Días pasados el matutino El País, afecto a los editoriales “talenteros”, salió al cruce del Presidente Mujica sobre sus dichos acerca de la gestión de la publicidad oficial, molesto por la repercusión que hacen los medios de prensa sobre los hechos que nutren la crónica roja. Ni bien Mujica salió con ese pensamiento en voz alta -un intento por llamar a reflexión a los medios para que pusieran pienso en otra forma de periodismo que nutra en valores y no que resalte los hechos que más atormentan a la población- salió la medidora de medios Foco a echar por tierra los dichos del Presidente.
Según el relevamiento aportado por la misma, la crónica roja está en franco retroceso y los datos reseñados (comparados con igual período del año anterior), marcan una disminución importante que hace del espacio un tercio de los noticieros. Parecería que con ello fuera suficiente para retrucar al Presidente, pues el editorialista llega a decir que el propio Mujica tuvo un promedio de seis minutos diarios en esos mismos noticieros que podría haber aprovechado a la difusión de los valores que reclama Pepe en su idea. Lo que no dice el editorialista es que seguramente si el Presidente hubiera dedicado sus salidas a difundir solamente valores, ningún medio de prensa le hubiera dado los minutos de exposición que tuvo por la razón del artillero: eso no vende.
En tiempos de hablar de RSE (Responsabilidad Social Empresaria) no debiera ser necesario que un Presidente de la República tuviera que salir al cruce para que los medios de difusión masiva cumplan con ese compromiso social en horarios centrales. Nadie puede pensar que el Presidente hablara de censura ni mucho menos, solo llamó a reflexionar -con su particular estilo franco y directo-, al que parecería no están acostumbrados todavía los dueños de elegir qué se informa y cómo, a los uruguayos.
Un poco de franqueza no viene mal a esta altura del partido. Sabido es que el Gobierno puede y debe comunicar su obra; seguramente lo haga de una manera que deba mejorar mucho, pero también es cierto que no siempre el interés periodístico va acompañado por la mera intención de informar, escondiendo detrás un interés político. Dicho esto también en los dos sentidos (el Gobierno también persigue el mismo interés cuando difunde su accionar, pues ello le permitirá seguir siendo Gobierno en la próxima elección). Pero lo que golpea y lastima es la intencionalidad manifiesta, esa que genera la sensación de que no se hace nada cuando es comprobable que se hace mucho por mejorar la seguridad pública.
Por supuesto que el tiempo de decir estas cosas es ahora, pues saben que al ritmo en que se están procesando los cambios y la gestión en la materia, queda poco tiempo para que esas críticas tengan valor. Además pusieron el tema de la recolección de firmas en el tiempo justo (a pesar de haber empeñado su palabra y obra con la acción pues fue casi al mismo tiempo en que se habían concretado los acuerdos y lo hicieron reclamando la mayoría de las cosas que eran parte del acuerdo multipartidario).
El cobro para la tribuna parece que está dando efecto, y los medios hacen su parte (consciente o inconscientemente), pues generan espacio para que se difundan mensajes como el que pregona el líder colorado instando a que los uruguayos se armen.
Seguramente ese mensaje, lanzado en momentos de sufrir tristes muertes de comerciantes a manos de la delincuencia, encuentre un caldo de cultivo propicio para que aumente la cantidad de armas en manos de la sociedad civil. Armas que tienen una alta probabilidad de caer en manos de la delincuencia y así seguir alimentando el círculo vicioso que nutre también a la inseguridad que se quiere combatir (y genera material de prensa, dando movimiento a ese círculo).
El Ministerio del Interior tiene sobre sí una alta responsabilidad, es el gestor de la seguridad pública, pero quien pretenda que esa tarea sea en solitario dista mucho de estar en lo cierto. La seguridad que nos merecemos no será fruto de su trabajo y gestión solamente, será producto del trabajo mancomunado de todos los actores sociales (públicos y privados) y no solo de un Ministro, su equipo y/ o de la Policía.
