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miércoles, 17 de junio de 2009

Adelanto de Carnaval: "Se van cayendo las caretas"


Durante los primeros años de gobierno progresista, la central de trabajadores tuvo un incremento significativo de su matrícula en una clara señal de cambio. En efecto, muchos trabajadores que jamás se sindicalizaron, accedieron a la defensa de sus derechos laborales mediante la acción de sus representaciones en un sano ejercicio de democracia sindical. Hecho que no registra precedente alguno en el país y habla claramente de una tendencia o señal de cambio anhelada por la gran masa obrera nacional.


 Los lugares de trabajo se llenaron de asambleas, los grupos se organizaron y afiliaron a la central obrera -PIT-CNT- reafirmando la impronta unitaria que siempre tuvo el movimiento sindical uruguayo. Si bien surgieron disidentes últimamente, son notoriamente menores y no tienen incidencia más allá de sus mediáticos conflictos difundidos por la prensa, ávida de mostrar señales de resquebrajamiento que no “joden mucho” pero hacen ruido.

Siempre se dijo –por parte de quienes criticaron la representatividad de los trabajadores y su derecho de agremiación- que los sindicatos respondían a intereses políticos de izquierda. No obstante, el incremento de la matrícula sindical se opera en este gobierno y muchos de los críticos -ausentes durante toda la vida del PIT-CNT-, accedieron a ser no solo parte de un gremio sino –en muchos casos- valerse del fuero sindical y sus beneficios al ser electos como representantes de los trabajadores. Bichos rápidos si los hay, en muchos organismos públicos cubrieron sus posaderas al resguardo de cualquier intentona de la patronal de izquierda, no fuera cosa que los terminaran despidiendo. Claro que no tuvieron en consideración que somos diferentes. Pero es que solo saben pensar y actuar como ellos aprendieron desde siempre. Se cumple la máxima que expresa aquello de que todos creen que son de su misma condición.

Ahora llegan tiempos de decisiones y no solo políticas. Cada uno tendrá un caso en su trabajo donde podrá apreciar esos cambios de conducta, al principio imperceptibles hasta que no puedan disimularlos más, y el fino hilo que sostiene la careta, se rompa finalmente. Son esos disfrazados de sindicalistas que hoy tienen un reverendo mareo, producto de no saber qué hacer ante el rechazo que genera en el movimiento sindical las señales impartidas por los candidatos blancos. 

La decisión pasa por seguir al abrigo que da el fuero sindical o marcar distancia y adoptar la impronta blanca que apunta a destruir los logros obtenidos. No es una decisión fácil para estos seudo-sindicalistas que deben decidir entre seguir representando (¿?) a sus compañeros, o desprenderse por completo la careta y quitarse definitivamente el disfraz. 

No sea cosa que al final se renueve el gobierno por otros cinco años más.

Al final de cuentas, el piolín de la careta resiste otra atadura, ¿no?

el hombre aprontaba el pomo,
mientras el perro le meaba el disfraz.

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