Fuente imagen: Caras y Caretas |
El narcotraficante uruguayo Sebastián Marset se convirtió en una enorme piedra en los zapatos del gobierno, tras la dimensión que viene acumulando su reciente aparición en tierras bolivianas. La trascendencia de sus actos está siendo cuantificada por los informes periodísticos que dan cuenta de una organización que llegó a movilizar –en tan solo un semestre- más de 16 toneladas de cocaína evaluada en unos 800 millones de dólares. Ante semejantes datos, las autoridades uruguayas están en el ojo de la tormenta mediática y judicial, por cuanto son las responsables de la emisión del pasaporte que operó cual salvoconducto para que hoy siga prófugo de la justicia internacional. Mientras el ministro Heber y sus asesores, utilizan la primera persona para referirse a una investigación que los tiene en la mira por los “errores” más que por los aciertos (¿?) en un caso que puede llegar a tener derivaciones impensadas, lo cierto -por ahora- es que Marset sigue eludiendo a sus perseguidores y muchos sospechan que abandonó Bolivia y podría estar en tierras brasileñas. Aramos dijo el mosquito (uruguayo), mientras el buey (boliviano) es el que hace todo el trabajo…