El Frente Amplio vuelve al gobierno como resultado de su esfuerzo militante; ese que le distingue y lo hace único a pesar de la burda copia multicolor. Las copias nunca son mejores que el original, y a este rejunte cupular (que ignora y cobra cuentas a su militancia de manera increíble), lo separan años luz de distancia con la fuerza de izquierda. Las mayores fugas de votos fueron del partido de quien se decía “muy de Capricornio”, alguien que no pisó –en toda la campaña de la primera vuelta- al único departamento colorado del país, y recién lo hizo con el candidato oficialista en la segunda vuelta. Un detalle que muchos batllistas de ley no le perdonaron, al punto que muchos de ellos dieron el paso definitivo de sumarse al Frente Amplio a partir de esa actitud. Al final, de Capricornio poco y nada…
Y pasó la segunda vuelta, la definitiva, esa que estaba empatada según las encuestas, pero que terminó rápidamente marcando la irreversible decisión del soberano. No hubo que esperar a la madrugada, fue tan marcada la diferencia que a las 20 horas y poco, un Gerardo Caetano dejó entrever una sonrisa y una mirada cómplice con Carolina García que ya adelantaba el resultado que pocos minutos después confirmaría Ignacio Zuásnabar de Equipos: había Presidente y se llama Yamandú Orsi. Fueron cinco de los peores años que la ciudadanía supo calibrar y condenar para no renovar el crédito a un gobierno que se olvidó de las mayorías y convivió con sonados escándalos. El Frente Amplio volvió al gobierno y lo hizo contra todos, para instalar un gobierno para todos…
