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miércoles, 7 de agosto de 2019

Ellas, las imprescindibles

El sol aliviaba un poco la sensación térmica de un invierno que se está haciendo sentir. La brisa aumentaba aquella sensación mientras el sol caía lentamente por el horizonte recortado de la ruta 8 a la altura de Villa García. El lugar no me era ajeno, recorrí por aquellos campos durante mi infancia y mantenía intactos en mi memoria cada uno de esos rincones… la cancha de Los Zorzales, el Paso Hondo, la capilla de Villa García, la calle Helios. Rincones domingueros de una infancia que pasó rápidamente pero dejaron huella en aquella casa de mi abuela materna. Hoy, nos traían otras realidades de un lugar que cambió y creció al influjo del corrimiento propio de una ciudad que crece y se expande para dar cobijo a su gente.  Allí conocimos a dos de mujeres inmensas, a dos imprescindibles...


Gabriela

Ella estaba allí sentada, de contextura menuda y voz afinada, casi imperceptible; tímida para hablar hasta que se fue soltando y agrandando su figura al tiempo que iba contando sobre su trabajo social en el barrio...

Ese sábado estaba previsto visitar ese local donde se juntarían compañeros para conversar con los vecinos y con los militantes sobre lo que se viene en los próximos meses de campaña. Una instancia donde compartir experiencias y preparar motores para lo que se avecina de una contienda electoral distinta, donde se prevé mucha noticia falsa y/o tergiversada con la única intención de sacar al Frente Amplio del gobierno.

Este espacio, ubicado en el km 20,800 de la Ruta 8 (o Camino Maldonado como la conocíamos de chico), reúne a varios compañeros y militantes sociales que realizan un intenso y fecundo trabajo en procura de mejorar las condiciones de vida de los vecinos. Particularmente en una zona donde los asentamientos irregulares se dieron cita y a los que hay que procurar ordenar y regularizar para poder brindarles las condiciones necesarias e imprescindibles a sus habitantes.

Ese, que sin duda es un trabajo muy sacrificado, ha tenido importantes mojones de satisfacción donde se pudieron concretar los sueños de los pobladores que dejaron de ser una incómoda presencia para tener una consolidada realidad con la titularidad de sus propiedades y la lenta pero consistente recuperación de la legalidad de los servicios que merece cualquier barrio de nuestro país.

Es que lo que llevó décadas de abandono y desatención pública, lleva también mucho tiempo y esfuerzo volverlo a ordenar y recuperar, pero es posible. Más si para ello se cuenta con esos anónimos imprescindibles como Gabriela, referente del lugar que trabaja de forma denodada por mejorar las condiciones del barrio donde vive y acude cada vez que la necesidad llama, a dar una mano a quien la necesita.

Es Gabriela una referente ineludible del barrio, que no vacila en levantarse pese a la lluvia para salir a prestar su ayuda a vecinos que la necesitan; es Gabriela la que se excusa por no poder asistir a una actividad porque ese mismo día tendrá que ayudar en la celebración del día del niño en su barrio, es Gabriela, esa persona menuda, de voz afinada casi imperceptible la que nos empequeñece con sus acciones de grandeza inmensurables… 

Es una imprescindible.

Rosa

Había llegado con la reunión empezada; acompañada por sus hijos, se acomodó a escuchar sin pensar que sería una de las protagonistas principales de esta historia...

Rosa, quien enviudó hace unos años al perder a su esposo víctima de cáncer, y debió asumir el mando de su familia compuesta por ella y sus 3 hijos. Sin el sostén del compañero, debió pegar la vuelta a la casa de su madre, donde vive con limitaciones pero sin perder la esperanza de poder mejorar su situación. Situaciones dispares que tienen un mismo y común denominador que es la esperanza que le da esta fuerza política que le reconoció derechos como ningún otro partido en el gobierno lo hizo nunca, algo que reconocieron haciendo mucho más grande su gesto. Un gesto que recibe -como respuesta casi inmediata- la especial atención de los compañeros quienes rápidamente tomaron debida cuenta de su situación, dispuestos a darle una mano.

Rosa no tiene reparos en compartir cómo es su vida actualmente, se le nota el compromiso de salir adelante con sus hijos y no descarta ninguna vía para conseguirlo. Tiene la ilusión intacta y denota confianza en “el único partido que mira por los pobres” como expresa para referirse al Frente Amplio. Tiene la ilusión de convertirse en enfermera para lo cual nos dice que se inscribió para hacer el curso correspondiente, con la convicción que no solo cumplirá con su vocación sino que podrá mejorar su ingreso y salir adelante, trabajando en lo que más le gusta cuidando a los "viejitos". En sus palabras no hay reproches -a pesar de las dificultades que vive- porque tiene la convicción de los que salen adelante y estamos seguros que así será porque si algo recogió enseguida fue solidaridad de un grupo que se puso a las órdenes para ayudarle. 

Esto fue solo una pequeña pero muy representativa muestra del papel que juegan esas figuras enormes, que se agrandan en las más difíciles y que son imprescindibles pues sin ellas no es posible ningún cambio.

Por eso es que es necesario cuidar mucho a estas indispensables luchadoras de todas las horas, esas que agigantan su estatura con su ayuda al prójimo, buscando el bienestar colectivo antes que el propio a sabiendas que si mejoran ellos mejoramos todos.

Ellas, son la materia prima de una forma diferente de gobernar, contemplando los intereses de los menos privilegiados dando prioridades que mitiguen la inequidad que padecen y que es la madre de todas las diferencias sociales.

Vaya esta columna en homenaje a todas y cada una de las “Gabrielas y las Rosas” que trabajan a lo largo y ancho del país, porque sin ellas esta historia no se hubiera escrito nunca. 

Ellas son las dueñas y señoras de muchos de los cambios logrados.

Ellas… las imprescindibles!


el hombre sintió vergûenza,
el perro ladró su homenaje...

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