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martes, 19 de agosto de 2014

La Isla: del horror a un espacio de vida

“Han pasado 40 años y aún todo mi cuerpo recuerda ese lugar”
Carlos Caballero, ex preso político.


“Había en la cárcel de Libertad un lugar especial que se llamaba “La Isla”. La isla eran los calabozos, el lugar donde se metía a los presos que infringían el reglamento o se negaban a cumplir órdenes, o se rebelaban contra la arbitrariedad, o cometían errores, o habían caído en desgracia con algún militar. Algunos de los que allí entraron no volvieron a salir y los que salieron habían cambiado en algo sustancial que los volvía otros.

La isla era soledad, silencio y represión. No se podía hablar, nunca. No había luz, el agua para beber era racionada por los militares: por motivos ajenos a la comprensión del preso podían darla a las diez de la mañana, a las seis de la tarde o a las tres de la madrugada...” 
Extraído de “El lenguaje de la soledad” de Carlos Liscano

La solidaridad que llega del frío
 Hjelpemiddelfondet es una organización civil noruega sin fines de lucro, de base idealista y apolítica, creada por iniciativa de Marianne Irgens Hagen y Carlos Caballero en el año 2002. Trabajan de forma desinteresada en proveer insumos para discapacitados, instrumental hospitalario y material educativo (entre otros ítems), a instituciones de todo el mundo. Uruguay es uno de los países que recibe esa invalorable ayuda, fundamentado en que uno de sus socios fundadores es el uruguayo Carlos Caballero, quien cumple a cabalidad aquello de: “la solidaridad bien entendida, empieza por casa”.

A Carlos lo conocí hace años en ocasión de su obra y la posibilidad de dotar de material tecnológico (computadoras) al Ministerio del Interior, para ser distribuidas a lo largo y ancho del país, mejorando la accesibilidad de los sistemas de seguridad pública (SGSP). Dichos insumos fueron suficientes para mejorar el potencial tecnológico y, también, gracias al volumen de la donación recibida, permitió la cesión de equipos a otras organizaciones que no tenían acceso a dichas herramientas. Así fue posible la instalación de una sala de informática en una escuela de Pintado Grande en Artigas, objetivo logrado gracias a este aporte solidario de la fundación.

Hace pocas semanas recibí un correo electrónico desde Noruega, donde nos hacían saber de la existencia de material hospitalario que podría ser de utilidad. La logística de este tipo de ofrecimientos implica que el organismo receptor únicamente se hace cargo de los costos del flete, lo que convierte a la gestión en muy atractiva para cubrir necesidades básicas que de otro modo significarían una erogación importante de recursos públicos. Así fue que al ver ese material nos vino a la mente la obra que se estaba haciendo en la Unidad N° 3 Libertad, en la que otrora fuera “la isla”. Un lugar de tortura y violación de los derechos humanos que hoy se proyecta como un espacio de vida y rehabilitación. Lejos de aquella triste realidad, las instalaciones de lo que sirvió para oscuros fines de aislamiento y muerte, se reconvierten para devolver dignidad y esperanza en la rehabilitación de los privados de libertad.


Como un escalofrío...


Para quien estuvo preso y sufrió la tortura en aquel espacio, la sola referencia le sirvió de disparador de recuerdos que seguramente hubiera no querido recordar. Por eso, cuando leí la impresión que le produjo mi referencia al destino de los insumos que ofrecía, comprendí lo que sentía.

“Cuando me dijeron que los instrumentos que ofrecimos venían muy bien para La Isla, debo decir que me corrió un escalofrío”- expresó Carlos Caballero. No era para menos. Carlos estuvo recluido en ese lugar en tres ocasiones: “la primera fue “la bienvenida”, que nos hacían a todos los presos para marcar como iba a ser la situación de ahí en más. La segunda vez fue bastante más prolongada. Fui castigado porque encontraron entre mis ropas un libro de filosofía que ellos consideraron “material subversivo”. La última, fue “la despedida”. Cuando me firmaron la libertad me retuvieron tres meses más, con tres días de reclusión en la isla: para no olvidar el lugar” - recuerda.

La transcripción no refleja ni por asomo lo que vivieron los cientos de “Carlos” que pasaron por ese lugar durante la dictadura y aún después, cuando -ya restituida la democracia- siguió siendo un lugar de castigo y aislamiento.

Con la refundación del sistema penitenciario de la gestión Bonomi, ese lugar dejó de ser un espacio de horror y tormento para convertirse en uno donde se concentre vida. Un lugar que mitigue el dolor y busque la cura, un destino diametralmente diferente de aquel que le ocupó antes, solamente equiparable al que tuvieron “las latas”. Ambos, símbolos de la peor gestión del sistema penitenciario uruguayo.

Felizmente hoy el cambio es ostensible. Aquel espacio se prepara para convertirse en un refugio donde la sanidad -a cargo de ASSE- cuente con insumos suficientes para atender la salud de los internos y su recuperación posterior. Un lugar reconvertido por los propios internos, en un cambio de paradigma que habla del nuevo rumbo impuesto por el INR.

El nuevo destino -policlínica- contará con tres áreas, una de consultorios para  emergencias médicas, psicológicas y odontológicas; un área técnica de alojamiento para  médicos, reuniones, oficina, baños y, una tercera, con  sala de internación para reclusos en observación (aproximadamente 5 camas).

Esto que se dice y se comprueba con las obras en curso, fue motivo suficiente para que aquel escalofrío del principio de un email, se transformara en agradecimiento “por los nuevos tiempos, frutos de políticas humanas y humanizadoras” -  al decir del propio Carlos Caballero en su correo.

Estamos a pocos días de recibir el embarque*, un nuevo aporte solidario que viene del frío de Noruega pero con calor uruguayo...




 
*22 camas eléctricas articulables, 2 camillas, 20 colchones, 30 mesas de luz con bandeja de apoyo plegable,15 almohadones para escaras/quemados, 2 W C moviles/adaptadores, 3 carros dispensadores, 10 cajones para secar critaleria, 1 silla movilizadora, 24 guardarropas,1 cómoda, 1 pizarra triple, 4 carros percheros, 1 escritorio, 1 heladera, 2 mesas grandes, 2 mesas chicas, 40 sillas, 6 sillas de oficina, 1 sofá tres piezas, 1 sofá dos piezas, 2 sillones una pieza, 2 archivadores/armarios




 
el hombre cerró el contenedor,
el perro quedó esperando el barco...

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