Por
fin podremos disfrutar de nuestros espacios públicos como queremos!
Los montevideanos dejaremos de andar a los saltos por la rambla o por
las plazas de la ciudad, esquivando “soruyos”. Aunque con ello
disminuyan las probabilidades de prosperidad económica por aquello
de que “pisar mierda trae buena suerte” que canta Serrat. Lejos
de esa expresión popular, la Intendencia de Montevideo se propone
complicarnos la suerte disminuyendo las posibilidades de pisar las
deposiciones perrunas (que no dejan de ser inmundas por más que
traigan la posibilidad de mejorar nuestras esperanzas quinieleras).
Lo cierto es que a partir de esta semana que pasó, los perros tienen
(tenemos) menos oportunidades de evacuar como hasta ahora... ¡La
“guau” madre que los parió!
¿Adónde
iremos a corretear?
Se
terminaron los paseos libres, las corridas desenfrenadas por la
rambla y parques, ahora tienen (tengo) que aceptar el corto tramo de
una correa que se tensa cada vez que pretendo saborear un olor, dejar
mi rastro para saber cómo volver a casa o para que aquella perrita
de la casa amarilla por la que siempre pasamos con mi dueño, sepa
que estuve y que me tiene alborotado.
Tampoco
podré andar mordisqueando cuanta cosa quería porque ahora me ponen
un bozal, suerte que tengo uno que me deja sacar bien la lengua para
poder tomar agua o lamer la mano de esa niña rubia que siempre me
acaricia en la placita del barrio.
Lo
cierto es que yo -como perro amigo- comparto estas medidas que
apuestan al cuidado de los espacios públicos, lugares a los que se
debe respetar para beneficio de todos los que disfrutan de los
mismos. Es parte del acuerdo social que debemos cumplir para que la
sociedad, como colectivo organizado, funcione. A nadie escapa que la
situación se había desbordado y que -a pesar de buenas acciones de
algunos- quedaban situaciones que ameritaron estos controles.
Cuando
los hábitos se consolidan como tales, la costumbre de un gesto o una
acción diaria hace que no nos demos cuenta de algunas cosas hasta
que ocurre lo contrario a esa costumbre. Allí se disparan las
quejas, los excesos hacen que aquello que se daba de forma natural
deba ser corregido mediante el control y la multa.
Somos
hijos del rigor, lamentablemente, y ante los excesos constatados en
los espacios públicos, debió salirse a corregir conductas. Unos
señores -identificados con chalecos de la comuna capitalina y libretita en mano- se apersonaban a los dueños de mascotas que, desprevenidos, seguían usando aquellos espacios como si fueran
propios, con la salvedad que seguramente en su casa levantaban el
excremento de su perro.
Ya
llegará el tiempo en que estas críticas que hoy se escuchan se
vayan apagando y se acepte naturalmente lo que hubo que obligar por
multa.
Parecido
no es lo mismo
Esto
que se esgrime en materia de absoluta competencia departamental,
tiene su parangón con un tema de competencia nacional como es la
ocupación indebida de los espacios públicos. Allí se legisló al
respecto y es la Policía la que se encarga de hacer cumplir su
enunciado con resultados dispares.
Ni
la Justicia ni los demás actores públicos involucrados, actúan de
forma alineada y las miles de intervenciones policiales realizadas desde la
sanción de la norma no han desestimulado la práctica. Es recurrente
ver personas que ocupan indebidamente esos espacios, siendo en su
gran mayoría reincidentes que han superado con creces las 3
“chances” que habilita la ley, y que ante la contumacia
comprobada debieran cumplir trabajo comunitario o prisión
equivalente.
Que
no se entienda que estamos pidiendo esto último (bueno, lo del
trabajo comunitario sí sería una buena cosa), pero hay pasos
previos que habría que contemplar para que aquellos que son llevados
por el equipo de la Policía que recorre los espacios públicos
haciendo cumplir esa disposición, tenga mejores resultados. Es
cierto, es harto difícil poder revertir situaciones complicadas de
abandono y deterioro físico, pero algo hay que hacer de todos modos.
El
gobierno ha apostado fuertemente al Sistema Nacional Integrado de
Cuidados, y este punto con este grupo (personas en verdadero estado
de indefensión muchos de ellos), deberá tener una respuesta que
complemente, incluya y cuide a quienes hoy sufren esa situación.
Principio
quieren las cosas y esta medida departamental contra mis congéneres
apuesta a devolver pautas de convivencia que también hablan del cuidado responsable que les (nos) deben.
Las
crisis rompen estructuras y deforman valores hasta su destrucción,
recuperarlos lleva tiempo y trabajo, pero hay que empezar y este es
un punto de partida que deberíamos apoyar (ladrando) todos.
el
hombre tiraba de la correa,
el
perro tiraba del hombre ...
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