Los liberales tienen muchas coincidencias a lo largo y ancho del planeta, y en este rincón del sur latinomericano suman una que los delata con total impunidad. Mientras allende el plata lo bautizaron "cachetazo", en nuestra comarca le llaman "garrón". Sea cual fuere y fiel a su impronta agroexportadora, hay algo que los liga de forma contundente: ninguno de los involucrados se hace cargo ni mucho menos se sienten responsables de sus dichos y/o actos. Los "cachetazos" y los "garrones" siguen siendo los cortes preferidos. ¡Viva la libertad, carajo!
Garrón, propiamente dicho fue la pandemia; pero, hasta ese evento -desgraciadamente mundial- fue utilizado para camuflar su sesgado espíritu liberal favoreciendo a los más privilegiados en detrimento de la inmensa mayoría de los uruguayos.
Vaya
si escuchamos -en estos cinco años- a nuestro "líder mundial" decir
que "se comió un garrón", ya sea con un pasaporte otorgado en forma exprés a un
narcotraficante pesado y peligroso; o con un amigo al que por creerle le dio
todo su apoyo sin reparar -ni un segundo-en las víctimas, por citar algunos casos.
Comerse un garrón fue apañar una organización delictiva en el 4º piso de la Torre Ejecutiva; también sugerir que desaparezca un celular; o mentirle al Parlamento sobre un tal Sebastián Marset; comerse un garrón fue ir a Dubai en un viaje cuyos pormenores algún día conoceremos casi al mismo tiempo que se gestaba la expedición de un pasaporte que ofició de salvoconducto para el narco uruguayo más buscado de nuestra historia. Garrón fueron los más de 450 kg de pescado y algo más que nunca sabremos que era, y fuera levantado por el "garronero" de Astesiano. Garrón (para nosotros) fue flexibilizar las normas antitabaco para favorecer los pedidos de una tabacalera. Garrón es escucharlos hablar de los homicidios con los mismos argumentos que daba Bonomi, al que tanto criticaron, sin reconocer que tenía razón.
Garrón
se comieron los que lo votaron pensando que iba a cumplir lo que prometió y en
cambio no solo que no cumplió sino que deja un país con más deuda y el mismo
déficit fiscal que tanto criticó, con la salvedad que este déficit no se
explica por mayor gasto social sino todo lo contrario.
Garrón
es tener más pobreza infantil con un país que creció su economía pero repartió
esa riqueza para los amigos y no para los que más necesitaban.
Cachetazo argentino, corte premium...
"Cachetazo", el corte argento que tanto promociona ahora
un Milei acorralado que mete muchos "digo" cuando se pone nervioso y
que simula un vivo en nota grabada que es cortada para corregir un guión que lo
puede incriminar penalmente en la causa $Libra.
Es
tan burda la maniobra de querer argumentar en la casualidad (garrón y/o
cachetazo) como la razón principal de sus propias acciones, que parece increíble que
nadie del entorno le advierta lo expuestos que quedan ante la opinión pública.
Un video filtrado de la entrevista concedida por el presidente argentino a TN, (Ver nota), revela las maniobras mediáticas que son capaces de llevar adelante y de lo improvisado que resultan ser -finalmente- al dejar estos cabos sueltos… o podríamos llamarlos cachetazos sueltos.
En
estos momentos viene a relación la célebre frase del extinto Jorge Batlle sobre
los argentinos; "… del primero al último", para Batlle no se salvaba
ninguno y, a pesar de haber cedido dignidad yendo a llorarle sus disculpas a
Duhalde en aquella ocasión, la inmensa mayoría de los argentinos estaba de su
lado. Claro que no tuvo otra ni tampoco tenía espalda como para aguantar
semejante acto de sinceridad.
Lo
concreto es que por el Río de la Plata los cortes referidos gozan de buena
salud, o eso creen porque la última palabra la tendrá la Justicia (en uno y
otro lado del río).
La carne es débil
Mientras
en Argentina se dio el caso $Libra con la incidencia que tuvo la participación
de su presidente en la difusión y apoyo al mismo, junto al cúmulo de
implicancias que empiezan a conocerse sobre sus promotores y los vínculos con el
primer mandatario; en Uruguay el caso Conexión Ganadera tiene ribetes similares
donde el tráfico de influencias hizo su parte junto a la desidia de varios
gobiernos que "se comieron el garrón" de no controlarlo.
Hasta
hubo señores periodistas que consumieron el mismo corte sintiéndose estafados
en su buena fe (que no ponemos en duda), pero cuyo prestigio fue un diferencial
de peso a la hora de promover el negocio. Abusaron de su confianza y también de
su medio de prensa, a estar por los descargos emitidos (Emiliano
Cotelo, En Perspectiva)
Vaya
coincidencia con los miles de privados de libertad que llenan nuestras
cárceles, quienes ensayan -también- la misma argumentación cuando se les
pregunta la razón de su privación de libertad. El garrón es su corte preferido,
será porque tienen buen diente y mastican lo que sea con tal de progresar a
cualquier precio, incluida su libertad.
El
cachetazo argentino o el garrón uruguayo, dos cortes sublimes de estos años de
libertad que vivimos (pandemia incluida).
¡Viva
la libertad, carajo! ... gritan los vegetarianos.
el hombre cacheteaba un
churrasco,
el perro mordía un garrón…
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