Según el relevamiento aportado por la misma, la crónica roja está en franco retroceso y los datos reseñados (comparados con igual período del año anterior), marcan una disminución importante que hace del espacio un tercio de los noticieros. Parecería que con ello fuera suficiente para retrucar al Presidente, pues el editorialista llega a decir que el propio Mujica tuvo un promedio de seis minutos diarios en esos mismos noticieros que podría haber aprovechado a la difusión de los valores que reclama Pepe en su idea. Lo que no dice el editorialista es que seguramente si el Presidente hubiera dedicado sus salidas a difundir solamente valores, ningún medio de prensa le hubiera dado los minutos de exposición que tuvo por la razón del artillero: eso no vende.
En tiempos de hablar de RSE (Responsabilidad Social Empresaria) no debiera ser necesario que un Presidente de la República tuviera que salir al cruce para que los medios de difusión masiva cumplan con ese compromiso social en horarios centrales. Nadie puede pensar que el Presidente hablara de censura ni mucho menos, solo llamó a reflexionar -con su particular estilo franco y directo-, al que parecería no están acostumbrados todavía los dueños de elegir qué se informa y cómo, a los uruguayos.
Un poco de franqueza no viene mal a esta altura del partido. Sabido es que el Gobierno puede y debe comunicar su obra; seguramente lo haga de una manera que deba mejorar mucho, pero también es cierto que no siempre el interés periodístico va acompañado por la mera intención de informar, escondiendo detrás un interés político. Dicho esto también en los dos sentidos (el Gobierno también persigue el mismo interés cuando difunde su accionar, pues ello le permitirá seguir siendo Gobierno en la próxima elección). Pero lo que golpea y lastima es la intencionalidad manifiesta, esa que genera la sensación de que no se hace nada cuando es comprobable que se hace mucho por mejorar la seguridad pública.
Por supuesto que el tiempo de decir estas cosas es ahora, pues saben que al ritmo en que se están procesando los cambios y la gestión en la materia, queda poco tiempo para que esas críticas tengan valor. Además pusieron el tema de la recolección de firmas en el tiempo justo (a pesar de haber empeñado su palabra y obra con la acción pues fue casi al mismo tiempo en que se habían concretado los acuerdos y lo hicieron reclamando la mayoría de las cosas que eran parte del acuerdo multipartidario).
El cobro para la tribuna parece que está dando efecto, y los medios hacen su parte (consciente o inconscientemente), pues generan espacio para que se difundan mensajes como el que pregona el líder colorado instando a que los uruguayos se armen.
Seguramente ese mensaje, lanzado en momentos de sufrir tristes muertes de comerciantes a manos de la delincuencia, encuentre un caldo de cultivo propicio para que aumente la cantidad de armas en manos de la sociedad civil. Armas que tienen una alta probabilidad de caer en manos de la delincuencia y así seguir alimentando el círculo vicioso que nutre también a la inseguridad que se quiere combatir (y genera material de prensa, dando movimiento a ese círculo).
El Ministerio del Interior tiene sobre sí una alta responsabilidad, es el gestor de la seguridad pública, pero quien pretenda que esa tarea sea en solitario dista mucho de estar en lo cierto. La seguridad que nos merecemos no será fruto de su trabajo y gestión solamente, será producto del trabajo mancomunado de todos los actores sociales (públicos y privados) y no solo de un Ministro, su equipo y/ o de la Policía.
A la hora de buscar responsables todos debemos ponernos en el platillo de la balanza y contemplar cuánto de peso tienen nuestros dichos y acciones para poder tener entonces la legitimidad de exigirle al otro su parte.
De lo contrario, la seguridad pública seguirá siendo un objeto de deseo más que una tangible realidad.
el hombre quemó la honda,
el perro aprovechó el fuego para calentarse...
el perro aprovechó el fuego para calentarse...
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