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Uruguay se ha convertido en una oportunidad de negocio a pesar que hace un buen rato pretenden instalar una crisis que nunca llega. Es cierto que ya no se crece al ritmo de aquel “viento de cola” (que hace muchos años que cesó pero algunos todavía dicen que sopla), pero los datos macro económicos siguen comprobando que no hay recesión sino crecimiento ininterrumpido por más de década y media. Los titulares de prensa se contradicen con las páginas interiores cuando en tapa se dice que “Proyectan economía a la baja” mientras en interiores se informa que “Faena de bovinos cerrará con un récord”, noticia esta última que se corresponde con el portal de Presidencia que anunció que las exportaciones cárnicas crecerán casi un 5% este año. Entonces, por más que nos quieran inventar una crisis los uruguayos seguirán viajando al exterior como nunca (cifras récord de expedición de pasaportes y no para irse a buscar trabajo precisamente), las inversiones seguirán llegando y los mercados se seguirán abriendo (Japón, México). En medio de todo eso que Uruguay ofrece, llegó Juan y en este país no hay quien no lo conozca… ¿o sí?
Juan, un tipo de barrio
Algunos afirman -en un spot publicitario- haberlo visto en alguna oportunidad o estrechado su mano, un acto que ningún político que se precie de tal evita en tiempos electorales. Ese simple gesto queda grabado a fuego en la gente y sirve de disparador para generar las empatías tan necesarias en esas lides.
Para eso, Juan calza a la perfección, bueno… así por lo menos lo creen los impulsores de su campaña. Los mismos que seguramente no recuerden que a otro candidato no le fue tan bien con impulsar su campaña solo con su nombre aunque las motivaciones eran otras muy distintas (ocultar su apellido). Hay cosas que son imposibles de disimular, igualito que aquella mona que vestían con seda pero seguía siendo una mona.
Este Juan es un tipo joven, con la sonrisa pintada en la cara; se muestra -además- como exitoso empresario, a pesar que en la última semana el semanario Búsqueda esbozó un perfil distinto al publicitario donde ya no hablaban siguiendo una pauta comercial sino un relato de su actividad empresarial que dejó a muchos con una impresión diametralmente opuesta a la que ofrece el escaparate. Parece ser que hay quienes sí conocen a Juan, bueno… por lo menos conocen a otro Juan que los dejó adentro en varios millones al punto que lo tildan de corrupto sin restricciones.
Pero este Juan reparte su juventud sin necesidad de hacer la bandera ni disimular ninguna calvicie y, mucho menos, sin necesidad de teñirse el pelo. Bajando la vara etaria irrumpe en escena a pesar de los “gandinis” que le reclaman un examen de historia seguramente al saberse desplazado por los millones de este Juan que además tiene un suegro con plata, mucha plata, para gastar en impulsar su candidatura.
La campaña de expectativa fue corta pero intensa, tan intensa que no tuvo mucho tiempo para recorrer el país y eso le va a jugar en contra seguramente. Porque acá en Uruguay nada sustituye el “cara a cara”, por más que las redes sociales acorten distancias, seguimos apelando al contacto directo para depositar la confianza en alguien, cuanto más nuestro voto.
Juan estuvo en el cine/teatro Metro, este 11 de diciembre, las crónicas de la mañana siguiente dan cuenta de un recinto colmado que lo tuvo como orador principal. La campaña de expectativa fue parte del libreto cuando una voz en off decía “Faltan diez minutos para el encuentro con Juan… faltan cinco… cuatro...”, hasta que por fin salió a escena.
No hubo propuestas, fue una expresión de deseo ante la atenta mirada de su esposa Ekaterina y algunos dirigentes olvidados que renacen de sus cenizas como el ave Fénix y se muestran con este joven emprendedor uruguayo.
Muchas cosas se le pueden criticar a este Juan, menos que es audaz, ya que audacia le sobra llegando a tener el 1% de las tierras uruguayas en una empresa -que dicen que ya no integra desde junio- y que dejó algunas deudas al BROU y (por lo informado por Búsqueda) algún que otro agujero en otras partes del mundo.
Algunos periodistas comentaron hace unos días que si alguna motivación lo impulsa a lanzarse en la política nacional no es para hacer plata, lo cual no comparto. Si algo lo motiva a este son los negocios y hoy nuestro país se ha convertido en una oportunidad de negocio por algo es que hay una encarnizada oposición que intenta desplazar al Frente Amplio del gobierno.
Hoy el país es atractivo, tiene un PIB récord, una deuda soberana (no está atado a ninguna recomendación del FMI como sí ocurre con Argentina, por ejemplo), un mercado comercial con más de 140 países, el BROU registra un récord de reservas de más de 1.700 millones de dólares, las exportaciones cárnicas crecen cada año (igual que las quejas de los productores); es energéticamente sustentable con energía limpia; tiene uno de los índices de conectividad más altos de América al valor más bajo; y un montón de razones más que serían imposibles de enumerar. Con este panorama vaya si tiene motivaciones para querer ser Presidente, vaya si existen razones para querer ser gobierno de nuevo quienes no supieron superar ninguna crisis cuando tuvieron la oportunidad..
En el año 2004 respiraron aliviados entregando el gobierno imaginando que sería la ocasión para que la izquierda demostrara su fracaso. Nunca imaginaron que sería todo lo contrario. Hoy los jubilados reconocen 13 años de crecimiento ininterrumpido de sus jubilaciones y pensiones por encima de la inflación. Lo mismo ocurre con los salarios de los trabajadores en actividad. En fin, sobran las razones que explican la motivación que los impulsa, y la plata está presente en todas. Hoy Uruguay tiene potencial para seguir creciendo y dar un salto de calidad y desarrollo, no es el país fundido que nos dejaron entonces.
Juan se bajó del escenario y con su sonrisa de plástico intacta tomó una bandera uruguaya mientras el grito de “Uruguay, Uruguay” llenaba la sala. Uno de los asistentes -que había llegado tarde- acertó a preguntar:
- “¿ya terminaron los Midachi?”. La respuesta no se hizo esperar de parte de otro asistente que enojado lo interrogó:
- ¿En serio vos no lo conocés a Juan?”
- Claro que sí… ¡Un fenómeno el Juan Salgado!
Dicen que lo corrieron hasta la rambla pero el tipo era tan rápido que parecía otro Juan: Juan Manuel Fangio.
el hombre salió a escena,
el perro repasaba el libreto...
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