Fuente imagen: Presidencia.gub.uy |
Las cifras de denuncias de delitos divulgadas por el Ministerio del Interior generan más dudas que certezas y lejos de aceptarlas como la buena noticia que debiera ser, la opacidad de la información aportada conspira contra ese sentimiento. Es que se han encargado de vender los datos como un producto comercial al que nadie debería cuestionar aceptándolo como bueno, porque ellos lo dicen. Es decir, una noticia como la baja de los delitos podría celebrarse si ese dato se correspondiera con la percepción que tiene la ciudadanía sobre los mismos, pero no se habla de delitos en puridad ya que los datos refieren a DENUNCIAS y con el agravante de contar esta nueva administración con varios antecedentes de dudosa cristalinidad a la hora de generar registros. Cientos y cientos de reclamos inundan las redes a la hora de evaluar estos datos dando cuenta de las dificultades que tienen para denunciar cuando son víctimas de delitos y -la mayoría de las veces- esas dificultades terminan desestimulando la concreción de los registros delictivos. Lejos de estimular y fomentar la denuncia, el sesgo es el contrario, poniendo obstáculos a la accesibilidad que supo tener antes la gente para denunciar un hecho delictivo sin importar la gravedad ni la cuantía del mismo. Porque la consigna antes era la de conocer la realidad para poder cambiarla, a partir de mapas de delitos veraces que permitieran una eficaz operativa policial de prevención y/o respuesta. Hoy, quienes fungen en la cartera más problemática, padecen de amnesia selectiva y lo que antes criticaban forma parte de su argumentación para justificar datos de dudosa confiabilidad. Crisis de confianza que ellos mismos construyeron por década y media, pero que ahora intentan revertir a su favor como si fuera tan fácil…