A menos de 10 días de las elecciones nacionales el escándalo se instaló en filas del Partido Nacional en lo que parece fue una disputa interna saldada de la peor manera. De todas formas, no deja de ser una lastimosa demostración de una práctica de gobierno que genera el más absoluto repudio. Una granada de fragmentación que explotó a pocos días de la primera vuelta (que puede llegar a ser la única); en eso se convirtieron dos audios que involucran al intendente Carlos Moreira, motivando la rápida reacción del colectivo nacionalista a riesgo de quedar relegado en la lucha por llegar al ballotage. Resulta imposible conocer -antes del domingo 27- la verdadera consecuencia de esta descarnada realidad de quien ejerce el gobierno departamental de un fundo blanco liderado por un peso pesado del partido de Oribe. Seguramente, también, las empresas encuestadoras (que le vienen errando y feo desde hace años), tendrán en este affaire una razón o excusa para ponderar sus resultados que seguramente estarán cerrando sin contemplar la reacción que este hecho generó en la ciudadanía. Así planteadas las cosas, algo queda absolutamente matrizado en la opinión del común de la gente y es que existe una sobredosis de poder que ha ido permeando en las autoridades de los partidos tradicionales que lleva a excesos como el de marras. El próximo domingo 27 de octubre, hay una razón más para decidir el voto: o renovamos la confianza en la fuerza progresista que cambió la realidad del país, o se otorga patente de corso a los que se creen señores feudales con derecho de pernada usando los dineros de todos nosotros...
Vergûenza ajena
Esa fue la impresión que me produjo escuchar los audios que involucran al -todavía- intendente de Colonia. Más allá de tratarse de una conversación del ámbito íntimo y privado, el hecho de que se ofrezca una extensión de un cargo de pasante a cambio de recibir favores sexuales echa por tierra toda condición privada de dicha conversación en razón que se hace abuso de poder con dineros públicos. De hecho, el caso fue judicializado ante lo que podría considerarse actos delictivos de los cuales -el mismo protagonista- aportó prueba con sus dichos.
La rápida reacción del presidenciable blanco junto al líder del sector que integra(ba) Moreira, y la presidenta del Directorio del Partido Nacional, dejaron muy poco margen para el involucrado quien fue sometido a un juicio sumario que lo puso al borde de la expulsión si no hacía llegar su renuncia (la que se conoció a primeras horas del domingo 20 de octubre). Una renuncia al Partido Nacional y a su lugar en la lista al Senado por el sector de Larrañaga, efecto dominó que beneficia a Jorge Gandini quien asumirá la banca una vez proclamados los resultados pos elecciones. Un poco de respiro para el frustrado candidato a intendente por Montevideo, quien veía desalentada su votación si Moreira no renunciaba.
Las comparaciones son odiosas pero vienen a cuento en momentos como este, pues haciendo la misma con el caso Sendic, todavía no se vislumbra un nivel de renunciamiento como el que realizó el vicepresidente entonces, ya que todavía Moreira no renuncia a su cargo de Intendente, acción que le reclaman las organizaciones colonienses. Por ahora viene renunciando a una simple expectativa -su banca al Senado- pero el sillón de la Intendencia lo mantiene y a estar por lo que dijo en la conferencia que ofreció en Montevideo, no tiene pensado abandonar el trono municipal. Veremos si soporta la presión política que sufre desde sus propias filas y desde filas opositoras, así como también habrá que esperar las resultancias de la instancia judicial que lo tendrá en el banquillo de los acusados. La sombra de un juicio político sobrevuela por estas horas el despacho del Intendente de Colonia...
Lo más triste es todavía lo que dejó al descubierto el caso, un uso y abuso del poder territorial que hacen algunos referentes de los partidos tradicionales. Protagonistas exclusivos -en pleno Siglo XXI- de un feudalismo medieval que creíamos extinto pero que mantiene intactas sus peores tradiciones en estos exponentes de viejas formas de hacer política que todavía aplican.
Basta recorrer el país para conocer -más aún en estos tiempos electorales- como se hace uso y abuso de los dineros públicos para asegurar votos, bajo amenaza de no renovar puestos de trabajo y dirigiendo las comunas de forma clientelista. En círculos tan íntimos de algunos departamentos del país, el poder del Intendente es mucho y no falta quien usa de ese poder para marcar territorios y hacer de su feudo un lugar donde se hace, dice y vota lo que manda el señor Intendente.
Será por eso, seguramente, que en las elecciones nacionales hay muchos departamentos en que la izquierda gana con amplitud pero que no se repite cuando llegan las departamentales porque allí el escenario es otro y el primer actor es el que luego me va a dar o no trabajo según lo votemos o no. Ante este tipo de hechos que salen a la luz de la peor manera, solo es posible intentar cambiar esa forma de gobernar para que la democracia vuelva a ser el poder de las mayorías y no pueda ser manipulada por “el señor feudal” de turno.
Luego de conocidos los audios y desatado el temporal mediático y político que generaron, se conocieron -también- afirmaciones (previas al incidente) de quien aspira llegar al sillón presidencial por el Partido Nacional en tiempos en que Moreira era uno de los candidatos a ocupar el Ministerio del Interior de un probable gobierno nacionalista. En esa ocasión y “para no perder la oportunidad de elogiarlo”, Lacalle Pou se despachó en calificativos hacia el ahora renunciante nacionalista, jugándose por un cuadro político por el que auguraba que en “el lugar que decidiera estar no iba a defraudar”.
Bueno, emitiendo pronósticos no resultó muy bueno el candidato, aunque en esa materia no solo recoge antecedentes (aplaudíó la victoria de Macri en su momento) sino que no le faltan competidores (Talvi elogió al modelo chileno y hoy Chile vive horas de angustia con un país en estado de guerra interna y protestas populares).
Lo cierto es que a falta de tan pocos días para la elección nacional, este asunto se convirtió en un tiro que pega en la línea de flotación de la campaña nacionalista. A pesar de los vaticinios de prestigiosos politólogos que restan trascendencia en votos a este tema, solo las urnas dirán -el próximo domingo- si el cisma blanco llegó a afectar un resultado que venía siendo (hace rato) de caída en las encuestas.
Seguramente, también, en filas del Partido Colorado el candidato se frota las manos agradeciendo la irrupción de estos audios esperando que los efectos puedan beneficiarle en algo, pero sus propios errores lo llevan a que se descarte cualquier posibilidad ante su pertinaz defensa de su postura hacia el modelo chileno minimizando los hechos que están ocurriendo en el país cordillerano.
El Frente Amplio no necesita de estos hechos para asegurar su victoria, porque le sobran argumentos construidos durante sus 15 años de gestión. Pero, es innegable que desnudar una repugnante forma de gobernar no dejará de tener un efecto colateral por más que no lo crean quienes se dedican a analizar el fenómeno. Con todo respeto, discrepo con esa posición. Habrá un efecto rebote cuya dimensión veremos (o no, si me equivoco), el próximo domingo.
Sea cual sea el resultado, algo es claro y es que: 1 – nadie esperaba se instalara un tema de este tenor a menos de 10 días de la elección nacional; y, 2 – si Moreira no renuncia a la Intendencia, seguirá dejando un hueco enorme que hará inocua tanta celeridad en expulsarlo de sus filas.
El próximo domingo tendremos a la madre de todas las encuestas, cuando se abran las urnas y se conozcan los resultados.
el hombre recibió un audio,
el perro se tapó el hocico de vergûenza...
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