Fuente imagen: La Diaria |
“Me confunden”
Si algo lo ha caracterizado desde que asumió la cartera de Interior, fueron sus patinadas mediáticas que dieron pie a la ridiculización. Algo que no es solo responsabilidad suya… o sí, ya que los asesores deberían cuidar la imagen del Ministro, pero para ello el Ministro debería elegir mejor a quien lo asesore.
Los hechos de los últimos tiempos van dando señales de que esas decisiones fueron malas a estar por los resultados. Si bien no todos fueron designación suya, al momento de aceptarlos en sus equipos pasan a ser su responsabilidad. Los hechos de los últimos días con su mano derecha, (Andrés Capretti), dan cuenta del cúmulo de errores de su administración. Una administración que se ha caracterizado por sensibles destituciones que ya dejaron de ser casos aislados para constituir una pésima tendencia.
Encima, el propio Heber contribuye con sus dichos a empeorar el clima y demostrar, cada vez que habla y sin dar lugar a ninguna duda, que no tiene noción de cómo gestionar la seguridad.
Si aquella frase de “volvieron las carteras” fue sacada de contexto como afirmó en su momento, la explicación que dio cuando dijo estar confundiendo tiros con bombas de estruendo porque “así están algunos barrios”, es toda suya. Tan suya como los conceptos que ha vertido sobre la justicia donde pretende confundir a la ciudadanía sobre cuestiones de las que también le caben responsabilidades. Algunas en régimen de absoluta exclusividad.
Narcos en fuga
Una primera impresión sobre la fuga de narcos que cumplen prisión domiciliaria nos pondría del lado de Heber pero eso se derrumba rápidamente si ponemos en contexto los hechos, donde la responsabilidad es compartida de forma ineludible. En efecto, si bien la trama de corrupción recientemente develada es una prueba del enquistamiento narco en la esfera judicial, no deja de tener aristas que rozan fuertemente al Ministerio del Interior.
Toda la documentación falsificada indujo a error a un Juez o Jueza que determinó el cumplimiento de la condena en un régimen alternativo a la prisión. Sin embargo, hay aspectos que son de resorte exclusivo de quien administra la privación de libertad cuya gestión y responsabilidad le compete a la cartera que dirige Heber. Una vez decretada la prisión domiciliaria, es la DINASLA* la encargada de la supervisión, y –en el caso de asignar dicha prisión con tobillera- también es resorte del Ministerio del Interior su efectivo cumplimiento. Y lo es aún antes que el condenado pase a cumplir la condena en su domicilio, pues quien avala con informes técnicos si corresponde o no la colocación de una tobillera NO ES el Poder Judicial sino la oficina encargada del monitoreo que depende del Ministerio del Interior (la DIMOE**).
Entonces, así planteadas las cosas no es cuestión de echar al vuelo una crítica contra el Poder Judicial cuando hay responsabilidades compartidas con este por parte de la cartera que dirige. Porque no es justo para muchos operadores judiciales que cumplen su tarea con muchos menos recursos que los que administra la cartera de seguridad.
Es mucho más honesto decir que no se puede controlar antes que asumir una responsabilidad que no se va a poder cumplir. Y si lo que necesita son más recursos para ese control, lo que debería hacer un Ministro es pedirlos antes que salir a eludir responsabilidades. Porque no prever recursos para esa repartición de contralor de las medidas alternativas es también su responsabilidad.
Además, resulta extraña la selectiva indignación de quien se escandaliza por estas fugas y no mostró la misma indignación cuando le otorgó un pasaporte a un narco pesado y peligroso como Sebastián Marset, permitiéndole eludir a la justicia internacional que lo sigue buscando.
Cerrar la boca
Está presente en su discurso de forma recurrente y marketinera. El cierre de las bocas de drogas es parte de una dura y estéril labor policial que hay que hacer pero que no genera resultados. Por cada boca que se cierra se abren muchas más y esa compleja cadena se reproduce sin miras de solución definitiva.
Mientras tanto, los grandes alijos de drogas siguen usando la hidrovía desde Paraguay y el puerto de Montevideo se consolida como puerta de salida hacia el exterior, degradando su calidad portuaria con todo lo que ello implica.
El microtráfico es solo una parte del circuito criminal, y constituye el eslabón más fino de una cadena que se rompe siempre por ese lado, llenando las cárceles de mujeres y jóvenes que terminan consolidando su carrera delictiva. Porque las cárceles acumulan hacinamiento y eso conspira contra toda política de rehabilitación posible. Un perverso circuito que se retroalimenta al punto de nunca acabar.
Al extinto Julio Guarteche le consultaron un día sobre la cifra de delincuentes que deberían cumplir condena efectiva y dijo que del total de la población carcelaria de entonces (año 2010) que eran unos 8.700 presos, un tercio constituían el núcleo duro de delincuentes que debían pasar indefectiblemente por la privación de libertad para recibir una adecuada rehabilitación penitenciaria. El resto debería cumplir medidas alternativas a la prisión y así evitar que hicieran un posgrado criminal en las cárceles.
Lejos de esa concepción –que justo es decir tampoco pudo cambiar el Frente Amplio, que entregó el gobierno con 11 mil privados de libertad- quienes hoy gobiernan alimentaron la idea de la prisión como única alternativa y así se siguen llenando los centros penitenciarios en su gran mayoría por delitos relativos al narcomenudeo. Es hora de plantearse una alternativa distinta para combatir el flagelo de la droga y alejarse de aquella visión prohibicionista que instaló la guerra frontal que se viene perdiendo hace décadas.
Mientras el mundo empieza a mirar con otros ojos la regulación de TODAS las drogas, en nuestro país se sigue apostando a cerrar bocas y penar discrecionalmente con más severidad a quien ingresa o intenta ingresar unos gramos de droga a una cárcel y con menos severidad a quien trafica toneladas.
En este mundo del revés sigue primando el grito destemplado y fuerte de quien abusa de los micrófonos.
La oratoria es un don, saber administrar ese don es tarea compleja que no todos pueden cumplir.
A veces, es mejor el silencio…
*DINASLA- Dirección Nacional de Supervisión de Libertad Asistida
**DIMOE – Dirección de Monitoreo Electrónico
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