Inmortalizada magistralmente por el inolvidable Quino, la viñeta de Mafalda en la que lucía esa frase era toda una postal de un tiempo tumultuoso que parece volver a vivirse en tierras orientales. La criminalización de la protesta quedó plasmada en ley tras la aprobación de la LUC y con ese instrumento a disposición, un débil Ministro no logra contener a la fuerza policial que al grito de “se terminó el recreo” la emprende contra jóvenes en plazas públicas. Al mismo tiempo, la Policía retrocede y cede terreno en zonas críticas donde la delincuencia vuelve a aplicar prácticas que creíamos derrotadas definitivamente. La discrecionalidad con que se aplica la ley es llamativa y empieza a quebrar la curva de confianza que había recuperado la fuerza civil encargada de la seguridad de las personas para volver a tristes récords de desconfianza y rechazo. Directa consecuencia de un liderazgo ausente y mensajes fallidos que lejos de brindar soluciones hacen parte del problema, agravándolo.