Publicado en La ONDA digital
El reloj marca que aún no es la hora del informativo del mediodía, pero la primicia manda y entonces el movilero policial estrella pide aire; la primicia quema, hay que ser primeros y él, estaba primero. Llegó antes que la Policía, varias horas antes. Tenía el dato preciso, la noticia no espera. Se le incendiaba el micrófono en la mano. Mandan un plano semi abierto que permite identificar la calle, (Cno. Carrasco, a la altura de la Cruz de Carrasco). Eran las 12:57 y con 50 años recién cumplidos, ese canal demostraba como se hacía para frustrar una medida judicial que sería instrumentada en un operativo policial de cierta magnitud.
Con casi una hora de diferencia -pero también previo al operativo policial- otro canal pulsea la noticia alertado por aquel competidor de cinco décadas. Apremiado por haber perdido la “primicia” y esta vez con un plano perpendicular al del otro medio, termina por develar el lugar exacto del “mega operativo”, (la calle Oncativo es claramente identificada). Si los delincuentes -objetivo cierto del procedimiento- no se habían enterado una hora antes, ahora lo hacían por el otro medio que sumó sus ondas para advertir a quienes -quedaría demostrado luego- les sirvió el anuncio.
En momentos en que se reclama -en diferentes ámbitos- la intervención policial, se dan este tipo de acciones que desestimulan y atentan contra el trabajo silencioso de las fuerzas encargadas de la seguridad pública. ¿Acaso piensan que planificar esta clase de operativos es cuestión de horas? Esto lleva semanas de planificación, meses de denuncias de vecinos, horas de trabajo y coordinación de múltiples actores que desembocan luego en un trabajo conjunto que procura devolver la seguridad a aquellos rincones de la ciudad en los que el delito fue ganando terreno.
¿A quién le interesa la primicia consistente en pre-anunciar un operativo policial? Seguramente a quienes delinquen, pues con el aviso tienen tiempo suficiente para eludir la acción que luego se concreta. Al ciudadano de bien, al trabajador, al vecino, seguramente le interese mucho más conocer que la medida se realizó siendo efectiva y no estéril, como resultó ser el reciente operativo de Cno. Carrasco y Oncativo. Vivir estos operativos como si se tratara de un “reality” no parece ser lo más indicado en términos de seguridad ciudadana. En la carrera por el rating esta vez perdimos todos, y muchos más perdieron los medios que pulsearon en la contienda pues fue unánime la condena que se hizo del preanuncio, derribando los límites de la información cuando esta encierra intereses superiores.
Por otra parte -y en términos de hilvanar hipótesis- uno podría preguntarse si no existe conexión entre quien difunde la noticia (periodista en cuestión) y el delincuente que recibe el mensaje que advierte que están tras sus pasos. Sería una coartada casi perfecta para un periodista policial, que necesita que su principal proveedor de eventos noticiosos esté libre para seguir contando con insumos para sus coberturas. Claro que olvida que con ello incurriría en una figura delictiva como encubridor o colaborador de un delincuente. Sí, ya sé... a esta altura seguramente usted dirá que estoy delirando pero a la luz de los hechos ocurridos últimamente, todo es posible en el Uruguay de hoy.*
Sumado a esto -que fue un hecho puntual condenable por la mayoría de la población- se escuchan voces que condenan el accionar de la Policía. La oposición anuncia un llamado al Ministro del Interior para que explique la medida y los alcances de la misma. Una explicación que por obvia parece más un ejercicio político de poco fuste, frente a lo que surge evidente en la percepción y lectura que hace la población, de estos operativos. Pero claro, la oposición no parece escuchar a la opinión pública y pretende enfocar el tema en posibles o presuntos excesos de la Policía.
Debe saberse que los operativos no se hacen de espaldas a los medios ni a la población sino todo lo contrario. Por supuesto que hay un tiempo informativo que es preservado en virtud de tratarse de información sensible que, de no respetarse, frustraría la movida como ocurrió -parcialmente- en el operativo de Carrasco Norte. Pero el Ministerio del Interior y la propia Policía, manejan el tema con criterio informativo, pero lo hacen cuando están dadas las condiciones para ello. Una vez asegurado el perímetro donde se realicen, se da noticia a los medios para que documenten y registren cada proceso, siendo una garantía para todos quienes participan y pudieren verse afectados en sus derechos.
Si esto es así, (y quedó demostrado desde el primer operativo en Chacarita de los Padres), ¿qué objetivo persiguió el periodista y el medio que lanzó al aire la noticia? Seguramente esa lucha por ser el primero en informar les jugó una mala pasada equivocando el camino.
Ojalá pronto estos procedimientos no sean noticia, no porque se sigan produciendo sino precisamente porque ya no sean necesarios. Mientras tanto, la seguridad pública seguirá siendo afianzada y defendida para propiciar con ello el normal desarrollo de la vida en sociedad.
