Víctor Hugo
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Huellitas, un refugio transitorio
La tristeza se percibe ni bien ingresamos al predio donde el alfombrado césped hace parte de la geografía que compone los caniles y donde se alojan los ejemplares perrunos. De diferentes razas y edades, todos parecen tener la misma consigna y es la de procurarse la atención y las caricias –aunque más no sea por un rato- de los visitantes. Lejos de lo que podría pensarse, no aturden sus ladridos ni atemoriza su presencia, la imagen es diametralmente distinta. Son casi unánimes las miradas tristes que mutan ni bien les prestamos un mínimo de atención o repetimos el nombre que luce perfectamente pintado en carteles de madera al frente de cada canil. Ahí, la situación cambia drásticamente y las colas empiezan a moverse acompañando el instante que les regalamos.
Entre los perrunos habitantes hubo varios que llamaron mi atención, como aquella perra pitbull que fuera requisada por la Justicia canaria por ser la madre de un ejemplar que atacara a un niño con trágico resultado. Su cría fue sacrificada pero la madre terminó siendo incautada por la Justicia y luego derivada al Refugio Huellitas de Nueva Palmira, donde hoy vive. Su mirada fue de las más tristes que pude ver, dejándome la impresión de una madre resignada y triste por hechos que no pudo evitar.
Hubo un canil clasificado como inaccesible para visitantes como nosotros, allí conviven armónicamente unos 8 ejemplares que fueron recibidos ante la imposibilidad de mantenerlos de su propietario quien accedió a alojarlos en ese lugar y contribuye con una parte de la alimentación que es complementada por el refugio. Parecían sacados de una escena del Rey León, todos echados sobre un montículo de tierra que los tenía atentos y vigilantes de aquella delegación de intrusos visitantes.
El refugio se solventa con donaciones y el trabajo voluntario de sus dos principales referentes – Rosana y Olga- junto a ocasionales colaboradores, que visitan regularmente el lugar para limpiar los espacios y alimentar a los canes; así como también curarles sus heridas. Todos los ejemplares son castrados ni bien ingresan al refugio y eso es un adicional de peso que contribuye a la contención de los ejemplares así como también es un plus que favorece la adopción.
Se estima que en el mundo hay varios cientos de millones de ejemplares de perros de diferentes razas y según datos de la Organización Mundial de la Salud un altísimo porcentaje de ellos no cuenta con un hogar que los acoja.
Días de perros
A pesar de ser el fiel amigo del hombre, este no le retribuye como lo merece y esa ecuación está muy lejos de equipararse. Situaciones como las que relataron las impulsoras del Refugio Huellitas de Nueva Palmira, se repiten a lo largo y ancho del país con inexplicables porcentajes.
Es cierto que la vida de los uruguayos se ha depreciado en los últimos años y la situación de calle ya no es exclusiva de los fieles amigos de nuestra especie. Muchos uruguayos han asumido esa condición en la que comparten –también- la presencia callejera de ese personaje de cuatro patas que no le abandona a pesar de todo. Y es en esas situaciones donde singularmente aparecen ocasiones en que se retribuye la fidelidad negándose a asistir a un refugio si no hay espacio para ellos.
Por estas y muchas otras razones es que el hombre ha intentado recomponer su vínculo reconociendo a ese incondicional amigo. Así es que existen días asignados a la fiel mascota, a saber:
• Día del Perro Sin Raza (28 de mayo)
• Día de llevar al Perro a la Oficina (21 de junio)
• Día Internacional del Perro Callejero (último domingo de julio)
• Día del Perro Adoptado (23 de septiembre)
• Día del Perro de Trabajo (6 de diciembre)
Y, por supuesto, el Día Internacional del Perro que se celebra cada 21 de julio y diera motivo a esta columna.
Rosana nos despide con una idea que es fundamental para entender una labor que no es otra cosa que una labor social. Atender a un perro/a abandonado/a es una tarea pensada en el colectivo pues ese animal, dejado a su propia suerte, terminará enfermando y siendo portador de patologías trasmisibles que pueden complejizar la vida en sociedad. Al mismo tiempo, hacen parte de nuestras vidas en la medida que somos los seres humanos los que los traemos a nuestros entornos y luego -increíblemente- los terminamos abandonando; rompiendo ese pacto no escrito que sostienen de forma indeclinable, a pesar nuestro.
La fidelidad es, sin dudas, el mayor atributo que ostentan estos personajes domésticos que nos acompañan en la vida. Una fidelidad que no retribuimos como se merecen.
Si sos de los afortunados que tienen uno/a, date un momento para compartirle una caricia mostrándoles la misma empatía que te regala.
Es tu amigo fiel… ¿pero vos?
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