Publicado en La ONDA digital
“Montevideo se transformó en Río de Janeiro,
los asentamientos se volvieron favelas. La Chacarita pasó a ser Rocinha; Malvín Norte se convirtió en Cidade de Deus y La Cruz de Carrasco se transmutó en Manguinhos...”
Alfredo García – Semanario VOCES
“Montevideo se transformó en Río de Janeiro,
los asentamientos se volvieron favelas. La Chacarita pasó a ser Rocinha; Malvín Norte se convirtió en Cidade de Deus y La Cruz de Carrasco se transmutó en Manguinhos...”
Alfredo García – Semanario VOCES
En el último número del Semanario Voces, el director del mismo se despacha con una nota breve y dura sobre los operativos que el Ministerio del Interior ha venido (y seguirá) instrumentando en los diferentes barrios de Montevideo. Cuántos errores hubiera evitado el periodista en su crónica si tan solo hubiera consultado a las autoridades para conocer los objetivos de tales operativos.
Pero claro, lo que vende para una izquierda inocente (cada vez menos inocente por suerte), es tildar a esta administración como represora sin medir que la realidad impone hoy determinadas acciones para frenar lo que no queremos que crezca pero que está germinando. El apresuramiento en juzgar estos operativos, o la calificación equivocada de razzias que se hace de los mismos, es un mayúsculo error al que no queremos atribuir otras intenciones.
El Ministro Bonomi está años luz de ser un defensor de la “mano dura” como cita el coloquial periodista, y mucho menos pretende satisfacer a “lo más reaccionario de nuestra sociedad”, como también refiere en la nota. Parece ser que cuesta demasiado reconocer una realidad que rompe los ojos, y se pretende –al mismo tiempo- que la seguridad mejore por gracia divina.
Hace ya casi un año que Bonomi advierte sobre procesos de feudalización que no por incipientes, se va a permitir que se consoliden. El momento de actuar es ahora. Una actuación que no es improvisada, sino que responde a lo que se viene trabajando en materia de seguridad. Trabajos que se corresponden con un presupuesto que empieza a ejecutarse y que se manifiesta en acciones de este tipo también.
Los operativos policiales tienen un caudal de horas de planificación, investigación y coordinación que seguramente haya que mejorar pero que no se puede desconocer que dan sus frutos. No obstante, se los tilda de ineficaces por la lectura lineal que se hace de la cantidad de procesamientos que resultan tras los mismos. Esa cortedad de visión es por lo menos sugestiva.
Hay un efecto disuasivo que es notorio y que comienza a arrojar resultados tangibles en las zonas donde los operativos se efectuaron. La impunidad con que gozaban quienes se refugiaban en dichos barrios tras cometer ilícitos, ya no es tal, y los vecinos –esos que aprueban las medidas, “verdaderos guapos” a los que debemos cuidar y multiplicar para que sean los espejos de la nueva camada de uruguayos- comienzan a adueñarse de los espacios que habían perdido a manos de la delincuencia.
Los operativos no tienen solamente a los barrios marginales como único objetivo, pero la Policía trabaja en serio y por ello para dar inicio a operaciones de este tipo debe basarse en datos geo-referenciales que delatan las zonas de mayor índice delictivo. Lo cual no obsta a que se realicen operaciones en otros barrios, llegado el momento.
La espectacularidad que le atribuyen a las acciones realizadas responde a una razón operativa que excede cualquier puesta en escena, y en cambio marca una profesionalidad que muchos le criticaban, (por ausente), a nuestra Policía Nacional. No parece justo que en momentos en que esa cualidad comienza a mostrarse, se la critique como si se pretendiera volver a tiempos de acciones improvisadas y seudo profesionales.
Otro tema que se critica es la presencia de los medios de prensa dando cobertura. Ahora bien, ¿no se entiende eso como una presencia necesaria que aporte garantías a la ciudadanía? ¿Que dirían si se impidiera su presencia o se hicieran en secreto? Los medios nos garantizan a todos, (policías y vecinos), que los operativos tienen exposición pública, que las acciones se documentan en defensa de los derechos de todos los ciudadanos que se vean involucrados en ellos. Es un control para posibles excesos en que pueda incurrir la Policía y es una ventana para que, quienes se vean afectados, puedan denunciar en tiempo real cualquier exceso. Y también para dar su apoyo, (como ha ocurrido en todos los operativos realizados). Entonces si ello es así, comentarios de este tipo es como el dicho de “palos porque bogas y palos porque no bogas”.
El periodista termina su artículo, (muy breve por cierto ya que el mismo está salpicado con citas de su libro PEPE coloquios), haciendo una referencia a una “onda brasilera que agarró el Ministerio del Interior... que para mostrar eficacia... dejan de lado, algunos valores fundamentales”.
Puede estar tranquilo que seguimos siendo de izquierda y no vamos a abandonar ningún valor.
Vaya dicho en fraternal coloquio...
el hombre se bajó tranquilo del ómnibus,
esta vez era el perro el que lo estaba esperando...
esta vez era el perro el que lo estaba esperando...
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