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domingo, 11 de febrero de 2024

Barrios intervenidos… por la violencia

Fuente imagen: Subrayado
Si en la estrategia dual de la que habló el ministro Martinelli estaba la intervención policial de los barrios, esta no estaría dando los resultados esperados a estar por la escalada violenta que se desató en los últimos días. Bastó que se anunciaran los barrios intervenidos para que surgieran homicidios, copamientos y/o rapiñas muy violentas como respuesta. Pareciera que la criminalidad responde con todo lo que tiene y deja en incómoda posición a una gestión que ha sido superada ampliamente por la realidad. A pesar de ello, siguen hablando con total impunidad aportando datos de una realidad paralela que la ciudadanía no percibe al punto de ubicar a la inseguridad como su principal tema de preocupación. Para rematar este contexto, sale el ex ministro Heber a disparar cifras falsas para seguir demostrando que la principal boca sigue abierta… la suya!

Augurios de la parca

Basta que salgan a decir que bajaron las cifras de delitos (que son en realidad denuncias) para que casi de inmediato reciban una bofetada de realidad con tristes episodios de violencia que se disparan a lo largo y ancho del país. Así ocurrió cuando fungía el ex ministro Heber en la cartera donde, como respuesta a sus dislates argumentales sobre la seguridad, los uruguayos asistiéramos a verdaderos récords de muertes violentas en forma casi que simultánea. Situaciones que antes generaban sendos titulares y que ahora justifican increíblemente con los mismos argumentos que antes se cuestionaban y que -por supuesto- no adquieren la relevancia de entonces.

Pero, la realidad es mucho más porfiada y la gente -la verdadera víctima de todo esto- no dejó pasar la ocasión para ubicar al "desubicado" en el peor lugar del ranking como el peor ministro evaluado. Alguien que -además- debió salir por la puerta de atrás y de la peor manera, tras las mentiras urdidas en contra del Parlamento por el caso del pasaporte al narco peligroso y pesado, Sebastián Marset. 

A pesar de todo sigue hablando con la misma dosis de ignorancia que lo caracterizó al frente de la cartera sin reparar que sus dichos son absolutamente refutables con datos y no con relatos. Entre las tantas falsedades que disparó recientemente, un artículo de La Diaria lo dejó en evidencia para rematar que las muertes derivadas de rapiñas si bien han bajado en número, ni cerca son las cifras que ventila sino más del doble (25) en el último año. Cifras que tienen el karma de las muertes dudosas que relativizan los números de los homicidios que acusa la cartera en sus registros. 

Números que están en duda por la opacidad con la que han manejado la divulgación de las estadísticas cambiando los criterios históricos del Observatorio de respetar ciclos semestrales y comparaciones de períodos similares; y no el antojadizo de: un mes contra el anterior, bimestralmente, trimestralmente; años con pandemia; años sin pandemia; etc. 

¿Intervenciones fallidas?

La gestión de Martinelli no difiere mucho de su antecesor, pero hay un intento en disimular las carencias con menos exposición y algún gesto innovador que llega tarde. Lo que no logran es consolidar un modelo de gestión efectivo que dé respuesta a las necesidades de la gente, esa que sufre la violencia descontrolada en los barrios.

Villa Española vivió una verdadera guerra entre clanes familiares que llevó a un desembarco policial sin precedentes. Los patrullajes se intensificaron y la presencia policial pasó a ser habitual en el barrio. Sin embargo, los homicidios siguieron ocurriendo quizás no con la espectacularidad de antes, pero la presencia policial no apaciguó la virulencia.

Como si fuera un efecto rebote, a la intervención operada allí le siguieron otros barrios que empezaron a mostrar un clima de intolerancia tal que se traducía en más muertes. Y a ese lugar iba -otra vez- la policía como respuesta y la palabra intervención se repetía.

Marconi, Cruz de Carrasco, Villa Española; Malvín Norte (Boix y Merino), fueron los primeros, pero no serán los únicos. Salvo que se reconozca que no está dando el resultado esperado y se decida otro tipo de respuesta a la escalada de violencia que se ha disparado en los últimos días.

Porque no hace muchas horas desde que se escribe esta columna que un ciudadano cubano fue ultimado en su casa del barrio de Malvín (ya no un barrio marginal ni de contexto crítico), en lo que pareció ser un copamiento. Como el que vivió una anciana el día anterior (a pocas cuadras de donde ocurrió ese homicidio) y que hoy lucha por su vida en un CTI capitalino.

Todo parece escrito por "el libretista de Dios", al decir de Darwin Desbocatti, porque basta que salgan a decir que bajan los homicidios por rapiña para que se produzcan eventos de este tipo cual nefasto augurio.

En otro orden, se aprecia una especie de crisis de autoridad que se contradice con los alentados discursos de inicio de gestión ("se terminó el recreo"; "hay orden de no aflojar"). Hoy parece que el recreo sigue vigente y que algo se aflojó a pesar de la orden. Se roban cámaras de videovigilancia y no hay reacción. Ocurrió hace muy poco con cámaras en el Cerro, pero ocurrió hace muchos meses con cámaras en la Unión, donde se apagan luces del ornato público como complemento de un escenario que construyen los delincuentes para operar sin inconvenientes.

No sé cuál es la mejor solución pero todo parece indicar que la intervención operada no está dando los resultados que esperaban. Tampoco creo que la mejor respuesta sea solamente la intervención policial, porque la violencia con violencia solo genera más violencia. Sin dudas que hay situaciones que se tienen que reprimir pero, también, hay que reconstruir ese entramado que en algún momento se rompió, y eso no lo puede hacer la policía sino la gente. Por eso es que urgen intervenciones sí pero de ciudadanía. Más y mejor ciudadanía con el Estado más presente como respuesta.

Es ahora, antes que sea demasiado tarde.


el hombre escuchaba las noticias,
el perro ladraba para intervenir… 



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