Llegamos y se descolgó la tormenta, el vuelo fue corto desde San Pablo y en menos de 40 minutos carreteábamos sobre la pista del aeropuerto Afonso Pena, en San José Dos Pinhas - Curitiba, capital del Estado de Paraná. Una ciudad que impacta por su limpieza y agilidad en el tránsito, donde -contrariamente a lo que uno podría esperar- no se ven atascos ni imprudencias, y mucho menos... motos! Prácticamente inexistentes, los birrodados con motor están ausentes en una ciudad regada por edificios nuevos y otros en construcción, dando muestras de un crecimiento inmobiliario a todas luces evidente. Diseñada de modo inteligente, la ciudad es acompañada por servicios públicos que hacen de la misma una city moderna. Quizás el único rezago que se aprecia es su cableado aéreo, el cual no se corresponde con la realidad urbanística que la rodea, pero que tampoco es algo que impacte por su desprolijidad ni mucho menos. Curitiba se nos mostró como es: limpia, ágil y ...reciclable.
Reciclando hasta el aire
La comparación fue inmediata, me bastó recorrer un poco la ciudad para darme cuenta que, a pesar de sus 2 millones de habitantes, la limpieza es una cualidad innata de Curitiba, y enseguida me ganó la envidia. Porque no pude resistir compararla con mi Montevideo, donde no se salva ningún barrio, ninguna calle, ningún rincón, ningún parque. Donde sobrevuelan las bolsas, los papeles, y cuanto desperdicio produzcamos. Seguramente los "curitibanos" comprendieron muy bien el significado de la palabra desperdicio, y no están dispuestos a permitir que nada se pierda si tiene posibilidad de ser recuperado.
En cada calle, en cada hogar, en cada empresa o centro comercial de Curitiba, existen recipientes identificados por colores donde se depositan los residuos correspondientes (azul: papel y cartón; amarillo: metal; verde: vidrio; rojo: plástico). Es que han hecho una causa colectiva con el tema y hoy está socialmente admitido que hay que clasificar los desperdicios, no solo por un tema ambiental sino por las divisas que con ello se ahorra la ciudad. Un control que arranca en cada casa y que se acompaña desde lo público en perfecta armonía.
Un solución que funciona
Esa forma de vivir la ciudad de una manera orgánica, también se corresponde con la forma que han diseñado para los servicios públicos de transporte.
Un solución que funciona
Esa forma de vivir la ciudad de una manera orgánica, también se corresponde con la forma que han diseñado para los servicios públicos de transporte.
Corredores exclusivos para unidades acopladas (con tres módulos), permiten un servicio ágil, cómodo y muy recomendable. El 45% de la población trabajadora utiliza los servicios públicos de transporte, haciendo de ello un factor más que refuerza la idea de una ciudad orgánica, que piensa en la conservación de la naturaleza y contribuye en minimizar la contaminación ambiental. Si así no fuera, el volumen de autos haría imposible el tránsito y la movilidad urbana que hoy ostenta Curitiba.
Precisamente los corredores exclusivos – resistidos en Montevideo- tienen en esta ciudad un nivel de aceptación público excelente. Las unidades acopladas triples constituyen un verdadero sistema de metro muy bien diseñado, que cubre las necesidades de los ciudadanos en tiempo y forma. El corredor exclusivo permite desplegar las destrezas de los choferes de estas unidades con una habilidad digna de asombro. Verlos realizar el recorrido en forma ágil y detenerse en cada estación de manera precisa frente a las puertas de acceso, despiertan admiración al visitante ocasional. En menos de 10 minutos atravesamos la ciudad en uno de los recorridos que complementa el transporte público que cubren -además- otras unidades. A diferencia de nuestro corredor Garzón, exclusivamente lo transitan unidades del servicio público, (no se comparte corredor con otras empresas), que rebosan pasajeros en cada viaje.
A los lados de ese carril, el tránsito es exclusivo para vehículos en dos sendas y reservan una para estacionamiento (la izquierda que da al cantero del corredor), con lo cual dan cobertura al necesario estacionamiento vehicular. Aunque está expresamente prohibido, el corredor es también una ciclovía muy utilizada, y una senda para corredores o caminantes que solo deben sortear el paso de las unidades acopladas que pasan raudamente por el mismo.
Solidaridad social
Espacios de estacionamiento reservado para mayores de 70 años o personas con alguna discapacidad, hacen también parte de las previsiones urbanísticas de la capital paranaense. El Parque Barigûi es otra de las atracciones de la ciudad, donde se dan cita miles de personas para hacer deporte, caminatas, andar en bicicleta o simplemente compartir una tarde en familia con la naturaleza. Allí conviven aves, carpinchos y habitantes que concurren cada día y, en pacífica comunión, comparten un espacio verde donde no hay papeles ni plásticos ni cualquier otro desperdicio tirado. Será que los habitantes no se permiten el lujo de desperdiciar recursos reutilizables y hacen de ello una causa colectiva que es evidente para cualquier visitante.
Espacios de estacionamiento reservado para mayores de 70 años o personas con alguna discapacidad, hacen también parte de las previsiones urbanísticas de la capital paranaense. El Parque Barigûi es otra de las atracciones de la ciudad, donde se dan cita miles de personas para hacer deporte, caminatas, andar en bicicleta o simplemente compartir una tarde en familia con la naturaleza. Allí conviven aves, carpinchos y habitantes que concurren cada día y, en pacífica comunión, comparten un espacio verde donde no hay papeles ni plásticos ni cualquier otro desperdicio tirado. Será que los habitantes no se permiten el lujo de desperdiciar recursos reutilizables y hacen de ello una causa colectiva que es evidente para cualquier visitante.
Pero si con eso no bastara para llevarnos una buena impresión, alcanzó ver una carpa instalada en medio del parque con mascotas abandonadas para confirmar que se viven y cultivan valores. Allí invitaban a no comprar mascotas sino a adoptar las que buscan dueño. Como esos cachorros o gatos que se exhibían allí y que eran la delicia de los más chicos...
Solo estos aspectos bastaron para darnos cuenta que lo que hace a una ciudad más limpia y amigable no son las obras solamente, no son los servicios solamente, sino su gente. Estamos acostumbrados a exigir todo sin detenernos a pensar cuánto ponemos de nuestra parte. No todo lo podemos comprar, no todo lo podemos pagar con impuestos.
Hay una parte que debemos asumir como sociedad y empieza en cada uno de nosotros. En nuestra casa, en nuestra familia, en el colegio, en el trabajo. Algo tan simple como clasificar residuos, o respetar a los mayores, ceder el asiento en el colectivo, cumplir las normas de tránsito, son sólo algunas pequeñas-grandes acciones que, a la larga, permiten construir ciudades como Curitiba.
Una bonita ciudad muy cerca de nuestro Uruguay, y de la que tenemos mucho que aprender... y copiar.
el hombre separó el papel del plástico,
el perro se fue a corretear carpinchos al Barigûi...
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