Las resultancias pos primera vuelta dibujan un escenario favorable para la fórmula frenteamplista y las señales enviadas desde la oposición marcan un tinte desesperado por volcar ese panorama a su favor. Ahora reflotan la idea del debate aceptando –aparentemente- las condiciones expuestas oportunamente por Mujica. Evidentemente en este punto nos permitimos opinar como militantes que somos y sugerimos que dicha instancia no se haga efectiva por una sencilla razón: NO LA PRECISAMOS.
En este sentido hablamos en primera persona pues la idea del debate apunta a captar de los votantes la aceptación de las propuestas que confronten quienes se enfrenten en dicha instancia. Entonces, como parte integrante de esa facción por la que se puja, nos permitimos advertir que no gasten recursos pues ya tenemos caudal suficiente como para definir opciones el último domingo de noviembre.
En efecto, basta con comparar gestiones de gobierno para darnos cuenta que al filo mismo de la culminación del primer gobierno progresista en Uruguay, los logros suman y son manifiestos mal que pese a los opositores eventuales (léase, rosados y cía.).
En momentos en que el líder nacionalista se maquilla para vender una imagen suprapartidaria -que lejos de convencer ofende la inteligencia de los uruguayos- quienes apreciamos la jugada nos adelantamos para opinar que aunque la mona se vista de seda, (con la preciosa imagen que regala un sol y nueve franjas), mona queda. No alcanza con inventarse una imagen ni bien ocurrida la elección y definida la segunda vuelta, pues pareciera que ahora el tema pasa por la persona antes que por el programa o el proyecto y ello está muy lejos de ser cierto. Hoy más que nunca hay que confirmar lo dicho en la campaña, pero por encima incluso de lo dicho, tenemos que remarcar lo hecho por un gobierno que está lejos de ser lo que la oposición previó, llevando al país a ser considerado como modelo en muchos aspectos. Por citar uno, destacamos el manejo de la crisis internacional (que hubo una, por si la oposición no se enteró, ya que por acá todavía se esperan las nefastas consecuencias que aquella había pronosticado). Entonces surge la pregunta: ¿hay que debatir? NO, no es necesario para quienes sabemos lo que hizo este gobierno y cómo lo hizo.
Por supuesto que los medios pujan por que se produzca el encuentro pues, mientras tanto, ellos facturan. Una simple composición de lugar permite imaginar un panorama que no es necesario para demostrar lo que ya está claro en el conjunto de la sociedad, salvo para quienes intentan volver a ser dueños del poder por el poder mismo.
El debate indispensable es el cotidiano con la gente a través de una gestión honrada con un proyecto de país sustentable. El mismo proyecto que tiene cinco años casi de iniciado y el que necesita la consolidación de sus cimientos. Es la gestión de gobierno el acervo principal a esgrimir; no son meras promesas, son hechos, realidades contantes y sonantes que no precisan debate alguno para saber de su existencia. Por ello, no vemos necesidad alguna en realizar ese cara a cara –de la modalidad que sea- pues con ello solo haremos caudal para quien, asegurada la derrota, intentará ganar puntos que le aproximen a una victoria pírrica.
Si quieren El Debate, que lo abran y lo editen de nuevo. Mientras tanto, difundamos lo hecho, que es bastante, aún a riesgo de olvidarnos de algo.
el gato toreaba al perro, el hombre solo observaba,
sabía bien quien se quedaría con el hueso...
sabía bien quien se quedaría con el hueso...
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