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Fuente imagen: wikipedia |
En el año de 1284 en el día de Juan y Pablo
siendo el 26 de junio
por un flautista vestido con muchos colores,
fueron seducidos 130 niños nacidos en Hamelín
y se perdieron en el lugar del calvario, cerca de las colinas.
¿Quién no recuerda haber escuchado la historia del flautista de Hamelín? Bueno, quizás alguno nunca la escuchó y a eso apuntará esta columna ante una realidad que nos interpela como sociedad en este Uruguay que -a mi modo de ver- se ha convertido un poco en algo parecido a aquel pueblito alemán de Hamelín. Por estos tristes días, han aparecido "flautistas" para llevarse y abusar de nuestros niños seducidos por la "música" de su instrumento. Vidas pequeñas e inocentes, arrebatadas sin más por la brutalidad patológicamente humana. Como si eso no alcanzare, la indignación colectiva despertó las peores reacciones en reclamo de penas de muerte o flagelaciones contra los autores como si con ello se les devolviera la vida y/o la dignidad abusada de las inocentes víctimas. "Papá, ¿y si los matan a todos, que quedaría?", preguntó el hijo atormentado ante las noticias que escuchaba por esos días. El padre solo atinó a responderle: "Quedaríamos nosotros, los asesinos…"