Las comunicaciones se han transformado de tal manera en este siglo XXI que se inicia, que será reconocido como “el siglo de las telecomunicaciones”. La vertiginosidad con que se producen y transmiten imprime un ritmo que muy pocos -casi nadie- puede seguir en forma permanente pues desborda toda capacidad humana. Ese ritmo de vértigo lleva muchas veces al error y son pocos los que se percatan de ello.