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martes, 17 de diciembre de 2024

Negro sobre blanco


Fuente imagen: Observador
Finalmente se conoció oficialmente el equipo de gobierno que acompañará a Yamandú y Carolina a partir del 1º de marzo de 2025. Uno por uno fueron presentados en el salón de eventos del Radisson Hotel por el propio Yamandú en una ceremonia austera pero muy emotiva. Entre los nombramientos más llamativos hubo uno que generó repercusiones entre los formadores de opinión: el del exfiscal Carlos Negro al frente del Ministerio del Interior. Una jugada que desconcertó a muchos que ya daban por segura la designación de Gustavo Leal y no imaginaron nunca semejante movida. El tiempo dirá si esta decisión pone a la seguridad -de una buena vez- en Negro sobre blanco…

Uno de los particularmente críticos con la designación fue el politólogo Daniel Chasquetti quien se mostró sorprendido por una decisión que, entiende, “debilita a la Fiscalía”.

Con el respeto que me merece por su trayectoria y profesionalismo, creo que es posible otra interpretación sobre el punto y que pone el énfasis en la formación técnica para un cargo de alta sensibilidad social. Un puesto que se ha demonizado merced la impronta política de sus titulares, y al que la mezquindad política ha permeado de tal manera de dinamitar cualquier acuerdo alcanzado, sin importar otra intención que la del rédito político. Así le pasó a Eduardo Bonomi quien soportó las peores críticas a pesar de ser el padre de la verdadera recuperación de la dignidad policial con reformas estructurales y mejoras profesionales que no pudieron romper (aunque sí las depreciaron bastante), en “los mejores 5 años de nuestras vidas”.

La figura de Carlos Negro al frente de la cartera encargada de la seguridad constituye una arriesgada decisión política al poner al frente a un técnico antes que, a un político; y, en cierta medida, condiciona a la oposición a dar espacio a los consensos técnicos que impondrá, dada su condición de tal, el titular de la cartera. El no hacerlo develaría la intención manifiesta de hacer política con la seguridad antes que buscar los tan promocionados acuerdos que lleven a aplicar políticas públicas de largo aliento, es decir verdaderas políticas de Estado.

Afirma Chasquetti que la decisión es arriesgada por cuanto se saca un fiscal para un cargo, sin que haya hecho antes un trayecto político como otros que bien cita (Fossati, Zubía y hasta el propio Jorge Díaz). Y creo, humildemente, que ahí radica precisamente la verdadera intención de la designación, traer alguien del ámbito profesional y técnico antes que de la política (el respaldo político se lo dará el Presidente), y poner el foco en la gestión con mirada estratégica y fundamentalmente técnica, de manera de poner en práctica medidas que ataquen directamente las causas del delito. Sin la estridencia política que todo lo contamina y lo distrae, es poner –ni más ni menos- que la mira en las soluciones que tanto se han diagnosticado sin que se materialicen de forma efectiva, nunca.

Hasta ahora el país ha experimentado todas las gestiones posibles en materia ideológica, han pasado todos por el gobierno y los resultados no han sido los esperados. Unos y otros han atendido el problema de la inseguridad sin que llenen el ojo. Y lo que es peor, quienes se creían dueños de todas las respuestas entregarán el gobierno con un incremento exponencial de la violencia en un país que superó el récord de homicidios por quinquenio, desde que hay registros. Un detalle al que no pudieron eludir con relatos de dudosa credibilidad y estadísticas –también- poco confiables.

¿Jugada de ajedrez?

Cuando todos daban por descontado que Gustavo Leal sería el futuro Ministro del Interior, Orsi sorprendió a propios y extraños con la decisión finalmente adoptada. Haciendo como el tero, que grita desde un lugar alejado de donde reposan sus huevos en el nido, así lo hizo el Presidente electo. Y fue una forma inteligente de descomprimir lo que ya muchos daban por segura con una oposición agazapada para dar el zarpazo ni bien se anunciara y que quedó como con un espasmo, sin poder darlo. Todos los discursos previstos se vinieron al suelo de golpe con la designación de un profesional de la categoría del exfiscal de homicidios. 

La llegada de Carlos Negro a la cartera es una muy buena noticia, que tendrá que consolidarse en la gestión, por supuesto. Pero de ahí a calificarla como un riesgo que debilita a la Fiscalía General de la Nación, es un concepto que no me atrevería a afirmar ni mucho menos. Porque si así se piensa, con los pasajes de otros fiscales a la arena política se podría calificar a la FGN con el sesgo de sus opciones y sería igual de injusto.

Bienvenido un técnico de la categoría del Dr. Carlos Negro al frente de la cartera. Alguien que conoce el trabajo de la policía porque la tuvo como auxiliar especialísima mientras fungió como Fiscal de Homicidios, y alguien a quien no le es ajeno el estado de situación actual de nuestra seguridad y el principal problema que nos llevó al nivel de violencia que hoy padece la sociedad uruguaya. 

Es hora de trabajar con la academia y encarar profesionalmente un problema al que hasta ahora no se le pudo encontrar la vuelta. El poner a un técnico en lugar de un político al frente del Ministerio del Interior debiera llamar a la reflexión a todos para empezar un tiempo de trabajo común que permita poner un freno y poder revertir una tendencia nefasta.

Es hora de empezar a construir escollos legales que quiten atractivo al crimen organizado que encontró y utilizó las debilidades uruguayas dispuestas durante esta administración. Esas que nos convirtieron rápidamente en un país de acopio con todo lo que ello implicó en cuanto al incremento de la violencia que trajo asociada. Tenemos que blindar nuestras fronteras y el puerto, ese que hoy se ha depreciado internacionalmente como puerta de salida de la droga que llega a Europa.

Tenemos que controlar bien lo que circula por nuestras carreteras, y devolver la credibilidad y seguridad vial perdida a las cargas uruguayas que transitan por nuestras rutas. Por eso tiene que volver el SICTRAC, una de las peores medidas que adoptó el exministro Heber mientras fungió en el MTOP (la peor, sin dudas fue regalar el principal negocio del puerto de Montevideo por 12 períodos de gobierno a una empresa extranjera a cambio de nada).

Hay mucho por hacer, pero poco ayuda empezar por criticar una decisión que puede ser arriesgada pero estratégicamente pensada.

El que no arriesga no gana, y en este punto ya arriesgamos demasiado como para amputarnos la posibilidad de correr ahora un riesgo planificado con profesionales al mando.

Había que dar el paso y se lo dio.

En Negro sobre blanco…


el hombre caminó unos pasos,
el perro acompañaba confiado …


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