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Fuente imagen: Uynoma |
Mientras
el escándalo se instala por este rincón del sur, solo el ciclón en curso parece
acompañar el clima político imperante, pues la máxima autoridad sigue campante
su gira por EEUU. Y lo hace hablando
sobre Uruguay como si hoy fuéramos ejemplo para el mundo. A esta altura parece
estar aislado en algún búnker y no tener acceso a medios de prensa -no ya
nacional sino internacionales- que hablan de la corrupción instalada en las más
altas esferas de la otrora y añorada Tacita del Plata.
Es
el mismo protagonista que en setiembre de 2017 citó a una conferencia de prensa
tras la renuncia del entonces vice-presidente de la República - Raúl Sendic -
la tarde previa a su partida hacia el exterior para disfrutar de sus merecidas
vacaciones. Una crisis que pintó como un quiebre institucional sin precedentes
que, de todas maneras, no le privó de viajar a centroamérica para correr olas y
disfrutar de sus -reitero- merecidas vacaciones.
Entonces,
a estar por aquel antecedente, resulta hasta lógica la actitud asumida por el
presidente Lacalle Pou, pues fiel al mismo se toma su tiempo para atender
problemas que no considera de magnitud suficiente como para interrumpir su gira
y seguir regando de conceptos trascendentalmente importantes al resto del planeta
y líderes mundiales que le escuchan. Salvo por la incoherencia de su
comportamiento, todo lo demás está perfecto (razonando como Cantinflas, claro).
Seguramente
si se hubiera tratado de la compra de un colchón usando una tarjeta
corporativa, lo tendríamos por acá hace rato. Pero todo parece indicar que la
destrucción de documentos oficiales que eran prueba de una investigación
fiscal, protagonizada por su más directo y principal asesor en comunicación -
Roberto Lafluf- junto con la trama de una estafa procesal (igualita a la que
descubrió la fiscal Ghione en el caso Penadés), no le merecen el calificativo
de urgente. Y así, vendrá según el cronograma de viaje inicial y cuidando el
dinero de todos los uruguayos, porque adelantar el viaje le insumiría
sobrecostos que -por supuesto- pagaríamos nosotros, faltaba más!!
Engrampados al sillón
Mientras
tanto, solo Bustillo presentó renuncia ante la incómoda exposición en la que
quedó tras los audios divulgados por su ex viceministra - Carolina Ache- quien
dejó expuesta una estrategia colectiva para, no solo mentirle al Parlamento,
sino a la Justicia misma. Una estrategia para ganar tiempo, como hace el
presidente ahora (otra coincidencia!).
El
murmullo ensordecedor que se instaló a partir de la divulgación de esos audios
y la posterior renuncia del Canciller, hizo pensar a todos (incluidos los
socios multicolores), que el tiempo de Heber, Maciel y Lafluf, llegó a su fin,
esperándose sus renuncias o -lo que reclamó la oposición frenteamplista- la
destitución presidencial inmediata… pero no. Siguen atornillados a sus puestos
aunque todos presumimos que no por mucho tiempo, y que su salida bien puede ser
la respuesta presidencial (y presencial) que hará el primer mandatario como
recurso in extremis que minimice su responsabilidad en el asunto.
Eso
sería darle un margen de autoridad ante la opinión pública que se contrapone
con el retraso y la dilación en darle al punto la importancia que merecía, al
no interrumpir su gira por EEUU. Una especie de reducción de daños que no le
quita responsabilidad, pero algo es algo. Ahora bien, tampoco le resta
importancia a su cuota parte de responsabilidad.
Porque
algo está latente en el ambiente y es el juicio político al Presidente de la
República, algo que se empieza a manejar no solo por politólogos y formadores
de opinión, sino por los propios socios multicolores y sobrevuela en filas de
la oposición frenteamplista que se declaró en sesión permanente por esta crisis.
Una crisis a la que el presidente contribuyó por acción y por omisión en una
sumatoria de eventos que lo tienen como común denominador y que deberá explicar
convenientemente.
El
crédito parece haberse agotado, y no le alcanzarán las ponderaciones favorables
que puedan hacerle en encuestas de dudosa credibilidad.
Es
ahora… la gente lo sabe.
el hombre repasaba shingles,
el perro ladraba su desaprobación…
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