Imagen: "El Domador" de Augusto Gómez Romero |
El pasado sábado 25 de mayo se realizó el 102º Congreso de la Federación Rural, donde su presidente saliente -Miguel Sanguinetti- hizo referencias de claro tinte político... y opositor. Es que se vistió claramente con un discurso confrontativo que englobó a “los últimos gobiernos (que) decidieron abandonar a la gran mayoría del pueblo uruguayo a favor de unos pocos que quieren vivir del trabajo ajeno… Señores gobernantes, respalden a la Policía”, llegó a decir segundos antes de invitar a realizar un paro de una semana como forma de manifestar su descontento con las decisiones de los últimos gobiernos del Frente Amplio. En lo que respecta al respaldo a la Policía que reclamó, pareció -a todas luces- un salvavidas para el líder nacionalista y pre-candidato presidencial Lacalle Pou, quien se ha manifestado claramente en ese sentido, justo en momentos donde la misma Policía ha respondido con hechos y palabras sobre el desacierto de la idea. A la Policía se la respaldó durante los últimos gobiernos con medidas concretas y eficaces que le han devuelto la dignidad que le negaron cuando fueron gobierno los mismos que hoy reclaman lo que nunca les cumplieron. Mientras Larrañaga sigue firme con su campaña de “Vivir sin miedo”, Lacalle Pou necesita una propuesta que equipare en algo la ventaja mediática que en materia de seguridad le ha sacado el Guapo con su reforma constitucional. Mientras uno va a una consulta ya confirmada, el otro se embandera con un proyecto de ley que establezca la legítima defensa presunta para la Policía, padeciendo tristes defensas que lo han dejado expuesto a que se lo asimile al gatillo fácil. Lo cierto es que si algo ha tenido la Policía uruguaya en los últimos años ha sido respaldo...
Más y mejor capacitados
Está en todo su derecho de manifestarse como lo hizo, tanto como el derecho que tenemos nosotros de responder a sus expresiones con un enfático rechazo por ser manifiestamente incorrectas y absolutamente desafortunadas. Incorrectas por cuanto no es veraz que la Policía uruguaya carezca de respaldo como se afirma tan ligeramente y sin argumentos. Una Policía que recibió del pueblo uruguayo -no ya de las autoridades de turno- el mejor presupuesto de la historia para devolverle la dignidad que le negaron durante décadas. Una dignidad que hoy se manifiesta en un mejor salario, una capacitación profesional, un armamento de nivel y una infraestructura para el desempeño de sus funciones como jamás tuvo. Un esfuerzo que hizo la sociedad toda para poder recuperar a una Policía empobrecida cultural y económicamente, que debía recurrir al apoyo privado para poder hacer circular sus móviles, como era el caso de las recordadas comisiones de apoyo policial que devinieron en centros de desvíos que hubo que corregir hasta llegar a su definitiva eliminación.
Los conceptos afirmados por el presidente saliente no hicieron otra cosa que tratar de fundamentar la posición de quien lidera la interna nacionalista en lo que pareció más un intento de apoyo partidario que un verdadero y genuino parecer de un colectivo gremial. Los mismos fueron -además- desafortunados porque los emite en tiempos que la misma Policía da sobrados ejemplos de ese respaldo obtenido durante los últimos años. En efecto, ese caudal acumulado de experiencia y conocimiento, junto al apoyo económico indispensable que permitió recomponer una profesión signada por décadas de abandono, es un diferencial de peso a la hora de dirimir el comportamiento policial uruguayo de hoy. Sendos y connotados casos del ejercicio profesional de los uniformados han dado cuenta del irrestricto apego a la ley y los procedimientos por parte de los efectivos, que no resisten la más mínima comparación con la región, por citar ejemplos que todos conocemos y comentamos por estos días.
Más de una decena de procedimientos policiales uruguayos se han ido acumulando este año con resultados de delincuentes abatidos sin que los uniformados hayan padecido algún tipo de responsabilidad penal, lo que habla a las claras del profesionalismo y capacidad de quienes han sido formados durante la última década, donde -precisamente- gobernó el partido que critica tan duramente el saliente Presidente de la Federación Rural. Basta repasar el triste caso argentino de 4 jóvenes víctimas del gatillo fácil en San Miguel del Monte, un pueblito a escasos 100 km de Buenos Aires para ver la diferencia. Incluso la respuesta que dio un policía de carrera como el subdirector de la Policía Nacional – Crio. Gral. (R) Hugo de León – quien manifestó como una equivocación afirmar que “los funcionarios policiales no tienen una legislación que los ampare cuando combaten a la delincuencia” (El Observador 17/05/2019), en clara referencia a la Ley Orgánica Policial y la Ley de Procedimiento Policial, que deja en claro que la misma Policía tiene un concepto diferente del asunto. Y quien lo dice lo hace no solo desde su condición de policía de carrera sino -también- de abogado.
Seguramente el saliente Presidente ruralista tenga una visión anticuada de una policía reactiva, que debía acudir a la limosna empresarial para cubrir sus necesidades básicas y que retribuía con servicios la “desinteresada” contribución, haciendo que la seguridad fuera un servicio para el que podía pagarla con esas contribuciones. Con la gestión de la última década principalmente, se terminó con esa necesidad y se empezó a transformar desde las raíces a una institución deprimida por el abandono contumaz de sus gestores de turno.
El mejor respaldo para la Policía fueron estos años de transformaciones que le dieron un mejor salario, le devolvieron una jornada laboral acorde (ya no más jornadas de 12 a 16 horas, con servicios extraordinarios cobrados en negro); mejores comunicaciones, renovación de la flota vehicular, mejor armamento y uniformes, nuevas tecnologías y una formación curricular que es el mejor respaldo profesional que se puede dar a quien tiene a cargo la responsabilidad de utilizar la fuerza en cumplimiento de la Ley.
Fue tan grande el exabrupto planteado por el saliente dirigente rural que se pasó por alto indicadores tales como la confianza que hoy recoge la Policía de parte de la ciudadanía, siendo de las instituciones que más ha crecido desde los últimos años. Un indicador que deja clara la paradoja de tener una Policía más confiable liderada por el Ministro más resistido, en lo que parece confirmar que esa resistencia es política por encima de toda otra razón.
Lo cierto es que el ensayo final del dirigente resultó un verdadero flotador lanzado para un candidato que si algo ha demostrado siempre fue su más absoluto desconocimiento sobre seguridad, al punto que connotados periodistas dieron sobrada cuenta de su ignorancia en entrevistas concedidas oportunamente.
El flotador no siempre llega a destino y, a veces -como en esta ocasión- puede estar pinchado, siendo un elemento inocuo para el objetivo final de sacar a flote lo que la realidad misma se hizo cargo de hundir hace ya bastante tiempo...
el hombre daba una brazada larga,
el perro nadaba a lo suyo...
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