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miércoles, 7 de noviembre de 2018

Mentiras en conversa

Fuente imagen: Brunoticias
Convocados por Gustavo Gómez a un “conversatorio” cuyo tema fue ¿Qué hacemos con las noticias falsas?, acudimos este lunes 5 de noviembre a la Sala Paulina Luisi del Edificio Anexo del Palacio Legislativo con la expectativa de conocer un poco más sobre un tema que se instaló definitivamente en la agenda (mundial y regional). Es que las llamadas “fake news” o noticias falsas han invadido nuestro diario acontecer para manipular decisiones del soberano al que bombardean con un caudal de información que es difícil de discernir y mucho menos, de verificar. Aprovechándose de la velocidad de transmisión, la toma de decisiones también es apurada e inducida a error al momento de tomar posición sobre determinados temas. Ese fenómeno de direccionamiento de las voluntades electorales ha puesto la lupa en la búsqueda de un instrumento que ponga a resguardo al elector de semejante acto de manipulación. Los ejemplos en la región (Argentina y Brasil), han disparado la reacción de muchos actores que intentan evitar que las noticias falsas incidan en la toma de decisiones de nuestros ciudadanos. Por eso, este tipo de actividades son necesarias e imprescindibles para poner a las mentiras en medio de la conversa, antes que sean las protagonistas principales de nuestro destino dejándonos a todos sin derecho a pataleo... 

Buscando el pacto

El moderador hizo una breve introducción para presentar a los primeros panelistas que nos harían entrar en tema. Académicos y profesionales (de las comunicaciones y el marketing digital), fueron los encargados de dar un pantallazo inicial que fue esclarecedor y generó el ambiente para lo que se vendría luego.

Si algo nos quedó claro a los presentes -pocos en puridad y con escasos medios de prensa dando cobertura- es que no hay misterios en esto del direccionamiento digital, la información fluye por las redes sociales al impulso de nuestros posteos y cliqueos que van nutriendo de información privilegiada al algoritmo que terminará inundando de información segmentada a nuestras propias redes y a nosotros mismos.

En suma, somos los primeros responsables de brindar nuestros datos a quienes se valdrán de ellos para hacer su negocio, ya sea vendiéndonos algún producto o promoviendo algún candidato a Presidente. No hay nada de misterioso en el punto ni de maquiavélico, simplemente se ha abierto un nicho de mercado que es aprovechado por emprendedores que ven en ese espacio una oportunidad para vendernos cualquier producto, incluso un producto electoral.

Hasta ahí podría decirse que no hay nada reprochable, salvo que sobre valoremos al marketing digital al punto de creer que nos hipnotiza y anula nuestro intelecto, haciendo que tomemos tal o cual decisión de forma automática. Quizás algo de eso pueda darse pero por ahora no sería el punto; lo realmente reprobable es que se utilicen esas herramientas para difundir información falsa con la intención de volcar nuestra decisión a partir de un fundamento que no es cierto. 

El vehículo es importante pero más lo es la carga que lleva el mismo por cuanto esa carga -viciada de falsedad- induce a error al decisor y genera un resultado basado en la mentira.

A los primeros expositores siguieron políticos de varios partidos (Partido Nacional, Colorado y Frente Amplio), quienes coincidieron en que la regulación no sería el camino ideal a seguir ante la imposibilidad de responsabilizar al autor de una noticia falsa que se viraliza por las redes. Sería legislar para no poder aplicar luego esa norma. Sin embargo, todos abonaron a la figura de un pacto o acuerdo ético que permita sembrar confianza y evitar la propagación de información falsa. Acuerdo que contaría con una excelente propuesta brindada por el periodista Fabián Cardozo, en representación de APU, como es el ofrecimiento de que los periodistas se constituyan en garantes de ese pacto comprometiéndose a no difundir noticias falsas en el ejercicio de su profesión.

Verdaderamente ninguno de los presentes esperaba, casi en el cierre de la actividad, una propuesta tan interesante como esa, donde profesionales de la noticia comprometan su ejercicio profesional para garantizar la difusión de noticias confiables con información verificada y desechar cualquier tipo de información notoriamente falsa o carente de fundamento. Sin dudas que ese plus haría del acuerdo ético planteado un potente instrumento que permita combatir eficazmente la divulgación de noticias falsas.

Hubo tiempo para desnudar una realidad que hasta ahora no se cuestionaba, como era que siempre existieron noticias falsas, lo que no habían eran instrumentos de difusión masiva como en este siglo, donde la propagación de una noticia adquiere dimensiones mundiales. Así como tampoco habían elementos de confirmación en tiempo real como hoy día, lo cual también genera ruidos disparando versiones contradictorias que deberán someterse a un proceso de verificación necesario e imprescindible.

Han surgido a nivel mundial -y también nacional- propuestas que intentan combatir frontalmente la divulgación de información falsa. Esfuerzos privados y públicos que se irán combinando para aumentar su potencial, serán herramientas fundamentales a la hora de evaluar el caudal de información que nos llega actualmente.

Uno de esos servicios públicos de reciente implementación es la Línea Verde 9-1-1, que persigue como finalidad disipar toda duda en la información que se viraliza por las redes sociales y que pueden derivar en un evento de seguridad pública. No tiene otro fin que evitar el desvío de recursos necesarios para el combate al crimen atendiendo información que resulta falsa pero que se disfraza con elementos de la realidad distrayendo el trabajo policial y generando alarma pública. Desde su instalación a hoy (escasos dos meses) ha recibido más de 12 mil consultas que se concentraron en 82 noticias falsas y solo 6 eventos reales que dieron motivo a una respuesta policial.

En breve, ese instrumento buscará potenciar su trabajo con acuerdos estratégicos con determinados actores públicos y privados a quienes consultar en temas que merezcan un grado de conocimiento que exceda la mera consulta web o se zanjen con negativa ante la falta de denuncia real de los casos consultados. De ese modo, actores como la UDELAR pueden y deben dar su aporte en determinados casos donde se requiera una opinión fundada para desmentir una información que se camufla detrás de conceptos técnicos sofisticados.

Otros ejemplos se vienen gestando con buenos augurios y allí está La Diaria Verifica, también generando espacios para concentrar masa crítica que permita alimentar las redes de noticias confiables y contenidos ciertos. 

El tiempo pasó muy rápido en medio de una andanada de conceptos nuevos para explorar remedios al fenómeno de las noticias falsas.

Vendrán más conversas, necesarias, imprescindibles y urgentes… porque la mentira sigue allí, a la vuelta de la esquina, agazapada para entrar sin que le demos permiso. 


el  hombre chequeaba un dato,
el perro ladraba al mentiroso...

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