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Suárez, una ampolla para Fonseca
La entrevista transcurría dentro de las que comúnmente da Luis, claro que no tan disfrutables como las que hace Rafael Cotelo, pero con esa cuota de sencillez y humildad que transmite una “bestia” mundial que vive y siente el fútbol como un juego al que no le gusta perder nunca. Su pasado humilde, la historia de amor que lo llevó a superarse siguiendo a la “mujer de su vida” hasta llegar a Europa, fueron parte de un relato que seguíamos con atención.
Ya estaba por terminar la “interviú” cuando saltó la liebre. La relación de Suárez con quien fuera su representante -Daniel Fonseca- detonó en una cadena de respuestas a las que se sumó otro integrante del seleccionado nacional (Martín Cáceres).
Ahora bien, no me interesa -en lo más mínimo- saber quien tiene razón; no me interesa tomar partido por nadie, ni si estuvo bien o mal Suárez con su comentario; si la respuesta de Fonseca estuvo bien o no; si el comentario de Cáceres aporta algo o devuelve algún grado de justicia al tema. A mí me importa, pura y exclusivamente, cómo se desempeñan representando a mi país, que sean honestos defendiendo nuestra casaca, que tomen lo mejor del juego y lo ejecuten como hasta ahora. Que ganen o pierdan dejando todo lo que tienen, que nos sigan haciendo sentir orgullosos de nuestra selección.
Durante muchos años -algunos en los que uno de los protagonistas formó parte- sufrimos los malos resultados y peores comportamientos de nuestro combinado nacional. Hartos de quedar eliminados de los mundiales, de no querer venir a representar a nuestro país, de expresiones como “repatriados”, de salidas de la concentración para ir a “pescar”, circunstancias que solo generaron frustración y eliminaciones deportivas. A tal punto que nos hicimos hinchas de Argentina, que por aquel entonces, contaba en sus filas a Diego Armando (que podrá tener un montón de defectos pero siempre quiso ponerse la albiceleste). Era un último recurso ante la imposibilidad de disfrutar de un campeonato mundial con la celeste en juego. Fueron años duros y tristes, hasta hoy.
Gracias a un Maestro que refundó a la selección nacional, modificó comportamientos y profesionalizó el trabajo del combinado, haciendo que sea un tránsito virtuoso al que le dio carácter de premio u objetivo primordial (“el camino es la recompensa”), hoy disfrutamos un desempeño que no es solamente deportivo. Ese clima permitió acceder a lugares de privilegio: un 4º puesto mundial, un campeonato sudamericano victorioso -2011-, integrar el top ten de la clasificación FIFA -hoy en el 9º lugar, habiendo estado en el 2º. Pero más allá de lo deportivo, está el comportamiento personal de todos y cada uno de los integrantes del combinado nacional, que está lejos, bien lejos del circo mediático de otras latitudes no tan lejanas.
Por eso es que viralizar un altercado de esta naturaleza me resulta bajo y extraño que ocurra porque no estamos acostumbrados a que pase con este seleccionado. Sufro cada vez que un canal español pone en evidencia los insultos que se propinan Suárez, Godín y Jose María Giménez, porque no es el comportamiento que nos regalan cada vez que lucen la casaca color cielo. Entonces, verlos como rivales y exagerar altercados que quedan en un partido como si fueran trasladables a la vida después, me genera rechazo.
Ahora son las redes sociales y los portales que se hacen eco de este encontronazo mediático que incluye a otro miembro del combinado. Y eso sí es preocupante. Porque puede verse afectado el buen clima que todos apreciamos y disfrutamos desde lo alto de una tabla que nos tenía acostumbrados a ver desde muy abajo a esta altura.
No quiero el circo argentino de los programas de chimentos para mi selección, quiero verlos jugar y disfrutar de un clima de compañerismo o -cuando menos- un clima profesional de quienes tienen claro el objetivo. Es imperioso que dejen afuera todo lo que pueda afectar ese camino.
Un camino devenido en recompensa, gracias a un Maestro que le devolvió prestigio a la selección uruguaya.
el hombre apagó la tele,
el perro se mordió una pata...
De caliente, no más
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