Cuando en la campaña del 2004 se vislumbraba el cambio de rumbo y el FA se perfilaba para ser gobierno, abundaron los mensajes apocalípticos sobre la deblacle que se nos vendría. Una camada de gobernantes de turno ensayaron mil y una estrategias tratando de impedir lo inevitable a esas alturas, y la izquierda fue gobierno finalmente.
Si bien es cierto que esbozos de recuperación se veían venir, también es cierto que la crisis se instaló en el mundo casi al final del período del primer gobierno frentista y Uruguay, lejos de caer en recesión, creció; dando un golpe mortal a quienes intentaron -ya en plena campaña del año 2009- torcer nuevamente los destinos de un país que no quería volver a viejas fórmulas.
Y si la crisis no llegó fue merced a una forma diferente de gobernar, aquella que aplicó fórmulas propias, alejadas de las viejas recetas de los organismos internacionales de crédito que debieron ceder ante una realidad uruguaya que fue ejemplo en el concierto económico internacional. Ese impulso -del que aún no se avisora merma sino un mayor crecimiento- es un valor agregado que nos acerca cada día al ansiado nivel de grado inversor perdido hace años.
Este panorama alentador se da de narices con los empujes gremiales que arremeten en forma descontrolada y amenazan con cambiar un escenario altamente favorable que debemos preservar y desarrollar. No parece sensato el camino que recorren algunos gremios. El país los necesita fuertes y acompañando el proyecto para seguir por la senda del crecimiento.
Es cierto que el año del presupuesto se llena de reclamos y pedidos, pero también es cierto que esta vez las corporaciones marcaron la cancha con desmedida virulencia. La sumatoria de conflictos no parece casual ni mucho menos; tampoco la entidad de los protagonistas. Los gremios responsables del aparato productivo-exportador del país, amenazan con su acción la generación de pérdidas importantes para un país que no puede darse esos lujos.
No hay que ser alarmistas como dijo el Presidente, pero llamemos a la mesura y la razón para poner las cosas en su justo término. Junto al llamado, llamemos a la militancia a defender un proyecto, no podemos dar ventaja siquiera para el amago de querer volver atrás y deshacer los cambios.
Es hora de actuar, de defender y argumentar a favor de un gobierno que nos merecíamos desde hace mucho tiempo los uruguayos, y que luego de mucho tiempo conseguimos. Un gobierno que piensa un país a futuro, con sólidas bases, para enfrentar los embates de un mundo globalizado al que le vamos ganando con seriedad y trabajo.
Es hora de parar la pelota, de pensar más allá de la chacrita.
Esta vez el lobo tiene forma de conflicto, solo resta saber si las ovejas se dejan llevar o, en cambio, nos marcan el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario