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miércoles, 22 de agosto de 2012

Las cosas por su nombre: pasta base = veneno

Entre pujas y versiones, el FA discute

El Ministerio del Interior fue bien clarito: la pasta base es un veneno y como tal hay que castigarlo. La redacción original prevee tres años de pena mínima para quien trafica un “veneno” como la pasta base de cocaína. No hay dos interpretaciones de esto para quien está encargado de velar por la seguridad de todos los uruguayos.

En el seno de la bancada de legisladores del Frente Amplio se comenzaron a dar matices al texto propuesto, con argumentaciones que no fueron de recibo para las autoridades de la cartera. No obstante ello, en aras de lograr los acuerdos indispensables y en el sano entendido que se presentan proyectos para su discusión y mejoramiento se hicieron ajustes al texto original (siempre recogiendo propuestas de algunos legisladores)

Parece un contrasentido los argumentos esgrimidos que se pudieron conocer -porque los propios protagonistas se encargan de difundirlos- que se considere una atenuante la condición de padre de familia. Lejos de serlo, debiera considerarse un agravante que, quien teniendo hijos a su cargo, elija el tráfico de un veneno como la pasta base para hacer de ello su medio de vida. Disparatado por donde se lo mire!

Aún con ese argumento de peso, se intentó contemplar en algo la argumentación bajando el mínimo de la pena pero aún así se mantuvo la discrepancia con algunos legisladores que parecen no entender el problema de fondo. De otro modo no se explica como alguien puede pensar en que no se penalice (o si se lo sanciona sea mínimamente), el narcomenudeo por ejemplo. Dejando, de ese modo, un flanco descubierto.

La Senadora Constanza Moreira fue de las más duras al decir que nada se resuelve con aumentar las penas. Algo de razón puede tener pero en particular sobre este tema no le asiste ninguna, a nuestro humilde modo de ver y entender el problema. Nadie -aún invocando un estado de necesidad- puede arrogarse el derecho de hacer del tráfico de una droga como la pasta base de cocaína, un medio lícito de vida. Y menos invocar su calidad de sostén del núcleo familiar como condición de excención de responsabilidad.

Los medios de prensa recogen ahora las diferentes versiones presentadas a la bancada y lo hacen diciendo que el Ministerio propone tal o cual cosa... sin aclarar que lo hace recogiendo las inquietudes de algunos legisladores en procura del ansiado consenso. Es justo aclararlo porque parecería que el Ministerio del Interior puja por minimizar los efectos de un proyecto que intenta desterrar a la pasta base de la sociedad uruguaya penando con dureza su producción y tráfico, lejos (muy lejos) de otra intención que hoy parece atribuírsele.

Que no se intente siquiera atribuir ahora al Ministerio del Interior la intención de flexibilizar posiciones en procura de reducir los tiempos de internación que podría afectar los niveles de hacinamiento que se vienen regulando exitosamente por las nuevas autoridades. No faltará quien diga que con lo propuesto -que siempre obedeció  a intercambios con los legisladores- se pretende eludir un probable incremento de los procesamientos. Es cierto que ello puede ocurrir, pero también se apela al efecto disuasivo de una norma que penalice con penas inexcarcelables de manera de lograr el efecto deseado, persuadir a quien sea a que no se se siga el camino del trafico de pasta base y, de hacerlo, atenerse a las consecuencias.

No nos cuadra que por ser pobre ello signifique un atenuante. ¿Tanto habremos cambiado los uruguayos? No lo creo. Me crié viendo el sacrificio de mis padres, quienes me enseñaron que el trabajo y el estudio es la fuente para lograr lo que uno quiera en la vida. Muchas mañanas de frío y lluvia viendo a mi viejo salir al turno de la fábrica, o a mi vieja haciendo sus trabajos caseros (a los que nos sumó siempre), fueron inculcando los valores que hoy me enorgullezco de llevar y transmitir a mi hijo. Es cierto que la fractura social que vivimos llevó a que varias generaciones no hayan visto esto, pero no por ello podemos aceptarlo. “Es lo que hay valor”, dice Kesman, y es lamentable que así sea.

No. No es así. Es otra la forma y el desafío. Basta de aceptar las situaciones como se dan sin animarnos a cambiarlas. Es hora de hacer algo diferente si queremos resultados distintos. La pasta base es un veneno y quien se dedique a producirla y/o traficarla debe saber que los uruguayos no queremos eso y estamos dispuestos a castigar esa conducta con todo el peso de la ley. Aún cuando sea un padre de familia, pobre y haga de ello su actividad principal. Ser pobre no es sinónimo de ser un envenenador de juventudes, y eso lo saben todos muy bien. La pobreza es solo material y reserva una riqueza mayor que es la dignidad. Esa es la riqueza que debemos recuperar.

Que nadie se haga el distraído. Los que estuvieron en la discusión saben la verdadera intención de la propuesta. Nadie se baja de la misma y que quede bien clarito: para el Ministerio del Interior la pasta base de cocaína es un veneno y como tal debe caerle todo el peso de la ley.




el hombre escuchaba y escribía,
el perro gruñia y escuchaba...

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