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viernes, 7 de septiembre de 2018

Dioses distintos...

Ellos tienen su Dios, o por lo menos se quedaron con una mano de la divinidad a la que le deben un mundial. Ellos veneran a otros dioses, se encandilan con sus luces, gustan ser los hermanos mayores, los que la saben toda, los dueños de la viveza criolla. Ellos dicen ser los creadores del dulce de leche, del asado más grande del mundo. Ellos sostienen que Gardel es francés (si hubieran podido decir que era argentino hacía rato que eso estaría patentado), pero se aferran como a un rencor a reconocer siquiera la posibilidad de que sea uruguayo. Ellos se apropiaron de La Cumparsita y la hicieron pasar como suya en eventos de corte mundial sin reconocer que esa sí, sin lugar a ninguna duda, es más uruguaya que el dulce de leche, que Gardel o que la viveza criolla. Ellos adoran al Dios “dinero” pero se les escurre cada vez en alas de las “golondrinas” que no harán verano pero hacen sus “agostos” argentinos cada vez que pueden. Mientras, de este lado del Plata, nosotros, los hermanos menores, los chicos, los inexplicables de la historia, disfrutamos de la calma y la estabilidad financiera. Nosotros, los uruguayos lo tenemos a él… al Dios de pelo blanco, cara seria y poco empática, discurso mesurado pero sólido, respaldado por más de década y media de medidas acertadas que hoy marcan la diferencia. Nosotros, lo tenemos a Danilo...


Danilo, el extraño

Mi primera aproximación fue a poco de ganar las elecciones en el 2004, antes de fin de año lo encontré -auto de por medio- en un estacionamiento de un importante centro comercial de Carrasco. Mi comentario en voz alta iba dirigido a él, artífice de una victoria que celebramos después de mucho tiempo esperándola. Lo tenía al alcance del abrazo o tan siquiera de la sonrisa cómplice que devolviera una respuesta empática a un militante anónimo que se encargaría de multiplicar el hecho. 

Sin embargo, bajó la cabeza y nada dijo mientras se subió al coche y partió raudamente del estacionamiento. La desilusión me ganó de inmediato hasta que me consolé pensando que alguien como él estaría saturado al extremo después de una campaña electoral dura y larga. Aunque, hubiera preferido aquella sonrisa entonces, no lo voy a negar.

Con el tiempo aprendí que lo importante no siempre va acompañado de una dosis de empatía, quizás por tratarse de técnicos que son tan brillantes que, inmersos en su expertise no se dan un tiempo para transmitir el mensaje de manera amigable para el común de los mortales. Sin embargo, no pierden de vista -ni por un segundo- el objetivo de ser eficientes en su gestión para beneficio de la mayoría. Entonces, entiendo ese carácter y modo de ser de quien pone su mejor esfuerzo al servicio de otros, quienes hoy solo podemos agradecerle que todo ese conocimiento estuviera al servicio de darnos la tranquilidad que gozamos los uruguayos por estas horas.

En momentos como estos, donde la noticia está concentrada en lo que pasa en la vecina orilla, no podemos menos que agradecer a la diosa fortuna que hayamos nacido de este lado del río. Y, también, agradecer que un día nos cerraron los puentes -algo que no imaginábamos pudiera pasar- pues ese gesto nos permitió darnos cuenta que había otro mundo esperando por nuestros productos y solo había que intentar conquistarlo. Así fue que nuestro “dios” se las ingenió para abrir nuevos mercados y soñar con atraer nuevas inversiones que generaran puestos de trabajo. Un andamiaje de política económica que mereció audacia y mucho ingenio, para un país pequeño que forma parte de un bloque comercial que cuenta con una asimetría que juega en contra casi siempre.

Pero cuando el objetivo está definido el rumbo es uno solo y hacia ese punto navegó el país desde el 2005 no sin antes diseñar y construir un modelo económico acorde con  posibilidades ciertas y sin arriesgar más allá de esas posibilidades.

Crisis antes, confianza hoy

Aquel 30 de julio del año 2002 lo recuerdo bien. Momentos antes tuve la suerte de extraer mi sueldo del aquel cajero del extinto Banco Montevideo el que, a partir de entonces, entraría en liquidación y cierre junto con el Banco Comercial. Los Peirano y los Rhôm pasaron a ser nombres muy conocidos entonces y las “hordas” bajaban por las nacientes redes sociales (porque por las calles nunca lo hicieron). Eran días negros en que un avión lleno de “dolores” (dicho en un mal castellano, por Martín Silverstein, embajador estadounidense), llegaría para evitar la cesación de pagos uruguaya y el corte de la cadena de pagos.

