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jueves, 9 de octubre de 2014

La madre de todas las encuestas

Fuente: carlesaparicio.net
Faltan escasas dos semanas y días para que ocurra; es la que vale, es “la madre de todas las encuestas”. Es la verdadera foto, la que irá en el marco y se transformará en cuadro. Una vez más los uruguayos haremos gala de un ejercicio que nos dignifica y enorgullece desde nuestra independencia (a pesar de los años oscuros de la dictadura). Esa “foto” pondrá fin a todo lo que se dice y especula hoy -en plena campaña electoral- sobre los escenarios posibles y las intenciones de voto. Es cierto que todos estamos pendientes de las mismas, pero también es cierto que muchos desconfiamos del nivel de incidencia que pretenden tener en sus conclusiones. Y a nadie escapa que también forman parte de la campaña e inciden en los estados de ánimo que hacen a los electores. En fin, solo esa "madre" pondrá fin a tanto río de tinta vertido y tanta palabra invertida. Y lo hará a sabiendas que habrá quienes tendrán el mérito de haber acertado los pronósticos y -quizás- quienes no. La verdadera encuesta, todavía está por verse...


¿Cuánto pesa esta criatura "JotaCé"?


Para unos resulta liviana la carga, o mejor dicho, los vaticinios se las aliviana bastante. Es que a nadie escapa que los augurios de intención de voto se miran siempre y son un insumo que, sin llegar a ser definitorio, marca la cancha e impacta en los ánimos de los candidatos.

Pero no por ello deja de resultar extraño el salto de los últimos tiempos. Es que después de pasar por un escenario de estable y consolidada primacía holgada, apareció en escena una presunta paridad que hace indefinida la elección a escasos días de la misma. No fue descabellado para otras elecciones en que sistemáticamente blancos y colorados culminaron sus períodos de gobierno con un índice de aprobación en la gestión muy bajo, imponiéndose la necesidad de un cambio siempre.

Ni hablemos del año 2004, en que la desesperación porque se fueran era tal que resultaba abrumadora la sensación térmica (esa sí veraz y perceptible), en un ambiente que estaba muy movilizado para conseguirlo. Hoy día, y tras dos períodos de gobiernos de izquierda, la sensación es otra y el clima de movilización es bajísimo. Ya no hay esa urgencia y se explica (por lo menos yo me lo explico así), por la sencilla razón de que el Uruguay cambió y la gente lo sabe.

Durante el primer gobierno de Tabaré, este terminó con un grado de aprobación de su gestión del 54% (y un apoyo popular del 80%). Algo inédito para un país que venía de escenarios totalmente distintos (Sanguinetti terminó con 22%, Lacalle con 21%, Sanguinetti en su segundo período con 26%, y Batlle con un triste 7%). El Presidente Mujica alcanza hoy el 52% de aprobación de su gestión (todos resultados de la encuestadora Cifra).

Entonces si esto es correcto, parece una paradoja que se planteen escenarios tan diferentes para el resultado de la elección nacional. Parece un contrasentido que el país se disponga a “rifar” lo que tanto le costó construir e intente cambiar el rumbo para “probar suerte”. ¿Será tan así? ¿Será que los uruguayos nos arriesgaremos a dar ese paso?

Siempre nos inculcaron que los uruguayos somos conservadores por demás, al punto que  se eternizaban los partidos tradicionales por esa misma razón, (la propia adjetivación -"tradicionales- es conservadora), y lo es porque los uruguayos no somos afectos a los cambios. Pero cuando ya no se aguantó más nos dimos el gusto y cambiamos, y probamos otra cosa. Y esa cosa funcionó, a tal punto que hoy transcurrimos por una bonanza que mientras muchos la explicaban como producto del viento de cola, en el mundo se paró el viento y seguimos creciendo. Y -vaya paradoja- sin el viento de referencia apostamos por instalar molinos para generar energía, por citar un punto que hace la diferencia. Porque no bastaba con crecer, había que ser sustentable en el crecimiento y aumentar la matriz energética era prioritario para seguir creciendo, incluso a pesar de los agoreros de las peores crisis que -a Dios Danilo, gracias- están por llegar, y no llegarán seguramente.

Entonces vuelvo a la pregunta: ¿será que es así el panorama? ¿Será que los uruguayos se aprestan a jugarse los ahorros de estos diez años por “promesas que nunca cumplieron, los maracanaces que vienen del pueblo”?

Yo tengo otra percepción que, por supuesto, es solo eso, una percepción; que -además- está permeada por un fervoroso deseo de seguir cambiando este país que va camino a repetir la historia de la tacita de plata. Yo creo que los pronósticos son sesgados, que están marcando la cancha y siendo parte de la contienda, cuando debieran ser solo un dato más. Hoy aventuran resultados y escenarios posibles, analizan y desmenuzan perfiles e intenciones de voto hasta de quien está indeciso pero que deja de serlo cuando le atribuyen el voto a algún sector.

Yo creo que habrá un voto silencioso que no se manifiesta como antes porque entiende que el país camina seguro y sólido y no necesita manifestarse antes de tiempo. Lo hará cuando emita su voto y allí no tendrá dudas en renovarle la confianza a la izquierda. Sabe que vuelve Tabaré, y eso ya es de por sí una garantía. Sabe que está el Frente Amplio y esa es otra garantía, y sabe que enfrente está una cara nueva rodeada de otras viejas conocidas de las que se conoce muy bien lo que hicieron.

Y también saben bien que, por más que la mona se vista de seda, seguirá siendo una mona.



el hombre tenía pronta la credencial,
el perro tenía pronto el ladrido...

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