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viernes, 27 de mayo de 2016

Todos víctimas

La Justicia laudó, en forma inobjetable y en tiempo récord, la libertad y archivo del caso del comerciante que diera muerte a dos jóvenes que fueron a rapiñar a su comercio, munidos de un arma de fuego. Era el cuarto intento en pocos días. Era la cuarta amenaza que sufría, el cuarto encañonamiento que padecía a manos de un joven delincuente que salía a ganar sin medir pérdidas. El fallo judicial contó con la bendición de una sociedad que reclama mano dura contra la delincuencia. Es que esa mano dura es la primera reacción, la que cualquier persona decente piensa y ejecuta sin pensar en las consecuencias.  Es la ley del ojo por ojo; el bronca, rabia, angustia y miedo. Todo junto en mezcla peligrosa que deja marcas imposibles de borrar y menos, de sobrellevar. Es el instinto de conservación, ese que impulsa a defenderse, a protegerse. Ese impulso que llevó a un comerciante a responder y defenderse de un atraco al que estaba siendo objeto amenazado con un arma de fuego. Un hecho que también lo convirtió en víctima, puesto que una vez consumada la acción irreversible de sus actos, quedó sumido en la desesperante situación de cargar con dos muertes jóvenes. No se puede esquivar ese punto, no se puede ser tan insensible a la hora de emitir un juicio o una opinión. No se puede obviar que hay múltiples víctimas a partir de este hecho que no es el primero y que -desgraciadamente- tampoco será el último. No se puede ignorar que son todos víctimas...

En memoria de Nicolás

Así lauda la red social Facebook el final de una vida que se truncó por culpa de la violencia instalada en una sociedad que muestra su cara más desgraciada. Un hijo de familia de clase media, padres trabajadores que no dan crédito a que su hijo estuviera en esos pasos. Un estudiante de UTU que se les fue de las manos el día que no supieron quienes eran sus amigos, el día que perdieron la referencia de cómo estaba viviendo su adolescencia. Tiempos que jamás se perdonarán -de aquí en más- no haber compartido con él para poder tomar decisiones que hubieran impedido este desenlace.

Hoy padecen los comentarios que postean en su muro, un espacio en el que cualquier defensa que intenten chocará con la imposibilidad de volver el tiempo atrás. Sufren comentarios hirientes de gente que olvida o ignora que hoy son tan víctimas como el que sufriera el delito que desencadenó estos hechos. Un comerciante de 71 años, quien también es víctima en este caso. Víctima de una delincuencia que no mide resultados, que se juega el bien más preciado (depredando jóvenes a diestra y siniestra). Que salen a ganar y -a veces- les toca perder...

El muro de Nicolás sigue activo, inundándose de veredictos inescrupulosos y terminantes que no miden consecuencias ni reparan en el dolor que soporta una familia de trabajo que también sufre. Tampoco piensan en el autor de estas muertes que hoy padece sobre su conciencia la decisión que segó la vida de dos jóvenes. Nadie le cuestiona el hecho, era su vida la que estaba en juego, pero nadie le podrá quitar el peso que hoy soporta y del que ha dado muestras de sentir ni bien se consumaron los hechos.

Nicolás fue uno de los dos jóvenes que ingresaron a rapiñar al comerciante, sus padres aún no se explican qué fue lo que pasó por su cabeza como para tener ese comportamiento que terminó con su vida. Están llenos de preguntas sin respuestas, en medio del vacío que significa el saber que ya no volverán a verle.

¿Cuál pudo ser el motivo que llevó a que este chico buscara transitar el camino del delito? Sus padres no se lo explican, tampoco su hermana. Una familia de trabajadores que no da crédito a ese extraño impulso que le llevó por un camino que nadie de su familia imaginó. ¿Cómo pasó? ¿Cuándo y por qué Nicolás salió a juntarse con esos amigos que no son tales y que viven del delito? ¿Qué encontró allí que no pudieron darle sus padres ni su familia? Todas preguntas que quedarán sin respuestas porque ya no está Nicolás para responderlas.

Pero si algo queda todavía es tiempo. Un tiempo para que no hayan otros “Nicolases” que cometan el mismo error. Tiempo para que no haya oportunidad de seguir sumando víctimas de ambos lados del mostrador, porque nadie queda inmune luego. Es necesario que ese tiempo exista, y que sea un tiempo útil.

Uruguay no resiste más sangría, una hemorragia que no solo nos lleva a nuestros jóvenes, sino que deja traumas difíciles de sobrellevar y menos, de cicatrizar.


el hombre se quedó en silencio,
el perro gemía su lamento...

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