Fuente imagen: prensa.com |
Las encuestas -esas que pasaron la prueba de la primera vuelta luego de haber reprobado con holgura antes- están vaticinando una victoria del líder multicolor de una coalición que por más que se sacaron la foto, ni estaban todos ni parecían muy coaligados como dicen. Lo cierto es que enfrente estamos nosotros, los que no vamos a dar el partido por perdido antes de tiempo, los que tenemos la garra charrúa intacta y sabemos de victorias en la hora y contra todos los pronósticos. Esto no está definido ni mucho menos, es cara a cara, voto a voto y hasta el último minuto… es decir que este partido se juega hasta que el Juez (el pueblo) pite dando por finalizado este partido. ¿Y si perdemos? Si perdemos, al otro día empezamos a jugar la revancha, pero antes vamos a dejar todo en la cancha...
Un partido que vale 5 años
El Uruguay está en un cruce de caminos que cualquier observador objetivo no lograría entender, para un país que acumula logros envidiables en una región sumida en crisis económicas e institucionales muy graves. Argentina, con un cambio de gobierno que fue lógica consecuencia tras la profunda crisis económica en que dejará el mando Mauricio Macri, una opción de cambio muy aplaudida por quien hoy acecha la Presidencia por la coalición multicolor pero que hace mucho tiempo que se llamó a silencio en ese tema. Paraguay, otro de los socios ideológicos de la coalición, en recesión; Chile, uno de los países estrella para los coaligados -fundamentalmente para el “Chicago Boy” colorado- está en una de sus peores crisis institucionales donde el dechado de virtudes y elogios que le ponderaron reventaron en un alzamiento popular con muertes civiles que siguen promoviéndose ante la inequidad manifiesta de una sociedad que dista mucho de ser ejemplo a replicar. Brasil, tampoco atraviesa su mejor momento (ni económico ni institucional), con el aliciente -al menos- de la liberación de Lula que no se produce por la nulidad de su injusto procesamiento sino por un efecto jurídico que -al menos- otorga la libertad al líder del PT. Y Bolivia en llamas, fruto de un golpe de Estado perpetrado contra un Presidente que había convocado a nuevas elecciones tras allanarse al resultado de una auditoría de la OEA, y que tuvo que asilarse en México tras correr riesgo de vida.
En medio de ese panorama regional, está “la isla” uruguaya, con problemas propios de un pueblo que está inmerso en la región más violenta pero que ha logrado contener los efectos colaterales provocados por sus vecinos, operando en consecuencia (pero claro, lo que se evita no puede medirse). ¿Acaso ya nos olvidamos que bastaba un resfrío argentino para contraer una pulmonía letal en Uruguay? Y eso no ocurrió; a pesar de las crisis de sus vecinos, Uruguay ha mantenido su grado inversor, siguió creciendo -a otro ritmo es verdad, pero creciendo al fin sin entrar en recesión- y siguen llegando inversiones, a pesar de los ruidos en el vecindario.
En esta segunda vuelta nos jugamos mucho, es un partido que dura mucho más que 90 minutos, dura 5 años y un lustro es mucho tiempo como para arriesgarnos a sufrir la pérdida de derechos consolidados en una década y media. Derechos que muchos disfrutan sin conocer otras realidades que, los que acumulamos ya varias décadas de vida, bien que las recordamos y no queremos volver a vivirlas.
Es cierto que se han cometido errores, pero al pasar raya el balance es ampliamente favorable y no basta como para justificar el riesgo de cambiar el rumbo para “probar” una alternancia. Nos quieren hacer creer que la alternancia es buena, pero claro, te dicen que es buena si son ellos los que vienen, porque mientras fueron ellos los que estaban, la alternancia era una mala palabra.
Este partido lo vamos a jugar con los dientes apretados y hasta el final, sólo cuando el Juez pite recién allí vamos a dejar de jugarlo, no antes. Las banderas bien alto, la cabeza bien alta, porque acá debemos estar orgullosos de lo hecho y convencidos de haber dejado todo en la cancha. Por eso es que hay que sacar fuerzas de donde sea posible para seguir arrimando voluntades a un proyecto que merece seguir floreciendo en este nuevo Uruguay que lleva 15 años de acumulación y crecimiento. Claro que hay cosas que mejorar, muchas, pero hay también muchas que se hicieron bien y que fueron motor de una estabilidad que todos disfrutamos.
Los uruguayos estamos en una cruz de caminos, con los ánimos alterados por episodios que para nada contribuyen al mejor clima. Las redes sociales dejan ver su virulencia e impunidad de una manera que asusta y que para nada contribuye a la mejor convivencia. Algunos lo encaran como si fuera de vida o muerte y olvidan que somos todos uruguayos, que al otro día el país sigue y con él seguimos todos nosotros.
Por eso, sin fanatismos pero con convicción, vamos a buscar que se prolongue el proyecto y Daniel Martínez sea nuestro próximo Presidente.
Un compañero escribió en redes: “como en el 71, 76, 83, 89, 2002, 2004, 2009, 2014… Somos frenteamplistas, resistimos y la peleamos hasta que el juez pite”
Es cierto, 5 años es mucho tiempo como para arriesgarnos, por eso es que dejaremos todo para que el proyecto frenteamplista siga transformando el país, hasta el último minuto, y hasta que el Juez (Pueblo) pite el final...
el hombre transpiraba la camiseta,
el perro quería ladrar un gol...
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