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miércoles, 16 de marzo de 2016

Los ojos desde el cielo

Fuente imagen: elpezvolador.wordpress.com
Ojos en el cielo es una nueva arma para el combate a la delincuencia. Aunque parezca salido de Hollywood, ya es una realidad según consigna un artículo publicado en El Mercurio de Chile. Siempre según el cronista, una ciudad cuya identidad se mantiene bajo estricta reserva, ha comenzado a ser espiada por cámaras ubicadas a más de tres mil metros de altura que graban todo lo que pasa en sus calles durante las 24 horas del día. De esa manera quedan bajo sus ojos todos los eventos delictivos ocurridos los que -al ser rebobinadas las cintas- quedarán al descubierto para ser perseguidos y aclarados, enviando a los responsables a la cárcel. Según sus defensores no es otra cosa que "el futuro de la aplicación obligatoria de la ley". Para los que se oponen (quienes han logrado su inaplicabilidad en una ciudad y se niegan a que se aplique en otras), "es una invasión a la privacidad demasiado extrema". Unos y otros con puntos a favor y en contra, pero algo nos queda más que claro, el mundo va hacia ese tipo de medida que nos limitan libertades en busca de mayor protección. El Gran Hermano vino para quedarse...


Sonría, lo estamos filmando

Nos acostumbramos a ese tipo de carteles que advierten con ironía que estamos siendo filmados en todos nuestros actos. Una advertencia que no afecta a quienes honestamente se manejan por la vida y no tienen nada que ocultar, carteles que incomodan a quienes no aceptan tanta invasión a la privacidad aún en espacios públicos o privados, y mucho menos para quienes buscan pasar desapercibidos por estar fuera de la ley o de la moral según sea cada caso.

Lo cierto es que lo que en un principio se comenzó a aplicar en ámbitos cerrados y privados (comercios u oficinas públicas donde se manejaban valores), pasó a ser cada vez más frecuente en ámbitos públicos de alta concurrencia y sin que sean necesarios carteles alusivos. De todos modos en muchos lados es común advertir cartelería que informa del tránsito en un zona video vigilada, máximas que otorgan garantías a quienes las transitan y preocupan o alejan a los que ven en esa herramienta una moderna extensión del brazo largo de la ley en contra de sus intereses.

La cuestión es que hoy en día este instrumento tecnológico se ha convertido en una herramienta eficaz para combatir la delincuencia y es razón principal de la baja de las estadísticas de delito en las zonas donde operan las mismas. Uruguay no es la excepción y asiste a ese fenómeno de reducción ostensible de la criminalidad en sus zonas protegidas por cámaras de alta definición que aportan pruebas a la Justicia (que fue remolona para aceptarlas) y disuaden a quienes hacen del delito su medio de vida. Resulta evidente y comprobable que estos instrumentos han permitido reducir a mínimos históricos el delito en zonas otrora permeadas por la delincuencia como la Ciudad Vieja de Montevideo, haciendo de esa zona un paseo seguro para turistas, vecinos y ciudadanos que la visitan a diario por las razones que fueran.

Los datos así lo confirman cuando hasta el presente, la temporada de cruceros que visitan nuestra capital no arroja delitos contra los turistas y el único incidente ocurrido fue rápidamente captado y resuelto por la Policía a través del circuito de video vigilancia, atrapando al delincuente y devolviendo lo hurtado a su dueño.

Pero este sistema de Gran Hermano terrenal parece no tener techo y apronta sus baterías a dar un salto cualitativo de importancia con sistemas como el informado por el medio de prensa chileno. Esa gran cámara abierta y dispuesta a gran altura, una especia de gran angular al que nada se le escaparía, vendría a ser una especie de respaldo o cobertura fílmica que aporte la prueba final que determine el pasaje de los autores de los crímenes a la cárcel. Evidentemente no evitará que los eventos ocurran, al principio, ya que una vez que se viralice la eficacia de sus imágenes para dar con los autores de los ilícitos, es dable pensar en una pertinaz disuación que vaya disminuyendo el crimen.

No obstante ello, también es cierto que desde que el mundo existe y el hombre en él, este ha ido venciendo obstáculos y este no será la excepción. Será cuestión de tiempo, nada más, para que la delincuencia encuentre la forma de burlar esos ojos del cielo e impedir que los atrapen, al punto de llegar a modificar sus conductas delictivas para impedirlo.

Pero mientras llega ese momento, seguramente ese Gran Hermano habrá logrado detener y encarcelar a muchos delincuentes. Solución que -aunque momentánea- dará respiro y fundamento a los defensores, en tanto los opositores irán sumando argumentos en contra para derribar una práctica que limita nuestra libertad ambulatoria haciéndonos prisioneros en una cinta grabada sin nuestro consentimiento.

Sea cual sea el lugar que ocupemos en esta discusión, será imposible no tomar partido por una u otra postura. El mundo va camino a ello, y nuestra región principalmente, empujada por una criminalidad al alza que invita a ensayar estas tecnologías a riesgo de seguir cediendo libertades si con ello aseguramos una mejor convivencia.

El futuro ya dobló la esquina, y está cada vez más cerca. Avanza a una velocidad que nos deja sin reacción.

Ni siquiera para poner nuestra mejor pose o regalar nuestra mejor sonrisa...



el hombre miró a la cámara
el perro ladró al cielo...

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