Si la orden presidencial lo había dejado expuesto, la concreción de la misma fue un mojón que marcaría la impronta del presidente del SECAN (Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional). Un puesto que debiera reflejarse en una gestión plural y democrática de los medios públicos. Con su legajo de periodista a cuestas y devenido en figura (¿?) política fue premiado con el puesto al mejor estilo de aquel recordado "Gorostiaga" del inefable Olmedo. “El puesto es casi suyo...” le dijeron y puso proa a conseguirlo. Pero luego había que mantenerlo y en eso anduvo y permanece quien hace uso y abuso de las redes sociales en actos de sincericidio que lo muestran tal y como piensa. Un puesto de tanta importancia como el suyo merece una gestión profesional y de nivel superior al de un barrabrava que –encima- hace política de baja estofa desde un cargo público…