Eran tiempos de corralitos argentinos y préstamos reprogramados uruguayos (“corralitos orientales”); tiempos de compra de carteras (incobrables), pérdidas de reservas y de términos como “riesgo país” o “investment grade” que empezaban a llenar las noticias mientras más de 100 gurises por día se iban por el Aeropuerto de Carrasco. 

“Culpa de un tal gordo Lanata”, al decir de un presidente divertido para quien los argentinos eran “unos ladrones del primero al último”… hasta que les tuvo que pedir perdón lacrimógeno allende el río. 

Así fue hasta el 2004...

Con la izquierda en el poder la esperanza de cambiar el rumbo hizo carne en la gente y en la realidad uruguaya. El viento de cola ayudó -es cierto- un viento que pronto se puso de frente y lo encontró a él al frente de la tormenta para capear el temporal y sortear con éxito lo que muchos agoreros esperaban ansiosos no pudiera.

Una de las primeras medidas fue la desvinculación del Fondo Monetario Internacional, organismo que había dirigido la política económica nacional hasta entonces, en razón de los acuerdos celebrados que así lo establecían. Con la soberanía del manejo de nuestra deuda la situación empezaría a modificarse y los títulos de deuda pública que ofrecía el Uruguay para generar recursos se colocaban rápidamente superando todas las expectativas y demostrando la confianza en este pequeño rincón del mundo que honraba sus deudas.

El mercado interno fue dinamizado merced la recuperación de un factor principal: el salario de los trabajadores. La reinstalación de los Consejos de Salarios inició un periplo virtuoso de recuperación del poder adquisitivo que se mantiene hasta hoy. Olvidado por décadas, aferrados a las fórmulas sagradas del FMI, el salario era un olvidado permanente que sucumbía a los ajustes sin recuperar nunca su fortaleza. Esa variable fue considerada a la hora de reformular la política económica y vaya si hizo la diferencia entonces y la sigue haciendo hoy. 

El salario mínimo dejó de ser un mero valor de tributación ficta para acompañar el crecimiento del país y aunque aún dista mucho de contemplar las necesidades básicas de cualquier trabajador, lidera en la región superando a las potencias hermanas y vecinas que hoy padecen serias crisis financieras. 
Durante la administración frenteamplista se crearon unas 300 mil plazas laborales, y si bien es cierto que se han perdido unas 45 mil en estos últimos tiempos -fruto de la desaceleración de la economía- las perspectivas de crecimiento siguen siendo buenas y lejos -bien lejos- estamos de los vecinos y sus problemas. 

Cómo será la cosa que hasta reconocidos voceros opositores como Heber o Amorín, salieron a reconocer que nuestro país no está en crisis, y si bien hacen foco en alguna exportación cancelada al país vecino, no pueden negar una realidad que tiene a los uruguayos blindados y protegidos gracias a su santo patrono: San “Danilo”. 

Es en momentos como estos en que uno debe reconocer el trabajo de un equipo económico y a quien lideró desde siempre el rumbo, a pesar de no entenderlo muchas veces. La realidad argentina explica hoy, de manera inequívoca, todo lo bueno que hizo aquel profesor/decano de Ciencias Económicas que, siendo Ministro, aplicó los conocimientos aprendidos para beneficio de su pueblo.

Hoy repaso lo que viví en el 2002, y lo refresco en los canales y portales argentinos donde  la desconfianza gana terreno cada día y es la respuesta a cada salida de las autoridades de gobierno. Y lo comparo con nuestra realidad y no puedo más que estar agradecido.

Es en tiempos como estos cuando uno puede volver a gritar con orgullo, “Uruguay, no má!!”

Gracias, Danilo… 

el hombre miraba canales argentinos,
el perro dormía tranquilo...

1 comentario:

  1. PERO NOSOTROS LOS FRENTISTAS NO APRECIAMOS.... SIRVEN MAS LOS DISCURSOS DE TRINCHERA QUE LA SERIEDAD.... LOS ROSADOS LO MATAN Y NOSOTROS SILKENCIO.... DESPERTAR FRENTISTAS....

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