Fuente imagen: Montevideo Portal |
A más de una década de producidos los hechos, nuevamente salen a la luz testimonios ocultos –hasta hoy- en que sus protagonistas son los mismos que ejercieron terrorismo en nombre del Estado. Curiosamente, también, salen a relucir estos testimonios en medio del inminente tratamiento del desafuero del hoy senador Guido Manini Ríos, que lo involucran cuasi directamente con una modalidad impuesta en los mandos militares, un pacto de omertá aún vigente que inunda de una tremenda opacidad a todos los procedimientos de los que son protagonistas. Si algo hay que reconocerles es que todo lo dejan por escrito, aunque no todos esos escritos los informan convenientemente, tal como exige la ley vigente, a sus superiores inmediatos y –mucho menos- a los mandos políticos. En esta suerte de cadena de responsabilidades tampoco se salvan quienes tuvieron la posibilidad de acceder a esa información y fueron omisos (por acción u omisión) al momento de tomar resoluciones que afectarían hasta al propio Presidente de la República. Pero lo más llamativo de todo este asunto, sin ser lo más grave –o tal vez sí- es la concepción que tienen los altos cargos militares del “honor”. Una concepción que se asimila más al “deshonor” por cuanto invierte los valores esenciales de la condición humana al subvertirlos en rango de importancia poniendo a la vida por debajo, de forma inexplicable. Es toda una cuestión de honor que debería reformularse sin demora…