No creo que la hermana de Amodio Pérez haya trabajado en un tambo de cabras, como relata la famosa serie televisiva turca “¿Qué culpa tiene Fatmagul?”. Sin embargo, a partir de esta decisión tomada por la Jueza Staricco, la “sister” del ex tupamaro abandonó definitivamente el anonimato para ser -aunque más no sea por aproximación- noticia del acontecer nacional. Es que finalmente la Justicia aceptó el pedido de la defensa para otorgar la prisión domiciliaria a quien regresara tras más de 40 años de ausencia con el objetivo de contar su verdad en un libro que dejó hace tiempo de ser noticia. En cambio, fue y sigue siendo noticia el procesamiento con prisión de quien volvió al país con la intención de decir una verdad -la suya- que no convenció a una jueza que entendió que su conducta pasada encuadra en una figura delictiva.
Entre cuatro paredes
El caso de Amodio Pérez ya dejó de tener trascendencia, por lo menos aquella expectativa del inicio que parecía que iba a remover las raíces de una sociedad que supo poner a un tupamaro en la Presidencia de la República. La misma sociedad que mantiene intacta aquella imagen que se pretendió destruir con la llegada de este ausente histórico que tenía una verdad para decir que contrastaba con la oficialmente admitida.
Es muy delgada la línea argumental defensiva que se basa en que hay todo un aparato montado para destruir la verdad oculta que Amodio vendría a revelar para desasne masivo de todos los uruguayos.
Imagino la escena en que su actual esposa -esa que debió esperar un montón de años para saber la verdadera o cuasi verdadera identidad de su consorte- le recrimina por su llegada a Uruguay desoyendo sus advertencias. “Yo te dije que no fueras”- debió remarcarle una y otra vez antes de aceptar acompañarle a ser parte de una maniobra pergeñada para meter cuña en un gobierno progresista que cuenta con varios tupamaros en cargos de gobierno.
Desde aquel 7 de agosto en que presentó su libro “Palabra de Amodio” a este 7 de octubre en que se accedió a concederle la prisión domiciliaria, pasó de la fama a la opacidad sin intermedios.
La cuestión es que del libro ya nadie habla, y seguramente al ex tupamaro no le alcance el tiempo para arrepentirse de haber aceptado la propuesta ofrecida de volver a contar esa verdad que a muy pocos importa y muchos menos creen.
De aquel protagonista de un libro que iba a remover la historia oficial a este privado de su libertad por reiterados delitos de privación de libertad (con el perdón de la redundancia), hay un abismo. Su libertad ambulatoria se verá ampliada aunque no mucho (de pared a pared de la celda ahora podrá deambular de la cocina al living y hasta salir al patio o jardín -si tuviere- pero no más allá. En principio tendrá que recibir la visita de los inspectores de la Oficina de Seguimiento para la Libertad Asistida (OSLA) hasta tanto le coloquen una tobillera electrónica, tecnología que se aplica a los casos como el suyo de prisión a domicilio.
Ahora bien, el centro de atención ya no es el mismo Amodio, ahora es su hermana, esa que aceptó recibirlo en su hogar y a la que la fama, (o la anti fama), golpea la puerta de su domicilio devenido en cárcel para su hermano.
Lo dicho, ¿qué culpa tiene “Fatmagul” Pérez?”
el hombre tocó el timbre,
el perro gruñó al nuevo huésped...
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