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Espacio de notas de opinión escritas por su autor Fernando Gil Díaz - "El Perro Gil"
martes, 27 de octubre de 2020
Líos en la Baticueva
domingo, 25 de octubre de 2020
Al avión! Al av…
Una semana para el olvido tuvo el Ministro del Interior en el comienzo de la segunda quincena de octubre. Los homicidios disparados mientras insiste en el absurdo de querer torcer la realidad que padecen muchos uruguayos que siguen sufriendo la delincuencia junto a la pandemia. Que los delitos vienen bajando solo lo percibe el Ministro y una claque que cada vez se reduce más, ante el impulso de los hechos mismos. Un día tras otro los crímenes y rapiñas empiezan a movilizar a los vecinos en los barrios de Montevideo, principalmente. Varios colectivos se han hecho sentir con movilizaciones que reclaman más patrullaje y presencia policial ante lo que perciben como un aumento de la criminalidad que los afecta en su entorno más cercano: el barrio. Y no solo en Montevideo, porque en balnearios de la Costa de Oro también empiezan a mostrarse impacientes ante un recrudecimiento de los delitos que no parecen ser registrados por la cúpula de la cartera que sigue pregonando bajas que solo ellos perciben. Y para matizar una semana con metidas de pata incluidas, donde el periodista Gabriel Pereyra denunció el aumento de casos de desalojos a mano armada en varios barrios de la capital, el Ministro anunció el pase a Fiscalía de esa denuncia en una muestra de absoluta ajenidad mezclada con ingenuidad o directamente desconocimiento de lo que sucedía en los barrios de la circunscripción más importante del país. En un tiempo no tan lejano, los Operativos Mirador daban cuenta de esa actividad y ponían fin –en acciones interinstitucionales que incluían a la Policía, Fiscalía, Intendencia, Alcaldías, y empresas públicas- de bandas criminales que asolaban a los vecinos y se hacían de sus viviendas a punta de pistola. Pero en medio de tanta pálida una buena; casi media tonelada de cocaína fue incautada en un campo de Tacuarembó. Un gran golpe al narcotráfico, si no fuera porque a pesar de los escasos mil y pocos metros que los separaban, dejaron partir a la avioneta que transportó la droga, en una acción que pocos se explican y que muchos menos, entiende.
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