamente, quitándose el sombrero para saludarlo. Gracias, Pepe!


“Chapeau”, Pepe

La iniciativa la había leído hace varios meses en la red social de Facebook, y me pareció brillante. Reconozco que -a pesar de considerarla una excelente idea- era bastante escéptico con que la misma cuajara. Es común ver muchas convocatorias en las redes que suman miles de adeptos pero que luego no se materializan en la realidad y sucumben como meras iniciativas.

Pero esta vez debía ser diferente, se trataba de Pepe, el Presidente más pobre del mundo, el de todos. Ese que dice y hace lo que piensa y al que no le tiembla el pulso para reconocer que se equivoca para dar marcha atrás. Ese que escucha y cumple, ese que tuvo que lidiar con una interna que no le fue fácil. Ese que se ganó el corazón de muchos que no creían en él, a fuerza de ser como es, y actuar en consecuencia.

Hoy se convoca a concurrir con sombrero, para saludar al mandatario en su último acto presidencial, con un gesto ciudadano de respeto y reconocimiento. Sacarse el sombrero al paso de Pepe, un gesto que se multiplique por miles en una Plaza Independencia inundada de republicanismo y democracia.

Son gestos, mensajes que la sociedad uruguaya comienza a recuperar lentamente. Fue Mujica el que puso a consideración el tema, y no con dichos sino con hechos. Su pertinaz crítica al consumismo, al egoísmo que impide desarrollar lo mejor de una sociedad, que hace perder el sentido gregario que da razón a la vida en colectivo, fueron parte de un discurso hecho carne en su vida misma. Nada de lo que pidió al pueblo uruguayo le fue ajeno, siendo el primero en dar el ejemplo y aplicarlo.

Tras el asesinato infame a un trabajador que fuera ampliamente mediatizado, sugirió un cambio radical en el enfoque del problema de la seguridad. En ese momento se convocaba a paralizar las actividades para reflexionar contra esa muerte y fue Pepe quien cambió la convocatoria para que fuera una movilización por la vida. Por esa vida humana a la que los uruguayos estábamos depreciando a valores impensados. Así nació -de su pensamiento humanista- la estrategia por la vida y la convivencia, dando un giro al enfoque del tema de la seguridad pública. Reclamando a la sociedad -a la postre responsable principal- por cuanto es la que aporta delincuentes, la que abandona valores, la que se deteriora y bombardea a sí misma. Esa misma sociedad que también reclama soluciones a una parte -mínima- de ella misma, (la Policía), olvidando que a un problema social hay que darle una solución social, que la mera respuesta policial no basta.

Pepe hizo de ese discurso una pata principal de su gestión, a sabiendas que no alcanzaría a ver los frutos de su prédica, porque los cambios sociales se producen lentamente y sus efectos -hasta los más drásticos- son producto de años de decantación, y ese tiempo (o más aún), es el que lleva revertirlos.

Por eso es que este gesto ciudadano, que hoy brindaremos al “Pepe de todos”, será una mínima devolución que simbolice el profundo agradecimiento de un pueblo que reconoce a quien le devolvió memoria en esos pequeños grandes actos que hacen a la vida en sociedad.

“Que nunca se nos vaya del alma”, es una frase que recogí también de las redes y me parece de una dimensión enorme como la figura de este viejo que espero nos dure mucho, mucho tiempo.

“Chapeau”, Pepe... y gracias, simplemente gracias.



el hombre se sacó el sombrero,
el perro ladró su agradecimiento...

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