Los uruguayos somos porfiados, tanto que hasta creo que nacimos como país independiente de puro contras que somos. Sí, ya sé toda esa historia del país tapón y el arreglo inglés, pero aunque pocos -y para algunos, extinguidos- los charrúas nos supieron legar (aunque no sea del todo cierto), su indomable rebeldía y así seguimos. Por lo menos si no es real, nos la creímos tanto que nos sentimos invencibles hasta de un virus mortal que nos acecha hoy día. Resulta extraño que con datos sanitarios que nos han posicionado en el peor de los podios mundiales con más muertes y contagios por millón de habitantes, seamos tan orientales como irresponsables a la hora de protegernos como colectivo. Pero lo peor de todo, creo, es la hipocresía que acompaña cada acción teñida de estúpidos partidismos que contribuyen a seguir acumulando cifras espeluznantes relativas al Covid-19. Todo parece transcurrir como si nada ocurriera a nuestro alrededor, todo sigue igual… hasta que nos toque.