*Culminada esta nota se produjo la liberación del menor apodado El Talibán, en una operación comando cuando era trasladado de un hogar a otro del INAU, sin custodia policial; hecho que confirma que, lamentablemente, toda hipótesis es posible en el Uruguay de hoy.
Con casi una hora de diferencia -pero también previo al operativo policial- otro canal pulsea la noticia alertado por aquel competidor de cinco décadas. Apremiado por haber perdido la “primicia” y esta vez con un plano perpendicular al del otro medio, termina por develar el lugar exacto del “mega operativo”, (la calle Oncativo es claramente identificada). Si los delincuentes -objetivo cierto del procedimiento- no se habían enterado una hora antes, ahora lo hacían por el otro medio que sumó sus ondas para advertir a quienes -quedaría demostrado luego- les sirvió el anuncio.
En momentos en que se reclama -en diferentes ámbitos- la intervención policial, se dan este tipo de acciones que desestimulan y atentan contra el trabajo silencioso de las fuerzas encargadas de la seguridad pública. ¿Acaso piensan que planificar esta clase de operativos es cuestión de horas? Esto lleva semanas de planificación, meses de denuncias de vecinos, horas de trabajo y coordinación de múltiples actores que desembocan luego en un trabajo conjunto que procura devolver la seguridad a aquellos rincones de la ciudad en los que el delito fue ganando terreno.
¿A quién le interesa la primicia consistente en pre-anunciar un operativo policial? Seguramente a quienes delinquen, pues con el aviso tienen tiempo suficiente para eludir la acción que luego se concreta. Al ciudadano de bien, al trabajador, al vecino, seguramente le interese mucho más conocer que la medida se realizó siendo efectiva y no estéril, como resultó ser el reciente operativo de Cno. Carrasco y Oncativo. Vivir estos operativos como si se tratara de un “reality” no parece ser lo más indicado en términos de seguridad ciudadana. En la carrera por el rating esta vez perdimos todos, y muchos más perdieron los medios que pulsearon en la contienda pues fue unánime la condena que se hizo del preanuncio, derribando los límites de la información cuando esta encierra intereses superiores.
Por otra parte -y en términos de hilvanar hipótesis- uno podría preguntarse si no existe conexión entre quien difunde la noticia (periodista en cuestión) y el delincuente que recibe el mensaje que advierte que están tras sus pasos. Sería una coartada casi perfecta para un periodista policial, que necesita que su principal proveedor de eventos noticiosos esté libre para seguir contando con insumos para sus coberturas. Claro que olvida que con ello incurriría en una figura delictiva como encubridor o colaborador de un delincuente. Sí, ya sé... a esta altura seguramente usted dirá que estoy delirando pero a la luz de los hechos ocurridos últimamente, todo es posible en el Uruguay de hoy.*
Sumado a esto -que fue un hecho puntual condenable por la mayoría de la población- se escuchan voces que condenan el accionar de la Policía. La oposición anuncia un llamado al Ministro del Interior para que explique la medida y los alcances de la misma. Una explicación que por obvia parece más un ejercicio político de poco fuste, frente a lo que surge evidente en la percepción y lectura que hace la población, de estos operativos. Pero claro, la oposición no parece escuchar a la opinión pública y pretende enfocar el tema en posibles o presuntos excesos de la Policía.
Debe saberse que los operativos no se hacen de espaldas a los medios ni a la población sino todo lo contrario. Por supuesto que hay un tiempo informativo que es preservado en virtud de tratarse de información sensible que, de no respetarse, frustraría la movida como ocurrió -parcialmente- en el operativo de Carrasco Norte. Pero el Ministerio del Interior y la propia Policía, manejan el tema con criterio informativo, pero lo hacen cuando están dadas las condiciones para ello. Una vez asegurado el perímetro donde se realicen, se da noticia a los medios para que documenten y registren cada proceso, siendo una garantía para todos quienes participan y pudieren verse afectados en sus derechos.
Si esto es así, (y quedó demostrado desde el primer operativo en Chacarita de los Padres), ¿qué objetivo persiguió el periodista y el medio que lanzó al aire la noticia? Seguramente esa lucha por ser el primero en informar les jugó una mala pasada equivocando el camino.
Ojalá pronto estos procedimientos no sean noticia, no porque se sigan produciendo sino precisamente porque ya no sean necesarios. Mientras tanto, la seguridad pública seguirá siendo afianzada y defendida para propiciar con ello el normal desarrollo de la vida en sociedad.
el hombre quería volver a tomar mate en el jardín,
el perro quería volver a la plaza ...
el perro quería volver a la plaza ...
*Culminada esta nota se produjo la liberación del menor apodado El Talibán, en una operación comando cuando era trasladado de un hogar a otro del INAU, sin custodia policial; hecho que confirma que, lamentablemente, toda hipótesis es posible en el Uruguay de hoy.
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