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La
máxima jurídica indica que se releva de prueba cuando media la confesión del
autor de un hecho. Es un acto de constricción por el cual el penitente asume su
pecado y muestra su arrepentimiento. Un acto que no lo exime de la penitencia o
la pena en este caso. Tal parece haber sido la actitud asumida por el presidente
de la República tras el escándalo que se originó con la comparecencia en
Fiscalía de la exsubsecretaria Carolina Ache y la difusión de sus declaraciones.
Particularmente, la destrucción de documentos oficiales por parte del hoy
renunciado asesor en comunicación, Roberto Lafluf.
Es
que el presidente asumió ser el impulsor de una reunión en la que el principal
objeto era pergeñar una estrategia para ocultar información al Parlamento y que
derivó en la destrucción de documentos ya referida. Y es una confesión
importante que lo implica en la maniobra pues resulta inverosímil que fuera el
impulsor del encuentro y desconociera el tenor de lo que allí se trataría.
Este
intrincado laberinto no se da por generación espontánea, sino que se remonta al
inicio mismo de su gestión al frente de la Torre Ejecutiva. Todos recordamos
que de las primeras medidas que impulsó al asumir la Presidencia de la
República, tuvo a la hidrovía Paraná- Paraguay como objetivo, en un manifiesto
interés por promover esa ruta alternativa para impulsar -según se dijo- el
comercio y facilitar una salida al mar para el Paraguay. Así lo consignaron en
su momento informes periodísticos donde se lo veía junto al presidente paraguayo
-Mario Abdo Benítez- sellando acuerdos con ese objetivo.
Luego
vino la entrega del puerto de Montevideo en un acuerdo incomprensible por 12
períodos de gobierno (hasta 2081), sin informes ni fundamentos jurídicos que
avalaran dicha entrega. Un puerto en el que prometen la mayor inversión de toda
su historia y -hasta el presente- no se ha invertido nada. Un puerto donde los
escáneres siguen esperando por su instalación. Un puerto por el que salen
grandes alijos de drogas que bajan por la hidrovía antes mencionada.
También
pudimos ver al presidente en su visita a Dubai junto a su entonces esposa, para
concretar mercados alternativos con un stand de Uruguay en una Feria
Internacional muy promocionada en nuestro país, con bailes incluidos.
Hasta
ahí todo parecía normal y lejos del clima de escándalo que hoy soportamos. Fue a
partir del conocimiento de la expedición de un pasaporte a un peligroso y
pesado narcotraficante uruguayo preso en Dubai, que empezó a complejizarse el
laberinto que hoy representa la gestión de Lacalle Pou.
Porque
todo encuadra en una trama donde sobrevuela el crimen organizado y el
narcotráfico, agregando un plus adicional y muy peligroso a ese complejo
escenario que lo tiene en el medio como uno de sus principales protagonistas.
Atando
cabos
La
hidrovía Paraná- Paraguay, aquella preocupación presidencial del inicio de su
mandato, ha sido confirmada como la ruta principal por la que transitan los
cargamentos de droga que bajan hacia los puertos de Rosario y Montevideo antes
de partir con destinos europeos.
En
Dubai estaba preso -por ingresar con pasaporte paraguayo falso- Sebastián
Marset, un narcotraficante peligroso y pesado (según palabras del ex
subsecretario del Ministerio del Interior – Guillermo Maciel), quien obtendría
su libertad gracias a la expedición de un pasaporte otorgado previa
autorización exprés de las autoridades uruguayas.
La
entrega del puerto de Montevideo, con todo lo que ello implica, por 60 años, es
otro de los importantes hitos que complejizan aún más el panorama laberíntico
en que se ha transformado la gestión de Lacalle Pou.
El
presidente tiene que explicar a todos los uruguayos las razones que llevaron a
exponer al país a esta situación de desprestigio internacional que implica
estar bajo sospecha de haber permitido la evasión de un narcotraficante
peligroso y pesado, conocido como el Rey de la hidrovía Paraná-Paraguay y líder
del PCU (Primer Comando Uruguay).
Tiene
que explicar por qué se entregó el Puerto de Montevideo por 12 períodos de
gobierno a una transnacional belga; tiene que explicar por qué no se terminan
de instalar los escáneres, permitiendo que nuestra principal puerta comercial
se transforme en un puerto sucio por el que salen grandes alijos de droga que
terminan en Amberes, que, coincidentemente, es la ciudad sede de la empresa
concesionaria.
Son
muchas las coincidencias que disparan las sospechas sobre la responsabilidad que
le cabe al presidente en todo este caso. Y no es un capricho de la oposición ni
de los que no lo votaron. Es, simplemente, el reclamo natural de quien hace
parte de este país y tan solo recuerda que el día que asumió el mandato dijo
fuerte y claro que si las cosas no salían como se esperaba, no buscáramos otro
responsable que no fuera él mismo.
Supo
administrar muy bien los tiempos en pandemia, haciendo uso y abuso de la
comunicación como recurso. Muchos le atribuyen méritos a una estrategia comunicacional
efectiva. Puede ser y no. Es más fácil cuando los medios son amigos, cuando no
hay preguntas incómodas. En las pocas ocasiones que tuvo que enfrentar
preguntas fuera del libreto no le fue bien y dejó al desnudo su verdadera
intención.
“No,
si me lo pidió una fábrica de chicles” – respondió en ocasión de una consulta
sobre sus medidas de flexibilización a las políticas antitabaco que venía
llevando adelante Uruguay y que hoy lo ubica en lo más bajo de un ranking que
lo tuvo antes en posiciones de privilegio.
“Sería
un mal amigo si no le creyera” – en otro episodio donde prefirió defender a su
amigo abusador de menores antes que optar por creer en lo que la justicia
resolviera. Olvidando que su palabra impactaba directamente en las víctimas
abusadas por su amigo haciendo que el miedo jugara su partido.
El
presidente actúa como un rey, y en su reinado va quedando en solitario. Una soledad
que concentra toda la atención en su investidura, y donde la responsabilidad
también se concentra pura y exclusivamente en su persona.
El
tiempo se acaba, y al presidente en su laberinto se le hace cada día más
difícil encontrar una salida.
el hombre daba vueltas desorientado,
el perro olfateaba buscando un rastro…
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