Dígame “comisionado”
No hay mejor defensa que un buen ataque, y así debió pensar quien perdió respaldo parlamentario tal cual lo dejó establecido su última comparecencia al Parlamento en régimen de interpelación. Para evitar un nuevo traspié se adelantó pidiendo ser recibido en régimen de Comisión General, esperando desmotivar la intención de interpelar que mantiene el Frente Amplio. Así las cosas, su comparecencia -por estas horas en que se escribe esta columna- será una oportunidad de escuchar lo que tenga para decir quien ostenta antecedentes negativos en materia de confiabilidad.
Fueron tantas las veces que vino al Parlamento y faltó a la verdad que Heber ya se ganó todos los atributos del pastorcito mentiroso: nadie le cree. Mintió en ocasión de la entrega del puerto diciendo que existían informes técnicos y jurídicos que avalaban el acuerdo y no había nada; mintió cuando dijo que no conocían a Marset y TODOS sabían -cuando fueron interpelados- que se trataba de un “narco peligroso y pesado”. Entonces, con esos antecedentes a cuestas, resulta muy difícil creerle al peor ministro evaluado por la opinión pública uruguaya.
El intento de venir en régimen de Comisión General -que no tiene consecuencias políticas, es un recurso vano por impedir una inevitable interpelación que seguirá a esta comparecencia para -una vez más- dejar al descubierto la peor gestión en materia de seguridad que registra la historia, y en un tiempo récord, sin lugar a ninguna duda.
Mientras todo esto ocurre, la degradación de la gestión en materia de seguridad es elocuente con un aumento sustancial de rapiñas y eventos de violencia que empiezan a ser foco de atención para los vecinos de los barrios de todo el país.
Una gestión que no deja de asombrar por el contraste con la propia realidad que los deja en incómoda posición sin que acuse recibo nunca. ¡Eso es tener carácter! Porque hay que tener temple para salir a dar la cara, sin que se le mueva un solo músculo, ante el cúmulo de evidencias que lo dejan en incómoda posición un día sí y otro también.
Desinteligencias varias
Su visita a la Comisión General del Senado no podía ser de otra manera que con puesta en escena incluida. Así fue como, previo a la misma, se despachó removiendo a la directora de Inteligencia – Mariana Moura- por el sonado caso de la desaparición de audios de El Guardián referidos a la causa que investiga el homicidio de su madre, Cecilia Fontana, en el caso de los vinos envenenados.
Una remoción que deja heridas según nos comentan fuentes policiales, porque se remueve a una mujer que si algo había hecho fue advertir recurrentemente sobre las irregularidades que pesaban sobre esa investigación y los riesgos que se corrían en la misma. Sin embargo, sucedido lo que tantas veces advirtió, terminó removida.
Tal como ocurrió en su momento con el pasaporte a Marset, donde se removió al subdirector de Identificación Civil, Heber no podía venir con las manos vacías y lejos de respaldar a sus subalternos los remueve. ¡Hablame de respaldos!!
Hace pocos días el periodista Gabriel Pereyra hizo un lapidario editorial audiovisual dando cuenta de las malas decisiones de Heber con su corolario final (¿?) del caso Penadés. En una pormenorizada síntesis dejó al desnudo las diferentes “patinadas” que se cometieron en la gestión (incluido el período de Larrañaga).
Desde la elección de los Jefes de Policía, muchos removidos por haber trabajado para los gobiernos frenteamplistas, con sonadas destituciones de algunos de ellos por corrupción; la desarticulación de equipos de profesionales que pusieron fin a verdaderas políticas de Estado que fueron borrados de un plumazo. Dueños de una profunda ignorancia, gestionaron haciendo gala de esa “cualidad” y los resultados no podían ser otros que los que hoy padecemos los uruguayos.
Maquillaje de cifras; depreciación de los mecanismos de registro de denuncias, incremento de la violencia; fugas de narcos (tan cuestionadas cuando eran oposición); denuncias de acoso laboral y sexual de directos asesores del Ministro; la entrega del pasaporte a Marset; hasta llegar a la trama montada para conocer las víctimas de abuso sexual del hoy privado de libertad, Penadés, y de la que formaba parte nada menos que el director del principal centro penitenciario y director de la Inteligencia Penitenciaria.
Heber está en su hora final sin dudas, pero no se irá sin dar pelea fiel a su estilo confrontativo. Pero una cosa es dar pelea por una justa causa y con solvencia profesional, y otra -muy distinta- es hacerlo para justificar lo imposible, como fue, por ejemplo, su cerrada defensa de Penadés con todo lo que ello implicó.
La realidad se ha encargado de poner a Heber en un incómodo lugar; la misma realidad que lo desnuda tal cual es.
Mientras tanto, todo indica que seguirá haciendo como el tero, con la diferencia que ya todos saben dónde esconde los huevos…
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