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lunes, 9 de febrero de 2015

De “sirios” y troyanos

La semana que pasó lo hacía de forma inadvertida, pero la madrugada del viernes sería alterada por un artículo de prensa de un diario israelí que advertía sobre la expulsión de un diplomático iraní llevada a cabo por el gobierno de Mujica. Ese hecho -que luego sería desmentido oficialmente- se hizo eco en una prensa uruguaya ávida de noticias en medio del verano, temporada en la que siempre escasean las mismas. Luego se sumarían más hechos, como el pasaje de “iraníes”, (que no eran tales), por Uruguay, con pasaportes israelíes falsos. Una sucesión de hechos que hacían presumir una operación mediática de alto vuelo...

El que calla otorga

El informe periodístico hacía referencia a servicios de inteligencia uruguayos merced a cuyo trabajo se habría concretado el pedido de expulsión. De pique esa información era incorrecta por cuanto los servicios de inteligencia policial no tenían información relevante como para haber desencadenado esa medida. Tampoco existía filmación alguna que vinculara a ningún ciudadano en la colocación de un artefacto de escaso o nulo poder destructivo en las inmediaciones del WTC.

Ese particular hecho ya hacía pertinente el desmentido y la comunicación oficial de los hechos como estos fueron en realidad. Así lo determinaron ambas carteras (Relaciones Exteriores e Interior), quienes terminaron emitiendo un comunicado oficial al respecto. Comunicado que llegó a cuestionarse por la demora de su emisión, ignorando que era menester esperar al Canciller quien llegó a territorio uruguayo en la tardecita del viernes y se reunió con el Ministro del Interior a última hora de ese mismo día.

Off de récord, se trataba de detener la ola mediática pero no a todos los medios les interesaba conocer la verdad. Siempre vende más contar una historia donde la intriga y el secretismo (que no era tal, y menos, oficial), abonan al interés de los lectores (por lo menos así lo entienden algunos).

Emitido el comunicado todos creíamos que el asunto estaba cerrado pero llegó el otro día y no. Ahora eran “iraníes” que -con pasaportes falsos- pasaron por Uruguay y llegaron a España. Lo que no dijeron en tiempo real fue que esos que llegaron a España, con los mismos pasaportes, también habían pasado por el control migratorio español sin novedad. Recién cuando pidieron refugio al gobierno español se percatan de la falsedad de los mismos (de origen israelí). Solo Canal 10 tuvo la virtud de echar luz con la versión correcta y -con ese impulso- lograr que el resto de los medios reconocieran los hechos como realmente ocurrieron. Una entrevista al Director Nacional de Migración, terminó de esclarecer lo que ya parecía un best seller de espionaje con nombre uruguayo.

Le pasó al Toto, no le iba a pasar a El Observador...

A pesar de las horas en que se padeció el vendaval mediático donde Uruguay parecía ser un refugio de terroristas, llegado el momento y compulsadas todas las versiones (incluida la oficial), los medios que lideraron la movida, reconocieron el error y asumieron responsabilidad: “Hoy nos equivocamos”. La aclaración refería al artículo en que se hacía mención a “iraníes” (sic) que habían pasado por Uruguay con pasaportes falsos, y que fuera tapa de El Observador.

Los presuntos iraníes no eran tales y así lo informó la Policía española quienes recién se percataron del punto cuando los ya ingresados a territorio español sin advertencia alguna, pidieron refugio. Parece inverosímil pensar en un pasaporte falso de origen israelí, pero así parece. Todo parece indicar que estamos ante un caso de tráfico de personas, donde el crimen organizado actúa sobre víctimas potencialmente indefensas como es el caso de la población siria que escapa del horror de su crisis interna.

Ahora bien, todo calzaba a la perfección para pegar en la línea de flotación del gobierno de Mujica, quien había recibido familias sirias en medio de la altísima aprobación de la población uruguaya. Abonado -además- por los presuntos incidentes de violencia doméstica que se denuncian sobre esas mismas familias refugiadas en territorio uruguayo.

Sumar esta perla encajaba justo para el caso, pero no...

Es que en la vorágine de la información, que fueran iraníes se asociaba perfectamente con la desmentida expulsión del diplomático iraní que fuera identificado en las proximidades de la embajada israelí el pasado 24 de noviembre, cuando hubo una amenaza de artefacto explosivo (maletín que solo contenía papeles). En esa vertiginosa carrera por ser los primeros, se hizo eco de una sola campana (la fuente), sin chequear convenientemente con la otra campana (el gobierno). Ese riesgo, que se corre últimamente con mayor frecuencia, lleva a errores como estos donde -por lo menos- se rescata la hidalguía de reconocer el yerro.

La compulsa de versiones es la única forma real de poder lograr llegar a la verdad ó a que el lector se forme su propia opinión. De lo contrario, se corre el riesgo de cometer errores burdos como este que tienen que ser admitidos para recuperar la credibilidad perdida. Peor es la actitud de otros medios que se hicieron eco de la noticia y sin asumir que -por consecuencia- también se equivocaron.

En estos casos me pregunto si vale la primicia como tal o si lo que tiene mayor valor son las consecuencias que se derivan de esa primicia. Porque, si esa información sirve de insumo principal para formarse opinión la ciudadanía, estamos en un caso de alta responsabilidad donde lo que está en juego ya no es la credibilidad del medio o del periodista, exclusivamente.

En la comunicación oficial también pasa. No estamos vacunados contra el error y nos equivocamos muchas veces.

Es que para errarle, hay que hacer, y haciendo estamos... siempre.



 
el hombre mostró el pasaporte,
el perro olfateó desconfiado...

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