Heroica militancia
Si hay alguien a quien atribuirle esta victoria es a ese anónimo indispensable de todas las horas y de todos los desafíos. Ese que no se guarda nada y lo deja todo en procura de llevar en alto sus ideales. Ese que hace de esta fuerza una verdadera marabunta que empuja y abraza las causas con celo y compromiso único. Ese es el motor principal de una fuerza política que hace la gran diferencia frente a un emulador contrincante multicolor que se dice coalición. Pero claro, a esa comunión de partidos le falta el ingrediente principal que es lo que distingue y hace la enorme diferencia en el Frente Amplio: las bases, es decir los militantes. O dicho de otro modo, les falta ser –también- movimiento.
No basta con sentirse o creerse una coalición si no está apuntalada por una masa social que la justifique y haga parte de sus decisiones. Porque en ese caso será un acuerdo entre cúpulas sin el soporte social militante, ese cable a tierra que hace parte principal de la estructura. No alcanza con juntarse para sacar un partido del gobierno, es necesario algo más sustancial que contagie y alimente a la masa, y que la haga sentirse parte de la historia.
Fue esa heroica militancia la que se puso al hombro esta segunda vuelta y salió a patear el país entero para convencer a quienes no acompañaron en la primera vuelta y vaya si lo consiguieron. Lejos quedó aquella victoria pírrica que celebró el oficialismo en la noche del 27 de octubre, con sus más de 90 mil votos de diferencia que se esfumaron o mejor dicho se fueron para consagrar a Yamandú como el próximo Presidente de los uruguayos.
Es que para las encuestas hay un virus implacable contra el que no pueden adelantar ningún resultado y ese virus no es otro que la militancia pura y dura que se impone desafíos imposibles para las estadísticas, pero no para ellos. Esos miles de anónimos pastores de la política que van puerta por puerta y rincón por rincón convenciendo y llevando sus argumentos en procura de la causa que los invoca.
Habemus Presidente
La noche se tiñó rápidamente con los colores de la bandera de Otorgués, y las bocinas llenaron la noche en cada rincón del país, a poco de conocerse las proyecciones de las encuestadoras con carácter de irreversible. Y el grito de esa militancia se hizo ensordecedor para llenar la principal avenida capitalina con rumbo a la rambla donde hablaría el futuro presidente de los uruguayos.
Mientras tanto, el cielo se iluminaba con relámpagos que presagiaban repetir la noche de 2009 en que Pepe Mujica se consagró Presidente. Un buen augurio, al decir de muchos de los que estábamos frente al NH Columbia, esperando por Yamandú.
En medio de ese panorama, hubo tiempo para el recuerdo emocionado de compañeros que ya no están, como el Bicho Bonomi. Uno de los que mejor proyectaba los escrutinios y analizaba las encuestas. Seguramente estaría disfrutando ver a Yamandú ungido como presidente de los orientales.
Otro que todavía tenemos entre nosotros y que se lleva gran parte del crédito no es otro que Pepe Mujica, quien en la competencia de popularidad no solo le sacó varios puntos al segundo –Lacalle Pou- sino que lo vapuleó con los resultados obtenidos en este ballotage, donde su participación fue decisiva.
Es que, en esa puja participativa, Pepe ganó por varios cuerpos a estar por la incidencia de uno y otro. Mientras Lacalle Pou decidió no ir al G20 para quedarse haciendo campaña por su delfín, (y no le alcanzó), Pepe no solo participó en varios encuentros, sino que lo hizo marcando una clara incidencia que sumó para la victoria holgada de esta segunda vuelta.
Garage de entrada
En la Torre Ejecutiva algunos entraban por el garaje, y otros – como el presidente Lacalle Pou- se van por el mismo lugar para evitar cruzarse con la masa frenteamplista que celebraba la vuelta al gobierno.
Ni la lluvia pudo opacar la alegría de volver, y así lo hizo sentir la militancia que celebró hasta altas horas de la noche, las mismas en que se escribió esta columna.
El soberano se expresó y la democracia uruguaya no solo dio muestras de buena salud, sino que sigue siendo ejemplo para el mundo.
Los gobiernos se evalúan en las urnas y así como al Frente Amplio le tocó perder hace cinco años, ahora le toca al gobierno reconocer que perdió porque hizo cosas que la ciudadanía valoró negativamente. A pesar del esfuerzo que hicieron muchos para forjar una imagen distinta, que –a la postre- no convalidaron quienes dan la voz final y definitiva con su voto.
Hablaron las urnas, y eligieron Presidente…
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