Por estos días se promociona una inusual práctica para quienes siempre estuvieron en las antípodas de aplicarlas, pero que a la hora de copiar lo que funciona no tienen prurito alguno en hacerlo.
Haciendo buen uso del espacio público que significa el Parque Líber Seregni –que para eso se invirtió y eso no es lo criticable, que quede bien clarito- anuncian las huestes de Pedro, una mateada con el candidato a la IMM por su sector.
Eso no es otra cosa que la confirmación más absoluta de los cambios que se vienen procesando en nuestro país y de los cuales los uruguayos vamos formando la idea firme que ya no hay vuelta atrás. Y bienvenida sea esa movida, pues significa ni más ni menos que dejaremos de ser un país gris y sin visión para entrar a recorrer orgullosamente la ruta del desarrollo y del se puede. Un se puede que bien pronto –para gracia de todos nosotros- se convierta en un “¿vieron que se podía?”.
Estas señales imitativas que hoy manejamos irónicamente –en el libre juego de la puja electoral que da ese cachón de ninguneo a la falta de originalidad y recurrencia a formas de militancia que son bien frenteamplistas (tupamaras para ser precisos, en el tema de las mateadas)- son clara muestra de los cambios que el país procesa. Cambios que un hábil declarante como Pedro, no vacila en copiar aún a riesgo de ser objeto de artículos como este.
No resultará extraño entonces empezar a ver a los coloraditos famosos, despuntando el vicio más arraigado de los uruguayos con sus materas de fino cuero estampado, y bombilla de alpaca recorriendo las veredas del entorno céntrico recuperado por la fuerza progresista que gobierna la capital.
Eso sí, la imagen se nos derrumba si en la instancia vemos algún matero -cucharita en mano- endulzando la infusión convocante.
Y no faltará quien grite:
- Hey! Ney!, el mate se toma amargo!!
el hombre miraba la escena,
el perro fue a echar una meada
el perro fue a echar una meada