Publicado en La ONDA digital
Difícil para Sagitario...
Se cierra un capítulo que se llevó ríos de tinta y horas de discusiones estériles. Finalmente el diputado estrella del momento (ya nadie se acuerda del Senador Saravia), no dio su voto para que se anulara la “caducidad de la pretensión punitiva del Estado”.
Un sentimiento de extraña y amarga ambigüedad me invade. Por un lado tengo la convicción que el Frente Amplio cometía un error histórico al no atender la voluntad soberana expresada en dos ocasiones sobre el tema y, por otro lado, desconocer al soberano interno de una fuerza política me lleva a pensar que poco o ningún espacio le queda al disidente, pues de lo contrario sería el fin de la estructura partidaria (si no se resuelve nada al respecto acerca de la conducta del mismo).
Esa ambigüedad es tal que significó un nudo difícil de desatar para quienes intentamos tener una opinión en el tema pero nos enfrentamos ante situaciones de este tipo que plantean encrucijadas que jamás debieron permitirse, pero finalmente ocurrieron. Seguramente sea un efecto extraño y colateral del anunciado fin del mundo que en momentos de escribir esta nota tardía (hoy es sábado 21 de mayo, y debí entregar mi nota el viernes), me está afectando.
Una ambigüedad que seguramente también invadió a los legisladores que no esperaban encontrarse en esta situación de tener que votar por mandato de un plenario, a sabiendas, (muchos de ellos), que estaban sepultando la herramienta de la consulta popular tan cara a los frenteamplistas.
Pero hoy el tema es cosa juzgada. Se ensayan otras vías para llegar a lo que se pretendía que es eliminar la impunidad de nuestro ordenamiento jurídico, pero debe entenderse que el soberano ya laudó -no una sino dos veces- ese tema, mal que nos pese. Por otra parte soy de los que no deja de reconocer que la impunidad -a pesar de la vigencia de la caducidad- está menguada, de lo contrario no estarían presos quienes habitan la cárcel de Domingo Arena. Eso que no se quiere reconocer es obra y gracia exclusivamente de nuestro gobierno que desde el año 2005 con Tabaré y ahora con Pepe, aplican la ley de marras habilitando las investigaciones que no hicieron Sanguineti, Lacalle ni Batlle (aunque este último tenga el mérito de la Comisión para la Paz, no habilitó la investigación del caso Gelman por citar uno emblemático).
El camino debe ser la anulación -por Decreto- de aquellos actos del Ejecutivo que impidió las investigaciones antes que la prescripción se cumpla, y es un camino que el Presidente Mujica está dispuesto a transitar como ya lo demostró recientemente.
Sin embargo queda aún un camino que no se ha transitado por quienes tienen una deuda enorme con la sociedad uruguaya. Es el gesto que le falta reclamar a Mujica de quienes han tenido del primer mandatario innumerables gestos de reconciliación a pesar de haber sido una de las víctimas que tuvo la fortuna de vivir para contarlo. Hace falta un gesto de grandeza y de arrepentimiento de los militares uruguayos -que no han demostrado todavía- pero que mucho ayudaría para cerrar heridas.
Ese gesto que tuvieron, por ejemplo, los militares argentinos con un Comandante en Jefe como Balsas que pidió perdón al pueblo argentino por los delitos cometidos durante la última dictadura que vivió el país hermano. Gesto que ni por asomo han intentado hacer los militares uruguayos ni desde el más bajo grado hasta el más encumbrado que ostenta cargos de responsabilidad como el Comandante en Jefe de las FFAA. Cargos desde los cuales lejos de reestablecer la reconciliación -en el menor de los casos- han hecho un silencio absoluto y negado la verdad en el conocimiento del destino final de nuestros detenidos desaparecidos. Por lo menos ese gesto, (que les fuera solicitado hasta en el amparo del secreto de confesión que ofreciera el recordado Perico Pérez Aguirre), es esperado por quienes aspiramos a una verdadera reconciliación. Sin embargo no hay atisbo alguno de que ello ocurra, por el contrario seguimos otorgando señales unilateralmente y perdónenme el atrevimiento, pero así no hay reconciliación posible.
Seguiremos esperando a militares que honren su uniforme, y destaquen por sobre el resto, con un gesto de grandeza que lleve paz a los muertos y verdad a los familiares que aún esperan por conocer el lugar donde se hallan los huesos de quienes pujan por dejar de ser desaparecidos.
¿Habrá un gesto de esos algún día?
el hombre se fue a dormir sin esperar el voto,
el perro esa noche aulló de tristeza...
el perro esa noche aulló de tristeza...
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