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sábado, 31 de octubre de 2009

Lo que no leen las encuestas

"El Río de Otorgués"

18 de Octubre de 2009, las calles de Montevideo y Canelones se tiñen de rojo, azul y blanco. En una demostración asombrosa de movilización y alegría, cientos de miles de frenteamplistas salen a recibir la caravana final de la fórmula presidencial del FA. Treinta y dos kilómetros de una apretada fila de coches que circulara a paso de hombre entre el tubo humano que le recibía en el trayecto hacia Pocitos, punto final del encuentro.

La rambla de Montevideo se transformó en el “Río de Otorgués”, y la tricolor bandera que representa al Frente Amplio fue la nota común y dominante en toda la manifestación. La mística frenteamplista despertó definitivamente y sobrepasa todo sectarismo, siendo por lejos el símbolo que identifica a los militantes. Tremenda bofetada para una oposición que se hartó de denostar a nuestro Frente Amplio aduciendo que no éramos un Partido como ellos. Sin embargo, en esta campaña fue ostensible la diferencia de enfoque y tratamiento de cada anuncio electoral; mientras los blancos resaltaban los sectores por encima de los candidatos, en el FA se resaltó siempre la unidad y la fórmula. Detalle no menor al tiempo de evaluar y hacer comparaciones. Lo de Partido se les quedó en otro sentido que bien puede ser sinónimo de división.

A escasísimas horas de la veda, el Cerro de Montevideo se cubrió con esa colcha, y fue un eslabón más de la larga cadena construida para que este domingo se concretara el sueño de la renovación del gobierno frenteamplista y otro Pepe dirigiera el destino de los orientales. Uruguay está en la senda correcta y la transformación y el desarrollo no serán más una utopía inalcanzable. Paradojalmente real, es un Tabaré primero y un Pepe después, (nombres tan caros a nuestra idiosincrasia más pura), los que marcan el camino. Pero es un pueblo consciente de querer ser dueño de su destino el que les da esa oportunidad, a sabiendas que se la está dando a sí mismo.
25 de octubre. Son pasadas las 20:45 aproximadamente, las encuestas empiezan a dar sus bocas de urna donde un apresurado Luis Eduardo González anuncia el triunfo del SI rosado y la posibilidad de que el FA arañe la mayoría absoluta. Sin embargo, con el correr de los minutos y los primeros datos de escrutinio la tendencia es otra y los plebiscitos no alcanzarían la aprobación necesaria de la mitad más uno, y el FA se alejaba de la victoria en primera vuelta, arañando sí la mayoría parlamentaria aún por definirse a estas horas (mañana del lunes 26).

De todo eso que pudieron leer las encuestas –que esta vez aciertan con el escenario del balotage- surgen nítidamente aspectos a los que no llegó ninguna, esos rincones de sentimiento que solo quien lo vive y siente, conoce. Es por ese plus, que no lee ninguna encuesta, que no podemos permitir un sentimiento de derrota sino todo lo contrario. Estamos en la encrucijada histórica de repetir gobierno y no festejamos como quisiéramos pero seguramente lo hagamos en noviembre. Cómo puede pensarse otra cosa cuando un gobierno mantiene un 48% de su electorado tras un período de mandato que siempre acarrea una cuota de descontento a quienes no fueron contemplados como esperaban. La utopía sigue intacta a pesar de ese rezago y seguramente quienes no le dieron ayer su voto al FA lo hagan en la segunda vuelta pues saben bien que merece seguir siendo gobierno.

Ayer se respiraba un aire de esperanza y alegría que si bien no fue exteriorizado plenamente -pues no se obtuvo el objetivo deseado (ni las reformas plebiscitarias que solitariamente apoyaba el FA)- es notorio que el sentimiento sigue vivo. Sólo el Frente Amplio es capaz de trasmitir esa alegría a su gente y la fiesta se hará esperar un mes más, pero llegará. Lo merecemos todos, y fundamentalmente esos cientos de miles anónimos que llevan su bandera de Otorgués estoicamente y constituyen ese río imaginario que inundó el país entero y que seguramente besará nuevamente las calles para demostrar que la única batalla que se pierde es la que se abandona. Eso es precisamente lo que nunca podrán leer las encuestas, el sentir frenteamplista que va impregnado de generosidad y entrega por una causa que no es otra que la de un país más justo y solidario.

Según los resultados parece que Uruguay se divide por mitades, pero estamos convencidos que en el día después, los uruguayos nos embanderamos tras un sol y nueve franjas sin apasionamientos desmedidos. A veces pasa que se pintan escenarios que no podemos permitir para que una lucha electoral no se transforme en una línea divisoria entre quienes tenemos el deber de sacar a este país adelante y que somos todos sin distinción de partidos. Por supuesto que las rutas a seguir son diferentes, nos podrán llevar más rápido o más lento a destino, pero todas deben conducirnos al mismo lugar, ese país soñado que estamos recuperando definitivamente.

A redoblar entonces, que nadie está derrotado ni mucho menos.
Tan solo nos demoraron la alegría unos días más.

¡Viva el Frente Amplio! ¡Viva URUGUAY!

el hombre revoleaba la bandera,
el perro se aprontaba para seguir ladrando...

publicado en LA ONDA DIGITAL

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